La jornada de ayer dejó un doble frente político y social que puso en primer plano la tensión entre el Gobierno y el sistema universitario. Mientras en el Congreso se consumaba el revés al veto presidencial sobre las partidas de presupuesto destinadas a las casas de estudio, miles de estudiantes, docentes y trabajadores salían a las calles de todo el país en el marco de una nueva Marcha Federal Universitaria que buscó visibilizar la crisis que atraviesan las instituciones.

En el plano político, el desenlace dejó un mensaje contundente: la coalición oficialista, pese a su disciplina interna, sigue sin reunir fuerza suficiente para imponer su agenda cuando la oposición logra articularse en torno a demandas con alto respaldo ciudadano. El voto contra el veto fue leído como una señal de autonomía de los legisladores frente a la Casa Rosada.

La Marcha Federal Universitaria, en tanto, se consolidó como un hecho de impacto simbólico. Las imágenes de miles de estudiantes movilizados, con velas, pancartas y cánticos en defensa de la universidad pública, reforzaron un mensaje que trasciende la coyuntura presupuestaria y que toca fibras profundas de identidad social en la Argentina.

El Poder Legislativo fue escenario del principal golpe político. Con una amplia mayoría, la Cámara resolvió rechazar el veto que el presidente había aplicado semanas atrás a la ley que reforzaba el financiamiento universitario. Ese movimiento reabrió la pulseada por los recursos y puso a la gestión libertaria frente a un dilema: acatar la decisión del Congreso o sostener su postura de ajuste en el área educativa.

El debate en el recinto no fue meramente técnico. Desde los bloques opositores se subrayó que las universidades nacionales están funcionando al límite, con dificultades para pagar servicios básicos y sostener salarios, mientras que el oficialismo defendió el veto argumentando que no existen recursos suficientes en las arcas públicas. Esa confrontación, que se extendió durante varias horas, terminó inclinándose claramente contra el Ejecutivo.

Afuera del Parlamento, el termómetro social se midió con la movilización universitaria. Las columnas que confluyeron en Plaza de Mayo y en otras capitales provinciales exhibieron un clima de malestar que excedió el ámbito académico, con una participación marcada también por organizaciones sociales, gremios y referentes culturales. La consigna principal fue exigir que se garantice la continuidad del funcionamiento de las universidades públicas.
La marcha no se limitó a Buenos Aires. En Córdoba, Rosario, Mendoza, Tucumán y La Plata se repitieron postales de plazas colmadas y banderas en defensa de la educación pública. En cada acto se leyó un documento común elaborado por el frente interuniversitario, en el que se denunció un “desfinanciamiento sistemático” y se reclamó la inmediata actualización de las partidas presupuestarias.

El Gobierno, por su parte, mantuvo un perfil bajo frente a la protesta pero dejó trascender su malestar por lo ocurrido en el Congreso. Voceros cercanos al oficialismo señalaron que la decisión de los senadores responde a presiones corporativas y advirtieron que, más allá de la votación, el Ejecutivo conservará las herramientas para administrar los recursos conforme a su plan económico.
Esa advertencia abre un escenario de incertidumbre sobre la aplicación efectiva de lo resuelto en el Parlamento. Juristas consultados en distintos medios señalaron que el rechazo al veto obliga al Poder Ejecutivo a promulgar la ley original, aunque la letra fina de su ejecución dependerá de la voluntad política del Gobierno y del grado de presión social que logre sostener el movimiento universitario.

La combinación de un revés parlamentario y una demostración masiva en las calles deja al Gobierno ante uno de sus mayores desafíos desde que asumió. La disputa por el financiamiento universitario no solo abre un conflicto sobre recursos, sino que también define un campo de batalla político en el que se pone en juego el alcance real del ajuste y la capacidad de resistencia de uno de los sectores más emblemáticos de la sociedad argentina.















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