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CULTURA | 25-09-2014 22:23

El amigo de Pasolini

La colaboración con el director italiano es fundamental en las creaciones de Fabio Mauri, el artista de la imagen cuya obra se exhibe por primera vez en Proa.

Tres exposiciones en Fundación Proa representan integración y fusión entre lo antiguo y lo nuevo, como en “Lo Clásico en el Arte” y “Fabio Mauri”, que transita la relación entre memoria, arte e ideología; ambas curadas por Giacinto Di Pietrantonio. Por su parte, “Final del juego” es el inteligente homenaje a Julio Cortázar en el centenario de su nacimiento en Espacio Contemporáneo; exhibición abierta que, como la gran fachada de vidrio de Proa, invita a la interacción con los espectadores.

Su propio camino. El panorama antológico “Fabio Mauri” promueve la curiosidad hacia el artista multidisciplinario que logra conmover con su trabajo en la escultura, pintura, “ready made”, instalación, performance, teatro, video y cine, así como en la teoría y docencia. A pesar de su participación en seis bienales de Venecia y en Documenta de Kassel, el valioso y provocador arte, de rasgos “anárquicos”, de Fabio Mauri (Roma, 1926-2009) era hasta hoy desconocido aquí. “Mauri se concentra en el componente ideológico de la lingüística”, sostiene Di Pietrantonio ya que, como sintetiza el título de uno de los libros del artista, “El lenguaje es guerra”.

Intelectual comprometido con su tiempo, nacido durante el gobierno fascista de Benito Mussolini, Mauri emergió como artista durante la segunda posguerra y luego de tres años de mutismo e internaciones psiquiátricas, tras comprender con espanto que –a pesar del silencio incluso de su familia– muchos conocían el rumbo de segura muerte de sus compañeros judíos arrancados del colegio.

Su trabajo transita una profunda crítica a las ideologías totalitarias y explora las huellas de la Shoa. Enuncia su frustración por el fracaso de Europa, de Alemania, porque a pesar de su cultura, no supo, no quiso, detener las guerras del siglo XX; van en ese sentido las perturbadoras performances “Judía” e “Ideología y naturaleza” (en Auditorio) y la notable instalación “El Muro Occidental o de los Lamentos”, que con sus valijas sin destino puede ser leída en clave actual.

Antes de su tiempo. Su amigo Pier Paolo Pasolini presentó en 1955 los primeros dibujos expresionistas de Mauri, sosteniendo que en ellos se podía verificar la “contaminación del lenguaje”. La búsqueda estética, mística y filosófica del artista provenía de inmemoriales, múltiples e inesperadas fuentes al igual que sus ricas y complejas expresiones. Modesto y original el artista sostenía que su camino artístico “No era nuevo”, como reza una de sus obras.

Quizás anticipando la importancia exasperada de los dispositivos con pantallas en la vida cotidiana actual, Mauri realizó sus primeras “pantallas” en 1957, al pintar de negro los bordes de hojas blancas y de sus telas monocromas; aquí en hierro, madera y tela con Letraset (palabras en alemán) se despliegan pantallas a manera de instalación: “¿Por qué un pensamiento contamina una habitación?”, interroga.

En “Intelectual”, el artista proyectó la película “El evangelio según San Mateo” (Pasolini, 1964) sobre el cuerpo del cineasta –vestido con camisa blanca y sentado en una silla en medio de una galería–, convertido en pantalla. Inquietante propuesta que promueve a la reflexión. ¿El mundo es una gran pantalla y la realidad una proyección?

* Crítica de Arte de NOTICIAS.

por Victoria Verlichak

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