Stephen Hawking es el científico británico que ocupó la cátedra que fuera de Isaac Newton en la Universidad de Cambridge, y el más célebre físico teórico desde Albert Einstein. En 1962, a los 20 años, comenzó a sufrir los síntomas de un tipo grave de esclerosis caracterizado por la parálisis progresiva de los músculos. Fue perdiendo el control del cuerpo y hoy apenas conserva el movimiento de contracción de ciertos músculos de la cara. Un sensor infrarrojo instalado en los ojos capta las contracciones de esos músculos y entonces Hawking logra enviar órdenes hacia una computadora especial, que actúa como sintetizador de voz. Así es como el científico escribe y se comunica.
Pero la enfermedad de Hawking, de 70 años, sigue avanzando y en breve el físico y cosmólogo ya no podrá, tampoco, mover los músculos de su cara. Su mente brillante y altamente productiva será para siempre la prisionera silenciosa de un cuerpo inmóvil. Sus pensamiento complejos, sus definiciones más rigurosas y poéticas de los fenómenos cósmicos y subatómicos, la teoría de la unificación de las fuerzas del universo que Hawking supo formular, todo eso y más sigue estando en ebullición en las sinapsis poderosas dentro del cerebro del genio, sin encontrar una puerta de comunicación con el resto de la humanidad.
La única esperanza de evitar esa pesadilla recae ahora sobre otro científico extraordinario, Philip Low, de apenas 32 años, que descubrió un nuevo atajo para comunicarse con el cerebro, a través de una tecnología capaz de interpretar las ondas electromagnéticas producidas por el acto de pensar, y traducirlas en palabras.
EL SISTEMA. En una experiencia hecha en Cambridge, Low acopló a la cabeza de Hawking el aparato que bautizó como iBrain, que consiste en un detector de impulsos eléctricos generados en el cerebro, un sucesor más trabajado, más barato y más exacto del aparato de encefalografía usado por primera vez en seres humanos en 1929 por el psiquiatra alemán Hans Berger, de la Universidad de Jena.
Hawking podrá hablar gracias a la capacidad del iBrain de mapear los impulsos eléctricos cerebrales con el uso de un canal de captación (es decir, una vía de entrada) y un programa de computadora que permita entender solo las ondas cerebrales significativas, importantes para captar el mensaje, mientras que puede descartar las otras, que no aportan al sentido total de la idea.
De acuerdo con Philip Low, el inventor del iBrain, “cuando Hawking piensa, por ejemplo, que desea moverel brazo hacia arriba, aun cuando la enfermedad impida que esos músculos se muevan, las ondas cerebrales que transmiten ese comando pueden ser captadas, descifradas y descompuestas en un patrón para que la computadora logre interpretarlas”.
EL LOGRO. ¿Por qué esto es tan importante? Porque la persona que está en ese estado tal de inmovilidad, en general, solo puede cerrar los ojos y así decir “sí” o“no” a determinada pregunta. No puede tomar la iniciativa para explicar que está con hambre, con sed o, en el caso de la mente genial de Hawking, informar a la comunidad de científicos, por ejemplo, que ha llegado a la conclusión de que el neutrino, la misteriosa partícula subatómica omnipresente en el Cosmos, tiene masa. ¿Y de ahí en más qué puede esperarse? Si Hawking pudiera mostrar cómo llegó a esa conclusión, habrá resuelto el mayor enigma de la cosmología, un descubrimiento capaz de explicar el nacimiento, vida y muerte del Universo.
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por Filipe Vilicic
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