Tuesday 14 de January, 2025

EMPRESAS | Ayer 07:33

Un nuevo poder superestatal

Las grandes corporaciones y sus dueños disponen de presupuestos que son mayores que los de países que son potencias mundiales.

Generó muchas polémicas la arremetida del magnate Elon Musk contra líderes políticos europeos, con fuertes reacciones del primer ministro británico Keir Starmer, el presidente francés Emmanuel Macron, y el canciller alemán Olaf Scholz. Pero este tipo de intervención, ahora en primer plano, no debería sorprender si se tiene en cuenta una realidad que se viene consolidando desde hace muchos años: las grandes corporaciones y sus dueños disponen de presupuestos que son mayores que los de países que son potencias mundiales. Eso las convierte, en forma encubierta o abierta, en destacados interlocutores de quienes conducen los Estados.

En efecto, gigantes empresas tienen un valor e ingresos que superan los presupuestos y el PBI de muchas naciones desarrolladas, entre ellas Gran Bretaña y Francia. Esto se observa sobre todo en el sector tecnológico, en donde hay compañías que logran los más altos valores en las bolsas del planeta.

Si se comparan los presupuestos de estas empresas con los de algunos Estados altamente desarrollados, entre ellos Inglaterra y Francia, ganan las corporaciones.

A eso hay que sumar las nuevas firmas de inversión, los fondos especulativos (hedge funds) y mercados como los dark pools, que negocian acciones al margen de regulaciones estatales, que se incrementaron abismalmente con la inteligencia artificial. Estos capitales, como se sabe, pueden eludir el pago de impuestos, por sumas multimillonarias, incluso con la complicidad de países que facilitan el traslado del dinero desde los paraísos fiscales hacia sus arcas (entre ellos Inglaterra, los Países Bajos e Irlanda).

En ese nuevo escenario hay quienes hacen sus reclamos a los gobernantes desde una posición de poder ampliamente favorable. En realidad, no es tan nuevo. Tiene antecedentes que algunos encuentran en la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, que en los siglos 15 y 16 tenían un poder omnímodo (los ingleses y los franceses también tenían las suyas).

Más allá de especulaciones históricas es conveniente examinar las consecuencias de una coyuntura en el que algunos actores del mundo de los negocios se mueven con fines decididamente políticos. Habrá que observar, ante todo, si se respetan derechos humanos fundamentales.

Son muchas las corporaciones que buscan cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y los logros se incluyen en los Reportes de Sustentabilidad que exhiben cada año, y que particularmente en Europa Occidental serán obligatorios; hasta la propia China promete ponerlos en práctica.

Entre esos objetivos están mejorar la educación, reducir la pobreza y las desigualdades, cuidar el medio ambiente, y la equidad de género. Es una cuestión de ética y legitimidad, que fortalece la reputación de las marcas, que tanto cuesta conseguir.

En cuanto se refiere a los líderes políticos, más que quejarse de quienes manejan las grandes redes, deberían analizar lo que hacen ellos en el negocio tecnológico. Se necesita mucho dinero para operar con las nuevas tecnologías y quienes más gastan en ese rubro logran los mejores resultados.

Es el factor decisivo, que otro líder europeo, Pedro Sánchez, supo usar muy bien con acertadas campañas, sobre todo en una red de origen chino, generando contenidos con un lenguaje que la gente joven entiende. La comunidad europea también está en esa línea.

El fondo de la cuestión es la crisis del modelo democrático, como advirtió el economista Stefano Zamagni, presidente de la Academia de Ciencias Sociales del Vaticano, en un seminario del Foro Ecuménico Social y sostuvo que no es utópico pensar en unir mercado y democracia. Así sea.

*Fernando Flores Maio es sociólogo, periodista, escritor y director del Foro Ecuménico Social

por Fernando Flores Maio

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