**** (Cuatro estrellas)
Temporada final de la creación por la cual -casi podría asegurarse- Ricky Gervais va a ser recordado (incluso si creó la The Office original). Aquí se cierran -es un decir- muchas de las historias y relaciones de ese pueblo inglés mirado por este misántropo por reflejo que interpreta Gervais, un tipo que busca todos los días un motivo para no suicidarse después de haber perdido a su mujer. Lo ha logrado por dos temporadas, aquí vamos por la última y no vamos a spoilear nada.
Sin embargo, diremos que el núcleo de tristeza estoica del personaje es, justamente, lo que genera la comedia: ante la desgracia terrible y la soledad sin esperanza, todo lo demás en el mundo es irrelevante y ridículo. Pero hay algo que podríamos llamar de religiosidad (o moral, pero es más bien religioso) atea: buscar el motivo en los demás.
Somos ridículos ante los ojos de la pena, pero esa ridiculez que provoca la sonrisa es la que nos justifica. Gervais quizás por momentos apela a la frase de póster, pero la pirueta mencionada es un discurso poderoso sobre el poder sanador de la comedia.
Comentarios