Friday 24 de January, 2025

MUNDO | Hoy 07:38

Duro de domar: ¿podrán líderes mundiales frenar el impacto de Trump?

El republicano regresa al centro del escenario global con aliados y detractores divididos. Y dispuesto a resetear el mundo de la geopolítica a la cultura.

La ausencia de Michelle Obama en la ceremonia de inauguración presidencial de Donald Trump no necesita explicaciones. La ex primera dama ha demostrado su total rechazo hacia un hombre que encuentra placer en actitudes racistas y sexistas. Y aunque muchos, especialmente entre los aliados europeos de Estados Unidos, harían lo mismo si pudieran, la realidad es que deben lidiar con él por los próximos cuatro años.

Sin embargo, este temor y desprecio hacia Trump no es universal. Una encuesta reciente del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores revela que, en países como China, India, Rusia, Arabia Saudita, Indonesia, Sudáfrica y Brasil, hay más entusiasmo que rechazo hacia su regreso. En contraste, en naciones como Reino Unido, Francia y Alemania, la perspectiva de Trump en el poder causa horror.

Miedo

Para Europa, boicotear a Trump es un lujo que no puede permitirse. A pesar del declive del poder e influencia estadounidense, resulta inviable cancelar a un presidente de Estados Unidos. Además, muchos países consideran que un segundo mandato de Trump podría ser beneficioso. En cambio, si Europa decide mantenerse al margen, corre el riesgo de la irrelevancia.

Trump

Esta postura también contradice la afirmación del saliente presidente Joe Biden de haber reforzado la hegemonía global de Estados Unidos. El mundo parece darle la espalda a un orden internacional supervisado por Washington que muchos consideran hipócrita. Las potencias emergentes ven en el enfoque nacionalista, transaccional y pragmático de Trump un reflejo de sus propias políticas, y creen que es un agente de cambio necesario.

No obstante, este optimismo podría ser un error. Charles Kupchan, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Georgetown, advierte que la falta de principios firmes en la política exterior de Trump podría derivar en resultados impredecibles, tanto positivos como desastrosos. Para los actores internacionales, la clave será influir en sus decisiones, encontrar maneras de trabajar con él o neutralizar sus peores instintos.

Una comparación pertinente con Margaret Thatcher, quien desmanteló estructuras sin construir algo nuevo. Trump, advierte Kupchan, es más un "demolicionista" que un arquitecto. En lugar de construir un nuevo orden internacional, podría destruir el existente y dejar al mundo entre los escombros.

Trump

Ucrania

La guerra en Ucrania es un terreno de prueba para el "Trump bueno" frente al "Trump malo". Aunque critica el costo de la ayuda militar a Kiev y parece comprender las razones de Vladimir Putin para oponerse a la entrada de Ucrania en la OTAN, Trump también afirma que podría poner fin al conflicto rápidamente. Sin embargo, su propuesta podría implicar la cesión de territorio ucraniano y recompensar la agresión rusa.

Al mismo tiempo, Trump no puede permitirse repetir un desastre como el retiro de Afganistán en 2021. Una derrota estratégica ante lo que algunos llaman un "nuevo eje del mal" –Rusia, China, Irán y Corea del Norte– sería demasiado costosa. Existe la posibilidad de que aumente el apoyo a Ucrania a corto plazo para fortalecer su posición negociadora.

Trump

El lema "paz a través de la fuerza" es un objetivo que el presidente ucraniano Volodímir Zelensky y los gobiernos europeos están adoptando. Si Europa intensifica sus esfuerzos de defensa colectiva, como proponen Donald Tusk y Emmanuel Macron, podrían influir en Trump para que respalde su causa al acercarse el desenlace del conflicto.

Oriente Medio

Las posturas de Trump hacia Israel y Palestina también generan preocupación. Su preferencia por acuerdos con los estados del Golfo Pérsico sobre la resolución del conflicto palestino-israelí refleja su desprecio hacia los palestinos, a quienes cortó ayudas y despojó de reconocimiento simbólico al trasladar la embajada estadounidense a Jerusalén.

No obstante, Trump anhela un premio Nobel de la Paz y podría verse tentado a revivir su promesa de alcanzar el "acuerdo definitivo" en Oriente Medio. Aunque su enfoque no coincide necesariamente con la agenda de la derecha israelí, también ha mostrado desinterés por perpetuar las "guerras eternas" de Estados Unidos.

Fotogaleria La imagen muestra la destrucción y los escombros en el suburbio de Haret Hreik, en el sur de Beirut, que fue blanco de ataques israelíes

Algunos especulan que podría negociar con Irán, priorizando la normalización de relaciones entre Israel y Arabia Saudita. Si es guiado con diplomacia hábil, podría desempeñar un papel positivo en la región.

China

La relación de Trump con China podría definir su política exterior. Aunque ha amenazado por imponer aranceles del 60% a las importaciones del gigante oriental, también sabe que una guerra comercial sería perjudicial y aumentaría la inflación. Su postura respecto a Taiwán también es ambigua; mientras Beijing amenaza con invadir la isla, Trump parece más inclinado a acuerdos pragmáticos.

El "Trump bueno" invitó al presidente Xi Jinping a su inauguración, mientras que el "Trump malo" culpa a China de todos los males del mundo. Esta dicotomía refleja el desafío de prever cómo manejará una de las relaciones más delicadas del panorama global.

Trump

Con sus dos caras, Trump sigue siendo el protagonista del mayor espectáculo político del mundo. Si prevalece su faceta más unilateralista y despectiva hacia las democracias, el costo podría ser alto: alianzas rotas, conflictos latentes y un orden internacional aún más fragmentado.

La pregunta que persiste es: ¿quién podrá domar a Trump? La respuesta es urgente, pero no habrá respuestas entre los demócratas ya perdidos, como Michelle Obama, que ha abandonado la escena.

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Maximiliano Sardi

Maximiliano Sardi

Editor de Internacionales.

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