El 2018 será un año de recambios presidenciales en buena parte de América. Sebastián Piñera, ganador en la segunda vuelta de las elecciones chilenas hace dos semanas, asumirá en marzo (una transición larga con Michelle Bachelet, que recibirá la visita del Papa Francisco en funciones). Y luego vendrán en abril las presidenciales en Paraguay, y el paso al costado de Raúl Castro en Cuba. En mayo será el turno de las presidenciales en Colombia; en julio para México; y, pasado el Mundial, le llegará el turno a Brasil y probablemente a Venezuela.
Primer stop. La primera vuelta de las elecciones presidenciales y legislativas de Costa Rica tendrá lugar el domingo 4 de febrero. Un verdadero carnaval con 13 candidatos disputándose el poder ejecutivo en el país caribeño. Juan Diego Castro del Partido Integración Nacional (PIN) es el favorito y mantiene su tendencia creciente, mientras que Antonio Álvarez Desanti del Partido de Liberación Nacional (PLN) sigue cayendo levemente. Pero ambos se encuentran en un virtual empate técnico a la cabeza de la carrera presidencial, con 18 % y 14 % respectivamente, mientras que Rodolfo Piza los sigue de cerca con el 12 %. Todos muy lejos del 40 % necesario para vencer en primera ronda, lo que asegura ya prácticamente una segunda vuelta y la necesidad de alianzas para imponerse en el ballotage (a efectuarse el primer domingo del mes de abril).
En cualquier caso, el país tendrá seguramente un presidente de derecha o centroderecha: Carlos Alvarado, del centroizquierdista Partido Acción Ciudadana, marcha cuarto en los sondeos, y no tendría ya chances ni de achicar la brecha ni de aunar a los de su ala: el actual presidente tico Luis Guillermo Solís está terminando su mandato con muy baja popularidad, lo que afecta al oficialismo.
Paraguay. Tres semanas después de la segunda ronda de las elecciones costarricenses, será el turno de los paraguayos para acudir a las urnas (los comicios están previstos para el 22 de abril). Las séptimas elecciones generales de Paraguay desde el regreso de la democracia al país en 1989, será el choque entre el derechista Partido Colorado (que gobierna al país desde hace casi 70 años), y la alianza de centroizquierda integrada por el Partido Liberal y el Movimiento Guasú del expresidente Fernando Lugo.
Luego de que el presidente Horacio Cartes descartara buscar la reelección, frenado en sus aspiraciones por la crisis de gobierno, Mario Abdo Benítez, hijo del exsecretario privado del gobernante de facto Alfredo Stroessner, se impuso como candidato del oficialismo (derrotó en unas primarias internas a Santiago Peña, el favorito del presidente Horacio Cartés). En la vereda de enfrente la Gran Alianza Nacional Renovada (GANAR) lleva como cabeza de fórmula al liberal Efraín Alegre, y a Leonardo Rubín como vice (el periodista es el heredero político de Lugo).
En medio de los sondeos (ambos candidatos están hoy en torno del 38% con un alto porcentaje de indecisos), el oficialismo busca asegurar su continuidad difundiendo los datos alentadores de la economía para el 2018: la Fundación Desarrollo en Democracia (Dende) considera que la expansión del PIB paraguayo rondaría el 3,5% al cierre del 2018. El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial pronostican un 3,8%.
Colombia. Juan Manuel Santos deja el cargo tras cerrar el conflicto armado con la guerrilla más antigua de América y cosechar el Premio Nobel de la Paz. Proceso que de todos modos alentó a la oposición y reinstaló al expresidente Álvaro Uribe. En ese contexto, Colombia afronta en mayo unas elecciones presidenciales de las que dependerá en buena medida la consolidación del proceso de paz con las FARC: los excombatientes tendrán a partir de este año representación parlamentaria, y su máximo líder, Rodrigo Londoño, Timochenko, aspira a medirse con los candidatos de los partidos tradicionales. Esa participación de las FARC repercutirá en la economía, en la lucha contra el narcotráfico, en la inseguridad, en lo institucional pero también en la calle, incluso abriendo la grieta que se pretendía cerrar. El próximo presidente será el encargado de pilotar esa etapa.
Sergio Fajardo, ex alcalde de Medellín y antiguo gobernador de Antioquia, pronunciado a favor de la defensa de la reconciliación del país como prioridad social, encabeza la mayoría de los sondeos. Tiene el apoyo de la líder del Partido Verde, Claudia López, y del progresista Polo Democrático, de Jorge Enrique Robledo, con los que articuló la Coalición Colombia.
