TRES ESTRELLAS Y 1/2
Ya sé, ya sé toooodo lo que van a decir: que es previsible, que todo es “in your face”, etcétera. Sea. También esto es cine de ése que nos impulsaba a ir al cine cuando éramos chicos. Ése de los programas dobles, ése del de salir corriendo a la vereda a fingir un combate con los vecinos de la cuadra (claro, sí, bueno, hace un cuarto de siglo que tal cosa es imposible porque ya los chicos no pueden jugar en la vereda, pero creo que se entiende el punto).
Statham está de novio con una despampanante Megan Fox, hay un villano que está a punto de tirar bombas nucleares, aparece Stallone, pim pam pum, un grupo de mercenarios héroes veteranos se encuentra con otro de jóvenes (Fox es de las jóvenes) y a la carga, Barracas (acá las barracas estallan en pedazos).
¿Qué esconde esta película? La enorme, bella, libre voluntad de jugar. De mostrar todo lo que se puede hacer saltando, peleando, exagerando acciones (miren el barco, miren los aviones, miren los autos). Aunque la trama sea más bien de
saldo, cumple la función de llevarnos de un ride a otro con una sonrisa.
La vocación de esta película (de Stallone, de Statham, de todo el club de Titanes en el Ring alla Hollywood) es volver a jugar en la vereda. La falta que hace, gente... la falta que hace.
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