*** Esta remake del clásico de horror psicológico, gótico, sobrenatural y sangriento de Dario Argento se concentra en el enorme trabajo de diseño de color y forma que el original se esforzaba por crear para generar secuencias extraordinarias en su impacto plástico y emocional. Y se olvida de todo lo demás, del hecho evidente de que a Argento le importaba muchísimo la historia que estaba contando. Así las cosas, esta “Suspiria”, con sus bailarinas, su culto satánico y sus asesinatos, es muchísimo menos una película que inspire o provoque miedo que un ejercicio de estilo realizado con buen gusto (algo que a Argento tampoco le importaba como algo central, aunque lo ejercía de un modo inconsciente). Por cierto hay buenas secuencias, pero el impacto emocional, esa inestabilidad que nos dejaba la primera película cuando salíamos del cine, se ha evaporado.
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