Friday 3 de May, 2024

SOCIEDAD | 13-07-2023 18:27

Caso Joaquín Sperani: los secretos de una amistad trágica

La historia del adolescente cordobés asesinado por su compañero inseparable. Bullying, celos y distanciamiento. Hablan los vecinos.

Desde hace una semana la calma de la pequeña ciudad de Laboulaye, al sur de la provincia de Córdoba, desapareció. El asesinato de Joaquín Sperani, de 14 años, es el único tema de conversación y los vecinos no salen de su estupor. No sólo por la muerte del adolescente por más de diez golpes en la cabeza, sino porque además quien confesó su crimen fue quien era su mejor amigo, “L”, otro niño de sólo 13 años al que se menciona de esa forma en la causa para proteger su identidad. La rutinaria tranquilidad de los poco más de 20 mil habitantes desapareció y ahora lo único que se buscan son respuestas. Desde saber si existieron cómplices en el acto homicida hasta el móvil del crimen, los vecinos de Laboulaye están paralizados a la espera de que el avance de la causa judicial devele estas incógnitas.

En las calles de la ciudad nadie puede creer que entre esos dos amigos que solían estar siempre juntos y eran vistos como inseparables iba a mediar la tragedia. Pero, a medida que avanza la investigación, todos los interrogantes acerca de qué puede haber ocurrido al interior de ese vínculo cobran más relevancia para entender el trágico desenlace.

Unión. Los vecinos de Laboulaye insisten en señalar el vínculo intenso entre Joaquín y “L". No sólo eran mejores amigos, sino que prácticamente eran los únicos. “Se los veía a ellos y a una chica también de su edad. Pero nunca con nadie más. Se los conocía como 'los tres mosqueteros' porque eran ese trío siempre juntos para todos lados”, explica Sara, una vecina de la casa de los Speroni. Esa unión surgió cuando ambos chicos se conocieron a los 8 años, cuando cursaban tercer grado, y fue creciendo al punto de que prácticamente no tenían más amigos. Esteban Sartori, tío de Joaquín, comenta algo similar: “Eran muy amigos. Desde siempre. Andaban para todos lados juntos y el amigo venía siempre a la casa”.

El vínculo, incluso, los trascendía a ellos dos. “Las familias de ambos se juntaban, se reunían para algún evento y se los veía por el pueblo como si fueran una sola familia”, explica Sara. Eran también habituales los encuentros en el campo de la familia de “L”, que vive en las afueras de la ciudad, donde se dedican a la actividad lechera.

“L” es hijo único y así Joaquín se había convertido en su “hermano postizo”. Sin embargo, desde Laboulaye advierten que ese vínculo que unía a ambos chicos comenzó a resquebrajarse o al menos a dar indicios de que algo andaba mal. Joaquín y quien confesó su asesinato ya no se sentaban juntos en el colegio desde hacía algunas semanas. Pasaron de estar juntos a sentarse prácticamente uno en cada esquina del aula. En un principio nadie prestó atención a esta situación. Sin embargo, tras el crimen, los propios compañeros de los jóvenes fueron quienes comentaron esta situación que incluso consta en el expediente judicial. Los investigadores buscan determinar qué fue lo que motivó la ruptura o al menos la alteración de esa amistad y esta es una situación clave para entender que algo andaba mal. Fuentes cercanas al expediente revelaron a medios cordobeses que existen indicios para pensar que lo que hizo que cambiara la relación fueron celos, aunque no agregaron mucho más por el secreto de sumario que pesa sobre la causa y por tratarse de menores de edad. Sin embargo, Mariela Flores, la madre de Joaquín, fue quien hizo pública esta línea de investigación: “Puede ser que el chico tenga una inclinación sexual, que a lo mejor estaba enamorado de Joaquín y que eso habría tenido que ver con su decisión”, manifestó la madre al tiempo que deslizó que el desencadenante del crimen habría sido, de acuerdo a esta teoría, el hecho de que ese enamoramiento no fue correspondido.

A esta hipótesis se le suma otra, que no necesariamente excluye a la anterior. La familia de Joaquín está convencida que el crimen no fue perpretado por “L” en soledad, sino que tuvo cómplices. “De la forma en que murió, no es que le pegó con un palo y se le fue la mano. No creo que haya un adulto (implicado), pero sí dos o tres chicos más y le pido a la Justicia que nos diga que está pasando. Sabemos que el pibe confesó, pero nada más”, remarca Sartori. Es en este punto que la familia une cabos con una situación que vivió Joaquín meses atrás. Según explicaron, el adolescente había sido víctima de bullying. “Yo lo denuncié, lo hablé en el colegio. Hace un mes atrás le hice manifestaciones a la preceptora. Hay actas en el colegio ”, dijo Mariela Flores, quien agregó que desde la institución no habían tomado cartas en el asunto.

Así, se abre otra línea investigativa por la cual Joaquín podría haber sido engañado por quien era su amigo para terminar siendo víctima de un hostigamiento de parte de un grupo de personas que terminó en asesinato.

Mientras los investigadores tratan de determinar qué fue lo que sucedió en el interior de esa casa abandonada donde Joaquín fue asesinado, cuáles fueron los motivos que desencaderaron la tragedia y si participaron más personas, Laboulaye no sale de su asombro y aguardan novedades. El juez a cargo de la causa, Sebastián Ignacio Moro, dispuso al traslado de “L” al Centro de Admisión y Diagnostico (CAD). Allí, se le realizarán estudios diagnósticos, psicosociales y ambientales para determinar su condición psicológica. Una de las únicas certezas hasta el momento es que el confeso homicida no podrá ser juzgado, y por ende, tampoco condenado, ya que es menor de 16 años.

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Marcos Teijeiro

Marcos Teijeiro

Periodista de Información General.

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