**** Cuatro estrellas
La anterior Spider-man animada renovó definitivamente la forma de hacer películas de animación combinando la poética y el diseño de las dos dimensiones, la incorporación de elementos de la propia historieta y la tecnología 3D. Eso ya no asombra en esta secuela (o primera parte de una secuela), pero sí el hecho de que esta serie recupere muchos de los sentidos del cómic, empezando por su naturaleza de caricatura. Eso es lo que hace de este film algo especial que, además, pone en
tela de juicio ese nuevo yeite de los “multiversos”, que prácticamente sirven para cualquier cosa.
Como se puede imaginar, hay una amenaza que puede acabar con todo y ahí va Miles Morales, renuente héroe (como todo héroe) a solucionarla, mientras -además- lidia con su propia persona.
Pero eso es casi lo de menos: lo que importa es la creatividad desaforada, bien propia de la etapa heroica del cartoon, para crear imágenes, para impactar con el movimiento más allá de los sentidos, para crear momentos de humor a repetición que pueden pasar inadvertidos a una primera mirada. Y que en medio de todo eso todavía nos importen los personajes por sí mismos -ellos, sus conflictos, sus pequeños dramas, sus pequeñas victorias emocionales- vuelven el film un ejemplo de que sólo desatando la imaginación se consiguen buenas películas.
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