En un contexto en el que el cine argentino industrial se encuentra en el ojo de la tormenta, otro tipo de producción cinematográfica emerge como alternativa para filmar. Si bien siempre existió, el cine independiente de bajo presupuesto nunca fue considerado como una forma profesional de producir películas.
El cine independiente es considerado un outsider dentro de la industria audiovisual. A veces caracterizado como parte de un amateurismo o, incluso, solo supeditado a los estudiantes de las escuelas y los talleres de cine. Sin embargo, por fuera del mercado comercial y de las regulaciones estatales, el cine “hecho por amigos” o por fuera del circuito del INCAA es una realidad que se encuentra latente.
Agazapado como un lobo, los cineastas independientes buscan la manera económica de poder llevar a cabo sus proyectos cinematográficos dentro de un contexto inestable, de bajo costo, avalando el voluntarismo de amigos y conocidos que disponen de recursos propios para filmar y buscando a elencos proclives a este tipo de aventuras. Un desafío que expone las limitaciones y la creatividad.
A finales de los 90 y a principios de siglo, el país tuvo un boom conocido como Nuevo Cine Argentino. Una camada de realizadores y técnicos surgió, en su mayoría egresados de las escuelas de cine o facultades, para adentrarse como nuevos referentes del ambiente cinematográfico. “Pizza, birra y faso”, de la dupla Caetano— Stagnaro, “Mundo Grúa” de Pablo Trapero, “El abrazo partido” de Daniel Burman, “La ciénaga” de Lucrecia Martel y “Tan de repente” de Diego Lerman, fueron alguna de las cintas consideradas festivaleras y un aliento fresco y juvenil dentro de la cartelera. Aunque tuvo su identidad indie, esta filmografía forma parte del cine industrial.
Ese nuevo cine nacional terminó siendo un recuerdo de hace 20 años para muchos espectadores, como lo es palabra “cartelera” en la actualidad. El país pospandemia fue condicionado por el avance tecnológico de las plataformas streaming en la producción actual. Una tendencia mundial que en el punto de vista local se está tratando de sobrellevar desde un enfoque comercial, pero que el panorama económico le cuesta acompañar. El refugio para los profesionales “sin colchón”, y que no quieren perder el tiempo, es adentrarse al cine independiente en los ratos libres. Producciones de bajo presupuesto, por fuera de los números de la taquilla y de las regulaciones estatales, que apuestan al “hacer cine por el amor de hacerlo”.
Así nació “Adiós Amigos”, el mediometraje que dirigí junto con Julio Rodríguez Caloggero, protagonizado por Sergio Ubalde, Ramiro Calero y Julio Pallero. En el marco de la competencia Zona Alucinante del Festival de Cine Inusual de Buenos Aires, se proyectarán el lunes 28 de octubre en el Cine Gaumont, ubicado en Rivadavia 1635. Además de la comedia con toques ochenteros, debutara en pantalla grande el thriller “Profunda Oscuridad” que realizamos con Gastón Roccasalvo. Un viaje a las profundidades psicologicas de Natura Svetlo, interpretado por Ana Devin y un elenco conformado por Alberto Arija, Emiliano Samar, Silvia Forte, Sergio Beron y Alex Schimdt.
Dos obras independientes que fueron seleccionadas en uno de los pocos festivales de cine alternativos que todavía existen y que Silvia Romero y Fabián Sancho, directores y programadores, mantienen en vigencia por casi veinte ediciones. En los dos casos, un equipo técnico profesional y de mucho empuje que aportaron sus competencias y capacidades por la pasión de la cinematografía. En el ambiente laboral del cine comercial argentino existe ese mismo compromiso, pero, para que el negocio pueda ser económicamente sostenible, tiene que estar supeditado a los subsidios de taquilla y de medios electrónicos del INCAA. El aporte estatal, que proviene de un porcentaje de cada entrada en la taquilla de las salas de cine y de los impuestos de emisión televisiva de todas las películas, es la que logra que la producción nacional permanezca activa.
