**1/2 Los paisajes de esta aparente Montana de 1925, esas montañas, esos desiertos, esos ríos, esos pastizales, esas construcciones en medio de la nada por hacer son muy bellos. Ni qué decir de esos planos de arreos de vacas, tan compensados, tan perfectos, tan diseñados.
Eso sí, la historia de un cowboy malo perturbado porque su hermano, con aires de aristócrata, se casa con una mujer que a su vez tiene un hijo un cuya ambigüedad sexual es tan sutil como la que se solía mostrar en, digamos -si tiene más de 45 nos va a entender- Porcelandia, tiene sus problemas.
Los tiempos muertos de Champion, de las realizadoras que suelen creer que si un plano lindo dura mucho va a ser más lindo. El espectador, más temprano (demasiado más temprano) que tarde descubrirá que estamos ante una especie de secuela de Secreto en la montaña, cuyo peor pecado no es su secreto trivial sino que confunde diseño con estilo.
Sí, bueno, Cumberbatch quizás se gane el Oscar, lo que no necesariamente es un elogio al filme.
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