La larga inactividad puertas afuera ocasionada por la pandemia en todo el mundo tuvo, rápidamente sus ganadores: las empresas tecnológicas que hicieron posible continuar con el trabajo, el comercio, el estudio o hasta el contacto social. Pero la dinámica del mercado global está lejos de ser lineal y desde el cierre de los balances trimestrales de septiembre pasado se produjo una crisis que arrastró a varios de los que eran indudables ganadores durante la pandemia.
OTROS TIEMPOS. Quizás el paradigma de aquel vértigo fue Zoom, que se popularizó hasta tal punto que se convirtió en un genérico. Durante el primer año, la cantidad de “llamadas” se multiplicó por 30 y su acción creció casi cinco veces, pero luego fue cayendo a medida que aparecían otras soluciones innovadoras. En noviembre cotizaba sólo 20% más alto que cinco años atrás. Otro ganador indiscutido había sido Netflix, el gigante audiovisual cuya cotización creció más de tres veces: pero del pico de US$ 710 en julio de 2021 fue cayendo y actualmente cotiza casi igual que en febrero de 2020. ¿Qué pasó con esta aparente burbuja covidiana?
Hay muchos efectos mezclados, fruto de un agotamiento del modelo de negocio que había resultado tan exitoso, por un lado; la aparición de nuevos competidores que querían tomar parte de ese mercado tan apetitoso, por otro y la recesión en la que cayó la economía global como precio por los desajustes monetarios y logísticos de la pandemia.
El éxito alcanzado rápidamente por los que picaron en punta, aprovechando una ventaja competitiva se pareció mucho al modelo “schumpeteriano” de crecimiento (por el célebre economista austríaco-norteamericano Joseph Alois Schumpeter): el que innova obtiene una renta inicial similar a la de un monopolista, que durará hasta que otros puedan imitarlo o hasta superarlo y entonces, vuelven sus ganancias a las de cualquier empresario de competencia.
Por ejemplo, en agosto pasado, uno de los que se había quedao relegado en la carrera del streaming, Disney, alcanzó en número de suscriptores al entonces líder, Netflix: 221 millones de usuarios gracias a su plataforma Disney+ y Star+, además de haberle retirado de su catálogo muchas de las producciones que ahora están en exclusividad para sus abonados. Por otra parte, la plataforma de Google YouTube lanzará para los Estados Unidos 35 canales de terceros, (entre ellos Paramount Plus, Showtime, Starz, Acorn, entre otros) marcando el rumbo para convertirse en un “agregador” del streaming, en una única interfaz. La competencia quema.
EL OJO CRÍTICO. A juicio del profesor del IAE Business School Roberto Vassolo, este año se combinó la crisis internacional que obligó a aplicar políticas de dureza monetaria para aplacar la inflación (entre 6% y 10% anual en los países de la OCDE) “con el freno al crecimiento de cantidad de usuarios que tenía Meta como antes ocurrió con Netflix y algo menos con Google: lo veo más como un fenómeno de saturación del mercado, que de ahora en más sólo podría crecer demográficamente”, explica.
El caso de Meta (el nombre corporativo al que pertenece la plataforma Facebook) es más sintomático. A fin de septiembre alcanzó los 2.958 millones de usuarios registrados en todo el mundo. Sin embargo, su salud financiera parece no poder acompañar el esfuerzo de su omnipresencia. Su cotización está casi 4 veces más baja que en el pico de 2021 pero incluso cayó sobre los niveles previos de 2019. La apuesta de sus directivos por explorar las virtudes del metaverso todavía no rinde los retornos esperados y se calcula que le causa casi US$ 9.400 millones de pérdidas anuales (-US$ 3.560 millones en el tercer trimestre de este año). Los gráficos también muestran con claridad que se detuvo su curva de crecimiento y urge encontrar nuevas formas de monetizar su actividad antes que otros competidores erosionen su mercado.
TUITEO. Finalmente, el otro gran movimiento del año lo produjo el multimillonario Elon Musk, un excéntrico innovador sudafricano que desde este año alterna el sitial del más rico del mundo con el fundador de Microsoft, Bill Gates. La última jugada del, para muchos, genial pero incomprendido creador de Space X y Tesla, fue la compra de Twitter. Una plataforma del que ya era actor principal, pero como estrella mediática: su cuenta tiene actualmente 115 millones de seguidores (el doble que su contrincante del podio de la abundancia Gates y 20 veces más que otro cultor del alto perfil, Jeff Bezos, fundador de Amazon).
Para el consultor Enrique Carrier, autor de un informe clave en la industria, “siendo que Twitter es campo propicio para la desinformación, resulta contradictorio que Musk quiera cobrar por las cuentas verificadas, cuando éstas indican que una persona, institución o marca habla Creo que en estos casos hay más el impacto de haber tocado un techo: de ahora en más sólo habría crecimiento demográfico”.
Roberto VASSOLO IAE Business School realmente por sí misma. La ecuación no cierra porque es muy poco lo que podrían recaudar al costo de perder legitimidad”, se explaya. Lejos de esas preocupaciones, Musk, aduciendo que la compañía ya pierde US$4 millones diarios se dispuso a la cirugía mayor: 50% menos de empleados, lo que equivalió a sacar 3.700 personas de la estructura en su primera semana de gestión. Incluso, con algunos arrepentimientos de por medio, pero la señal que emitió fue cortante: el modelo de negocios que llevaba la empresa la conducía a la quiebra.
DELIVERY A SALVO. Los otros gigantes de internet son, sin duda, las plataformas de venta online. Amazon, que durante 2021 vendió por US$602.000 millones, sin embargo, no es la más grande del mundo. La duplica para ese período la china Alibaba (US$1.249 millones), dejando a nuestra Mercado Libre (la empresa argentina con más facturación y capitalización bursátil) en un decoroso noveno lugar: US$28,4 millones de ventas anuales (30 veces menos que Amazon). En estos casos, la caída desde el pico del COVID no fue tan brusca, quizás porque la inactividad fue creando nuevos hábitos de compra y venciendo barreras logísticas para adaptarse al nuevo formato.
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