“Adiós Amigos” se llevó a cabo con la asociación de seis productoras independientes, que podríamos encarnar en seis personas puntuales que estudiaron en escuelas, facultades o talleres de cine y crearon, cada uno, una firma para participar de sus proyectos audiovisuales. Giollo, Morra, Perri, Soma, Caloggero y Winkler son apenas apellidos de personas que pusieron el cuerpo junto con otros amigos y compañeros para el rodaje y la realización de la cinta.
Ese camino se inició en 2014, con el cortometraje “Love Bondi Story”(2014), continuó con “El año pasado en Tapiales” (2017) y siguió con “Todos somos Roberto” (2019). Las películas tienen una sensibilidad y una visión artística dentro de un paisaje barrial y costumbrista, que mantiene el legado cinematográfico de los films clásicos de Francois Truffaut o Leonardo Favio. Miradas que no son convencionales en el cine comercial y que algunos relatos son impresos en blanco y negro, y a veces a color.
En Love Bondi Story se narra las vicisitudes de Quique al tratar de encontrar a la chica de su vida que la vio una sola vez en el colectivo. Una historia de una ingenua obsesión que es burlada por las redes sociales y los medios. La continuidad se logró con El año pasado en Tapiales, en el que el mismo personaje se reencuentra con su primera novia y rememoran la comunicación de ellos a través de una carta, pincelado en imagen con blanco, negros y grises. La tercera secuela de la cosmogonía de Tapiales, todas las películas ocurren en esa localidad, se llevó a cabo con Todos somos Roberto. Una comedia desopilante que rememora a los films cómicos ochenteros de Pierre Richard y de la dupla Olmedo-Porcel.
Ahora en Adiós Amigos la apuesta es diferente a todas las anteriores. La comedia de aventuras se centra en la búsqueda de un tesoro masónico oculto por el abuelo de un amigo fallecido. Los tres protagonistas, que hicieron sus intervenciones en los cortometrajes anteriores, deberán encontrar el "Búho" como misión fraternal. Por supuesto, los personajes tendrán que enfrentar a una sociedad secreta que desde hace años habita el barrio.
Estas obras se pueden ver online gracias a la programación televisiva de Cine.Ar y su plataforma streaming Cine.Ar Play. Por el número de películas en su catálogo, el canal oficial del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales es, por lejos, el mejor sitio de streaming del cine nacional argentino en la actualidad. Un medio que se debe cuidar, difundir y permanecer como pantalla electrónica y digital para todos los vinculados a la cultura audiovisual.
Hace más de diez años oficio de profesor del único Taller Municipal de Cine de La Matanza, denominado “Matanza vamos a Filmar”. Un espacio de la Casa de la Cultura de Laferrere, donde enseñamos de forma gratuita, anual y sin límite de edad: la práctica de cómo hacer cine orientado al estreno en festivales de cine. En más de una década se produjeron en La Matanza más de cien cortometrajes y germinaron productoras de cine comunitario orientadas a la cultura audiovisual.
Amante del cine e interesado en el arte y lo social, abandone la carrera de Ciencias Políticas de la UBA durante el turbulento 2001 e inicie mis estudios en ENERC, para convertirme en cineasta y docente. En 2018, a raíz de la experiencia con los cortometrajes que filmamos, fui becado por la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños en Cuba para el curso de "Producción de Cine de Bajo presupuesto" del productor Hector Tokman. En casi un mes, residiendo en las instalaciones de la escuela fundada en 1986 por Gabriel García Márquez y el documentalista santafesino Fernando Birri , pudimos remodelar lo aprendido para volcarlo en la enseñanza del taller y de los futuros proyectos audiovisuales de nuestros colegas del medio.
Por otro lado, esa semilla en la vida de los cineastas independientes, como la de muchos otros cinéfilos, no hubiera crecido sino existirán los festivales de cine locales. Son pantallas para films argentinos que no suelen tener estrenos en salas comerciales y tienen un nivel de creatividad reconocido en el exterior. Encuentros como el Festival de Cine de Tapiales, el Festival de Cine Inusual de Bs As, el Buenos Aires Rojo Sangre o la Nave de los Sueños, exhiben películas de autor de diversas temáticas: costumbrista, terror, experimental o documental que contempla otro tipo de cine. Un cine que abre la mente y aporta un valor único en nuestros ojos y pensamientos.
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