Nuestro país es un claro ejemplo del fracaso económico sistemático. Fuimos una economía desarrollada, con una fuente inigualable de recursos, el primer país de Latinoamérica en tener subtes, con desarrollo industrial y productivo, y con potencial de competirle el liderazgo económico a Estados Unidos. Todo eso es historia. En la actualidad, Argentina convive con uno de los peores escenarios económicos de su historia. La pandemia ha puesto de manifiesto todas las vulnerabilidades que tiene nuestro país y lamentablemente, si no tomamos decisiones profundas y disruptivas, la “cosa” no va a cambiar.
Argentina debe ser de los países del mundo con la mayor cantidad de planes económicos y sucesivos fracasos de la postmodernidad. A lo largo de los últimos cincuenta años, hemos tenido casi sucesivamente distintos planes “salvadores” para salir de las crisis económicas que nos han caracterizado. Ninguno ha tenido los resultados esperados y seguimos atrapados en el circulo vicioso donde cada nueva gestión presidencial intenta aferrarse a la esperanza de cambiar la historia, pero repitiendo los errores sistemáticos del pasado. Lo vimos en el 2016 con el expresidente Mauricio Macri, lo estamos viendo con nuestro presidente Alberto Fernández. Uno prometió pobreza cero, el otro prometió “levantar las persianas de las fábricas”.
Si revisamos el caso de Ecuador, encontramos que existe muchísima desinformación respecto a cuáles han sido verdaderamente los resultados económicos en los últimos 20 años, luego de dolarizar su economía en el 2000. Por ende, analizaremos aquellos aspectos claves de la economía ecuatoriana para ver si la dolarización ha logrado los efectos deseados y sopesar la posibilidad de llevar adelante un plan de dolarización en Argentina.
Economía: producto bruto interno (en US$ a precios actuales). En el año 1980 la economía de Ecuador era de US$ 17.882 mil millones mientras que en el 2000 (previo a la dolarización) el producto bruto era de US$ 18.323 mil millones, es decir, durante 20 años la economía ecuatoriana prácticamente no creció. A partir del 2001, al lograr la estabilidad macroeconómica necesaria para desarrollarse, Ecuador comenzó a crecer, teniendo solo un período, en 2016, de recesión económica, con una caída de 1,2%. (sin contabilizar la caída global de la pandemia). Luego de 20 años, el producto bruto de Ecuador en el 2019 es de US$ 107.436 mil millones, es decir, quintuplicaron el desarrollo económico en esos 20 años. Este resultado económico significa mejores y mayores salarios reales, con mayor poder adquisitivo y mejor calidad de vida para todos los ecuatorianos. De esta manera, evolucionó el ingreso per cápita de US$ 1.300 en el 2000 a más de US$ 6.400 en 2019, logrando una tasa de crecimiento extraordinaria.
Inflación: ese mal endémico argentino. Hacia finales de los ’90 Ecuador vivía una situación económica insostenible. Sólo durante 1999, el sucre (moneda nacional) se había devaluado desde los 5.000 a mas de 20.000 por dólar americano. La inflación llegaba a los 3 dígitos, llegando a un pico hiperinflacionario de 107% durante el 2000. Experimentaban una crisis económica que había golpeado no solo la economía real sino al sistema financiero, donde mas de 16 instituciones quebraron y hubo una fuga masiva de capitales por más de US$ 6.000, representando un shock de desconfianza fenomenal. Sin embargo, en septiembre de 2000 se dolariza la economía, y en 2 años, la inflación ya se ubicaba en 1 dígito. Si uno analiza los últimos 20 años de Ecuador en materia inflacionaria, se vislumbra un escenario de estabilidad, donde la tasa de inflación convergió a la de los Estados Unidos y en la actualidad, se ubica en el 0,24% anual (no mensual). Recordemos que en Argentina seguimos lidiando con inflación mayor al 3% mensual.
Desempleo. Uno de los mayores temores que se asocia con la dolarización se vincula a la pérdida de empleos en el largo plazo, causado por la incapacidad monetaria de la economía para ofrecer herramientas que apuntalen el crecimiento económico. En el año 2000, la tasa de desempleo de Ecuador era de 4,8% (como % de la población activa) mientras que en el 2019 era de 3,83%, reduciendo casi un 20% el desempleo poblacional. Es decir, vemos que además de contar con un crecimiento sostenido de la economía, acompañado de un crecimiento del salario real e inflación muy baja, el desempleo también ha logrado evolucionar favorablemente con la dolarización.
Pobreza. Toda propuesta económica en materia política debería estar enfocada en reducir la pobreza y las desigualdades sociales. El hecho de estructurar programas económicos debería estar enfocado en cómo se logran la estabilidad económica, el crecimiento del salario real y, por ende, la reducción de la pobreza. En el caso de Ecuador, considerando los datos del Banco Mundial, la pobreza era de del 36,7% en el 2007 (tomando la tasa de incidencia de pobreza sobre la base de la línea de la pobreza nacional) mientras que en el 2019 alcanzaba el 25%, reduciendo dramáticamente la pobreza estructural de su economía.
En conclusión, podemos inferir que Ecuador ha logrado una tendencia en la baja sistemática de la inflación, que a su vez impactó positivamente en la tasa de desempleo, que también tendió a decrecer durante las últimas dos décadas. La estabilidad económica ha venido dada por la eliminación o mitigación del riesgo cambiario, lo cual ha estabilizado las tendencias naturales a la especulación en el tipo de cambio y mejora de las percepciones de certeza de las inversiones de largo plazo. Por ende, haciendo un análisis en las variables económicas claves y entendiendo que nuestro país necesita de un plan disruptivo y distinto a todo lo que se ha planteado en el pasado, es menester seguir el ejemplo de Ecuador y dolarizar la economía argentina.
*Alfredo Romano es Director de Romano Group, director de la diplomatura de Mercado de Capitales de la Universidad Austral y máster en Finanzas y Políticas Públicas (U. de Columbia). www.alfredoromano.com
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por Alfredo Romano
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