***** Hay pocos estudios de animación tan coherentes, creativos y geniales como el británico Aardman. Inventores de Wallace y Gromit, Rex the Runt y, aquí vamos, “Shaun el cordero” (“spin-off” de W&G) han creado un mundo lleno de humor, color e ironía sin mezquinar ni ternura ni bien británicos comentarios sobre el universo que nos rodea. Aquí Shaun se encuentra con un extraterrestre que quiere volver a casa y, si bien la trama juega a los parecidos con “E.T.” (a propósito, claro), va rápidamente para otro lado y nos muestra lo ridículos que podemos ser los seres humanos. La cantidad de gags visuales que pueblan cada uno de los fotogramas de este largo (y no, solo va por Netflix, así estamos ahora aunque bien le habría venido una exhibición en pantalla bien grande dado la belleza del diseño) obliga a verlo más de una vez, y menos mal. En una época donde cualquier noticia es tóxica y cualquier tema nos crispa, los corderos como Shaun se vuelven indispensables. Quédese a vivir un rato en esa granja de plastilina.
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