★★★ Desde los primeros diez minutos, en los que se sienta el tono y el marco de la absurda situación del matrimonio Spitz (Aniston y Sandler), entramos directo en ese mundo donde estos vueltos pésimos detectives se encuentran rodeados de otro misterio inverosímil. Y lo creemos, y eso permite que disfrutemos de la generosidad para el humor que tienen Aniston, Sandler y el elenco. Por lo demás, como suele suceder en el mundo Sandler, la parodia de lugares comunes se imbrica con un auténtico misterio policial, mientras la puesta en escena queda salpicada por disparates. La idea básica: inventar algo y compartirlo con una sonrisa. Un acto de generosidad que se agradece cuando abunda tanta ficción levantándonos el dedito respecto de lo bueno, lo malo.
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