**** Gloria y loor a Sylvester Stallone. ¿Cómo no aplaudir su performance de capo mafia que, tras 25 años de cárcel por no delatar a la famiglia, es desterrado a Tulsa. Oklahoma, ciudad de religión, campo y desierto?
Creada por Taylor Sheridan (el cerebro de Yellowstone, pero también el guionista de ese gran western moderno llamado Sin nada que perder, con Chris Pine y Jeff Bridges), cuenta el ascenso de un gángster con bastante humor aunque se nota que el periplo de lo urbano (el gángster) en lo rural (Oklahoma) tendrá también visos trágicos.
Pero vamos con Stallone: hace todo bien. Hace de duro, de piola, de genio. De seductor, de emotivo, de viejo zorro. A veces muchas de estas cosas al mismo tiempo, con una habilidad que muchos (quizás solo conocedores de los balbucientes Rocky y Rambo, mitos absolutos) no le creían.
Véanlo en el segundo episodio hablar en pleno porro. Gran serie.
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