****1/2 Dejemos de lado las mil controversias imbéciles que trajo esta parodia absoluta de las películas “bíblicas”, donde se narra la vida de un tal Brian que nace en el pesebre de al lado del de Jesús. Concentrémonos en la locura creativa y cómica de los Monty Python, un seleccionado de comediantes que nos fue negado conocer cuando más influencia ejercieron, a principios de los 70. Este tiene momentos muy grandes pero, sobre todo, logra transmitir algo de lucidez y seriedad en la mirada sobre las instituciones y un ataque frontal a toda clase de fanatismo al denunciar su absurdo. Y lo hacían con altura y con cultura, confiando mucho en la inteligencia del espectador. El final es de los momentos más felices e infelices de la historia del cine. Un film para agradecer a Dios, incluso siendo ateos.
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