Germán Vargas Lleras, que fue vicepresidente de Santos hasta marzo de 2017, es quien destaca en el abanico de candidatos más conservadores, donde también se anotan Iván Duque y Marta Lucía Ramírez.
Duque es el aspirante del Centro Democrático, la formación de Uribe, pero tras el acuerdo alcanzado por este con el también expresidente Andrés Pastrana, tendrá que medir apoyos con Ramírez, del Partido Conservador y exministra.
México. Las elecciones presidenciales del 1 de julio llegan en medio de una crisis sostenida. Si hace seis años el presidente Enrique Peña Nieto presagiaba el camino ascendente para uno de los gigantes de la región (con una serie de reformas logradas con el consenso de la mayoría de las fuerzas políticas), la segunda mitad de su mandato derrumbó las aspiraciones. Los casos de corrupción salpicaron a todo el PRI (el gobernante Partido Revolucionario Institucional); Donal Trump los puso en jaque con la renegociación del Tratado de Libre Comercio (TLC); y los casos de violencia volvieron a conquistar las portadas de los diarios como no sucedía desde hace una década (datos oficiales confirman que 2017 será el año más violento desde que hay registros).
El líder en todas las encuestas sigue siendo el dos veces candidato Andrés Manuel López Obrador (perdió en 2006 por medio punto ante Felipe Calderón), factótum de Morena, el partido que creó a su imagen y semejanza cuando abandonó el PRD hace un lustro.
El PRI, desgastado, ha optado por tener un candidato que no milita en el partido: José Antonio Meade, ex secretario de Hacienda de Peña Nieto. Como alternativa por derecha e izquierda, tras la gesta de la insólita coalición integrada por el conservador PAN y el izquierdista PRD, se suma Ricardo Anaya, candidato del Frente por México, que crece en los sondeos con proyecciones a meterse en un eventual ballotage.
Brasil. El otro gigante de la región atraviesa tras el huracán Odebretch, el mayor cisma institucional de su historia. El traumático impeachment que forzó la salida del cargo de Dilma Rousseff en 2015, y dejó a Michel Temer en el ejecutivo, le costó caro a Brasil. Y aunque el presidente buscó frenar la hemorragia en la economía, el país perdió muchas de las conquistas hechas por el Partido de los Trabajadores (PT) en los últimos 15 años. De allí que Luiz Inácio Lula da Silva marche primero en intención de voto para las elecciones del 7 de octubre (el Instituto Datafolha de São Paulo estima que el 38% de los electores son “lulistas”).
Condenado a 9 años y medio de cárcel por corrupción, Lula depende sin embargo del resultado de una apelación para volver a ser presidente: el día 24 de este mes un tribunal superior resolverá si confirma o no la pena. No obstante, como el PT ya ha manifestado su intención de ir hasta el final para mantener a Lula da Silva en la carrera presidencial, queda un largo camino de recursos judiciales hasta llegar al Tribunal Supremo, por lo que la centro izquierda irá dividida a los comicios: el exministro Ciro Gomes y la exministra y ambientalista Marina Silva, ya anuciaron sus candidaturas.
En la derecha, por otro lado, se habla del fenómeno del diputado y militar retirado Jair Bolsonaro, que saca partido del electorado anti-Lula y avanza en las encuestas. Sin embargo, la mayoría de los analistas coinciden en que Bolsonaro tiene un techo, y que el veterano gobernador de São Paulo, Geraldo Alckmim, del partido centroderechista PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña), es quien más proyección tiene.
Cuba y Venezuela. El testamento de los Castro se hará efectivo finalmente en Cuba el 19 de abril, cuando el general Raúl ceda el mando al vicepresidente Miguel Díaz Canel, de 57 años. Tras medio siglo en el poder, la generación que hizo la revolución en Sierra Maestra quedaría relevada por otra que nació después de la toma de poder en 1959. Y aunque el sistema comunista de partido único no muestre de manera ostensible sus grietas (Raul será hasta 2021 primer secretario del Partido Comunista, el máximo órgano de decisión), el cambio generacional dará impulso al plan nacional de apertura al mercado.
En Venezuela, Nicolás Maduro ya manifestó su intención de optar a la reelección. Y aunque se presume que los comicios serán en diciembre, nada es seguro. Maduro derritió el 2017 los últimos resortes que permitían la existencia de un contrapoder en la vida pública del país: desmanteló el Parlamento; convocó a una Asamblea Nacional Constituyente; e instaló un sistema de partido único con una cámara sin representantes críticos con el chavismo. En ese marco, con relección o sin ella su permanencia parece asegurada.
Comentarios