***** Entre los grandes mitos inventados por Hollywood, “King Kong”, el gigantesco simio secuestrado de su isla prehistórica y llevado a la rastra a Nueva York, ese monstruo salvaje pero justo que se enamora de una actriz de cine y muere por su belleza. Podríamos quedarnos solo con lo hermoso de sus efectos con muñecos, su fotografía y su isla de monstruos. Podríamos quedarnos con su discurso lateral sobre la relación entre el cine y la realidad. Podríamos quedarnos con la aventura gigantesca del simio destrozando la metrópolis. Pero digamos mejor que “King Kong” es quizás la mejor metáfora fílmica del gran conflicto americano, el de civilización versus barbarie, ese que a veces parece resuelto y, ante las crisis, vuelve a aparecer, como pregunta y como amenaza. Una obra maestra, aunque a Borges no le gustó.
Galería de imágenes
Comentarios