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SOCIEDAD | 25-06-2012 15:04

El fenómeno porno chic

Cuál es la clave del éxito de la trilogía "Cincuenta sombras". El boom entre mujeres de Estados Unidos y Europa. La autora, de anónima a millonaria.

Quien la viera aislada, suelta, no vería demasiado. Apenas una señora inglesa del montón, regordeta y con esa edad indefinible de las amas de casa. Una mujer bajita y con el pelo oscuro cayéndole sobre los hombros y la frente. Una madre más entre las miles que se amontonan cada tarde a la salida de los colegios, a hablar del fútbol de los chicos, los maridos andropáusicos y esa clase de cosas.

Quien la viera así, desprendida de todo lo que hoy ya es “su circunstancia” (los millones de copias que vendió “Cincuenta sombras de Grey”, su novela debut, el millonario adelanto por los derechos para filmarla, los críticos enloquecidos con el supuesto nacimiento de “un nuevo género: el porno para mamás”) tal vez podría tomarla por una versión 3.0 (con las cejas depiladas y unos cuantos años menos) de otra inglesa que también se hizo famosa de la noche a la mañana: Susan Boyle, “el ángel peludo”, aquella señora que hace tres años apareció en el show “Britain´s got talent” y enamoró a todos con su voz celestial. Otros, tal vez más precisos, prefieren comparar a Erika Leonard James con K. H Rowling, la autora de Harry Potter.

Pero no solo porque las dos sean inglesas sino porque ambas pasaron de pobres y anónimas a ricas y famosas gracias a su escritura. La diferencia es que mientras la rubia Rowling optó por los calderos y los libros de magia para sumar kilómetros de ceros a su cuenta bancaria, a James se le dio por fustas, látigos, cadenas y demás artilugios del arsenal sadomasoquista. Su acierto –y qué acierto– fue mezclar toda esta batería de dispositivos made in Sade con lo más tradicional del relato rosa, de romance arquetípico.

Una especie de Pucca en traje de dominatrix o –para decirlo más directamente– una historia de amor clásica (chico guapo, chica hermosa, encuentro, tironeo, beso, la serie completa), pero con reiterados shocks de sexo hardcore. El resultado fue una trilogía llamada “Cincuenta sombras” (“Cincuenta Sombras de Grey”, “Cincuenta sombras más oscuras” y “Cincuenta sombras liberadas”) que, cual una reedición de la saga Millenium pero contada por la Cicciolina, vendría a condensar las más inconfesables fantasías femeninas. Y todo con esa cara de baby sitter. Quién diría.

Todo comenzó como un divertimento. Una guionista inglesa casada y madre de dos teens llenos de granos decidió un día ventilar su cabeza con una “bromita”. Aflojar el bozal a todos sus atones y ver qué pasaba. Así, inspirándose en las brumas y los devaneos góticos de la saga de Crepúsculo, comenzó a liberar sus propios fantasmas cachondos. El resultado fue una continuación hot de aquella idea, llamada “Amo del universo”. No bien el libro fue publicado por una editorial australiana, el boom le explotó entre las manos. Y no fue ya una novela debut sino una saga completa, de esas que se llaman “trilogía”, con principio, medio y final. ¿Por qué tantas “sombras” en los títulos? Bueno, evidentemente en el ADN de la obra de James quedaron varias marcas de origen “crepuscular” de sus textos. Pero, además, cualquier referencia a la oscuridad, a las sombras y al “lado salvaje” parece tener un terrible sex appeal en el lectorado femenino de adscripción judeo cristiana que decide el destino de esta clase de producto editorial.

La idea del “pecado” y del “vamos a portarnos mal” sobrevuela las páginas y las cabezas de las consumidoras. Y, la verdad sea dicha, a las creaciones de James no les falta nada que debe tener un best seller pensado para la generación de mujeres post “Sex and the City”. Esto es: señoras más o menos jóvenes que soportan el mundo sobre sus espaldas y a las que la idea de “dejarse llevar” –así sea a la mazmorra– las seduce, y cómo. “Hartas de organizarlo todo, ¿a quién no le gusta la fantasía de que es otra persona la que lleva el control?”, se preguntó la autora hace días durante la conferencia de prensa con que presentó el libro en España.

Hay pues un tiránico príncipe (pero no azul, sino dark), que conoce de literatura, de vinos y de música clásica, además de volar helicópteros y biplanos, que rima con que además toca el piano. Eso sí: más o menos desde la décima página deja entrever que no solo en cuestión de música y literatura tiene gustos raros. También en cuestiones eróticas Christian Grey (rico y hermoso, ¿cómo no?) juega al exótico, y Anastasia Steele (cándida y virgen, ¿cómo no?) juega a pisar el perverso palito. Hasta aquí al menos, más de lo de siempre, a punto tal que aún Valerie Hoskins (la agente de James en el Reino Unido), admitió que “en cierto modo es la típica historia romántica. Es la historia de la Bella y la Bestia pero con pasajes eróticos muy significativos. Supongo que es algo único en la ficción comercial y es lo que ha disparado su popularidad entre las mujeres que lo comentan en los parques, en los gimnasios y en las peluquerías”.

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por Fernanda Sandez

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