A la hora de analizar como cierra el año y como puede ser el siguiente, uno intenta despojarse de varias cosas, la euforia tribunera, los prejuicios, la negatividad preconcebida y varios etcéteras más que no vienen al caso. Uno no debe buscar lleno de esperanzas un camino de sueños, sino enfocarse en lo que dicen los datos, la información que nutre el análisis y tratar que la intuición sea razonable y lo más objetiva posible.
El 2024 encara la recta final de un año que ha sido difícil, duro para el sector asegurador, como lo viene siendo para muchos sectores económicos. Los tomadores de decisiones son los más conscientes de esta situación.
Algunos números de la economía del primer semestre fueron muy malos, el PBI cayó 3,4%, la construcción 22% interanual, industria 17,4%, comercio 17,5%, consumo 9,8%, y la inversión 29,4%... todo en caída libre. En julio, el Fondo ajustaba sus proyecciones del crecimiento 2024 de un -2,8% a un -3,5% que mantuvo en octubre.
Pensando en 2025, a mi modo de ver las cosas, hasta hace unos meses las malas eran más que las buenas. Pero octubre (principalmente) y noviembre me llevaron a repensar el mediano plazo y a discutir con varios colegas desde otro lugar. No quiero decir que soy optimista, porque suena demasiado, pero si que amerita reflexionar que el 2025 puede ser un buen año para el sector asegurador.
Hasta hace unos meses, parte del debate económico se centraba en la falta de dólares para el cierre macroeconómico del 2024 y el comienzo del 2025. El famoso vencimiento del Tesoro de enero 2025 de 4.000 millones de dólares, más que una columna en un ppt, asomaba como una pared. Honestidad brutal, yo me anotaba entre los que creían que los dólares no alcanzaban. No nos daban las cuentas. Ahora la situación cambió, el blanqueo significó US$ 22.000 millones en depósitos en el sistema financiero, con su correlato en el dinamismo de los créditos en dólares y en la acumulación de reservas internacionales, que sumado a los dólares que ingresaron por la toma de deuda del sector privado, dieron cuenta de compras de divisas del Banco Central por US$3.253 millones en octubre y noviembre. Así, con 2024 casi cerrado, la brecha se ubica en niveles cercanos al 10% y el riesgo país en 750 puntos -desde valores superiores al 50% y a 1.500 puntos en julio de este año. Pareciera ser que se esta entrando en cierto círculo virtuoso en lo financiero, y las cuentas empiezan a dar.
El gobierno deberá pensar en una estrategia de cómo sostener el círculo virtuoso financiero en 2025. Acuerdo con el FMI, desembolsos de organismos internacionales, ingresos de IED y financiamiento por el RIGI, desarme del blend en partes o en su totalidad, mayor flexibilización del cepo, todas decisiones sensibles de política económica.
Está demostrado empíricamente que hay dos variables que los mercados suelen ver como sumamente importantes a la hora de valuar los bonos de los países e invertir en ellos. Infla y equilibrio fiscal. Los famosos fundamentals hoy están bien. La apertura de Argentina a nuevos inversores internacionales también puede ser nueva fuente de dólares, más si lo financiero continúa ordenado. Cuando pensamos en Ahorro Externo, siempre debemos querer más Inversión Extranjera Directa que inversión puramente financiera, pero a veces, la primera en reaccionar es la financiera.
La mejora de los fundamentals fue leída positivamente por los mercados, locales y externos, y esto, sumado principalmente a los resultados del blanqueo, permitieron ir encauzando el frente financiero y dejamos de hablar de una posible reestructuración de deuda.
El costo de tener buenos fundamentals ha sido enorme. Un ajuste nunca visto de 30% anual del gasto primario, una situación social compleja que se sigue deteriorando, con destrucción de más de más de 200.000 puestos de trabajo desde noviembre 2023 y un salario real que, si bien quiere recomponerse, continúa en niveles inferiores a los del año anterior (15% de caída anual en promedio ene-ago) y un consumo (leído como variable macro, la C mayúscula) que sufre y probablemente siga sufriendo, entre otras cosas. La economía real, a veces, puede estar disociada del frente financiero. Ojalá que no sea así por mucho tiempo.
En lo personal pienso que la macro sigue frágil, más allá de que somos Argentina y la macro suele ser frágil, en el horizonte asoma un 2025 con crecimiento positivo y eso es no menor. El dinamismo de los depósitos y del crédito que ya estamos viendo pueden ser los primeros indicios. Esto es sumamente importante para el sector asegurador. Sabemos de la correlación entre el crecimiento económico y el crecimiento del primaje en el seguro. No considero prudente caer en la euforia, porque el sistema tiene fragilidades y debilidades importantes, pero sabemos que una tasa de crecimiento positiva y un frente financiero manejable permite que las compañías planifiquen inversiones y no se dediquen exclusivamente a atajar penales.
Sin embargo…
Ojo con la litigiosidad laboral. Ojo con el fraude. Los tiempos de turbulencias económicas (como el 2024) pueden ser caldo de cultivo para el aumento del fraude. Lamentablemente, esto surge de las conversaciones y discusiones con colegas del sector, pues no existe una fuente de datos que permita identificar, analizar y gestionar el riesgo de fraude. Este tema debe abordarse de manera consistente y sostenible en el tiempo. Necesitamos números de fraude que nos muestren donde estamos parados sectorialmente. Se puede y debe construir una agenda.
Una Superintendencia fuerte, proactiva e independiente es algo que siempre es deseable para el sector. Se suelen mencionar estas características discursivamente, pero la acción no necesariamente suele ser coherente con esa visión.
Esperemos que los vientos que soplan desde afuera (precios de los commodities, mundo proteccionista, economía global, etc) no sean un factor de retracción para nuestro crecimiento, riesgos afuera siempre hay.
Pero, en definitiva…
Un 2025 que arranca con perspectivas de crecimiento, pinta bien para el sector asegurador.
*Victor Fuentes Castillo es Fundador de Tomás Moro Consultores y fue Subsecretario de Servicios Financieros
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por Víctor Fuentes Castillo
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