Thursday 28 de March, 2024

MUNDO | 08-08-2021 00:05

El orden mundial demostró ser inútil frente al cambio climático

Furia climática y pandemia dejan a la vista que el sistema internacional no sirve para salvar el “bien común global”.

En Yakutsk la gente no puede usar anteojos con monturas de metal porque el frío hace que les queme la piel, el invierno dura siete meses y las temperaturas superan los setenta grados bajo cero. Esa ciudad rusa del Oriente de Siberia está considerada la más fría del mundo. Por eso fue tan extraño para sus habitantes sentir un calor agobiante y ver arder los bosques que la rodean. Esas coníferas de la taiga siberiana siempre están cubiertas de nieve. Por eso la de Yakutsk cubierta por el humo de un bosque en llamas fue una de las tantas postales insólitas que vio el mundo de este tiempo.

En esos mismos días la furia monzónica golpeaba con fuerza inusitada Bangladesh y sus lluvias arrasaban ciudades indias desde el Golfo de Bengala hasta el estado occidental de Maharashtra, mientras en el centro de China otros sistemas climáticos estacionales también mostraban intensidades inéditas y convertía ciudades en Atlántidas contemporáneas.

Días antes, postales tan catastróficas como extrañas llegaron desde Europa. Calles convertidas en ríos caudalosos y salvajes como los que surcan las selvas tropicales; casas arrasadas por el agua, gente en los techos y autos apilados como si fueran de juguete.

Lo que es normal ver en los rincones surasiáticos que golpean los monzones, o en países del Caribe asediados por huracanes, ahora se vio en Alemania y Bélgica. La estadística de muertos también parece provenir de otras latitudes, sin embargo viene de lugares donde el clima puede ser riguroso, pero jamás tiene arrebatos de furia.

Pocos antes, Canadá padeció temperaturas saharianas. Con los termómetros por encima de los 50°, hubo casi doscientos muertos en ciudades de la Columbia Británica. No hay aire acondicionado en casas que sólo están preparadas para el frío extremo. Esos inéditos calores sofocantes también causaron muertes en los estados noroccidentales norteamericanos Washington y Oregón, mientras los bosques de la costa Oeste volvían a arder desde las fronteras con Canadá hasta California.

Los meteorólogos hablan de una “cúpula de calor” y la explican como una burbuja de aire tórrido que se estaciona en un punto geográfico. El hecho es que los habitantes de Vancouver, Lytton, Seattle y Portland entre otras ciudades canadienses y estadounidenses, sufrieron temperaturas habituales en el Sahara marroquí.

En la franja central de Estados Unidos se extienden las llanuras agrícolas atravesadas por el corredor de los tornados. Desde Dakota del Norte hasta Texas, pasando por Colorado, Nebraska, Kansas, Oklahoma, Wyoming, Alabama, Iowa y Dakota del Sur, extensas planicies permiten que masas de aire polar que descienden desde el ártico se mezclen con el aire tropical que asciende desde el Golfo de México, formando los destructivos torbellinos con forma de embudo.

No tiene precedentes el incremento en cantidad e intensidad de estos fenómenos. Si fueran normales no habría tantas casas de madera volando como castillos de naipes cuando pasan los tornados recargados actuales. Si la destrucción bate récords históricos es porque están alcanzando magnitudes inéditas.

Del mismo modo, si tantas casas en Renania Palatinado y en Renania del Norte-Westfalia no estaban construidas con materiales resistentes al agua en grandes cantidades ni se encontraban en lugares adecuados para no ser arrasadas por el desborde de ríos pequeños, es porque la cantidad de lluvia caída no tiene antecedentes.

Los climatólogos explican que, durante cuatro días, temperaturas frías bloquearon en altitud masas de aire con abundante agua. Nadie puede afirmar con certeza absoluta que el fenómeno que dejó centenares de muertos en el centro de Europa sea causado por el cambio climático, pero todos los expertos sostienen que el calentamiento global hace más frecuentes estos fenómenos atmosféricos extremos.

Las pandemias también van a ser cada vez más frecuentes debido a las transformaciones que opera sobre la biósfera el cambio climático. Y si algo están mostrando con claridad las tormentas extremas y el covid19, es que el orden mundial no sirve para afrontarlos.

A pocos meses de detectado el primer foco de coronavirus en Wuhan estaba claro que, en un mundo globalizado, la única forma de frenar el avance del virus era logrando dos proezas: la proeza científica de producir vacunas eficaces y seguras en tiempo récord, y la proeza política de organizar e implementar velozmente una vacunación global y simultánea.

La simultaneidad es crucial para ganar la carrera a las mutaciones del virus. Las nuevas variantes van corriendo el arco porque horadan la eficacia de la inmunización. Desde un primer momento quedó claro lo imprescindible de un acuerdo entre superpotencias y grandes laboratorios para producir vacunas a escala global en la mayor cantidad de países posible, para lograr la mayor simultaneidad posible de vacunación. Sin embargo la inmensa mayoría de los países quedaron esperando vacunas que llegan en aviones y a cuentagotas. Incluso fracasó el sistema Covax de acceso equitativo a las vacunas.

La proeza científica se logró, pero la política no. Las inercias del orden mundial impidieron los acuerdos entre potencias y con la industria farmacéutica. Los principales liderazgos ni siquiera lo intentaron a pesar de saber que al virus se lo combate simultáneamente y en la totalidad del planeta, o no se logra contenerlo antes de que las mutaciones generen variantes que puedan eludir la inmunidad de las vacunas. Cada potencia actúo por separado, usando sus fármacos como fichas en el tablero geopolítico.

Al cambio climático también debe afrontarlo la totalidad de los países de manera simultánea. De nada sirve que algunos países reduzcan las emisiones que producen efecto invernadero, si hay otros que continúan generándolas.

Por primera vez en la historia hay un bien común global: el hábitat indispensable para la vida humana. La única forma de salvarlo es la que no se está implementando. Y no se implementará mientras persista el orden mundial vigente. Un sistema de estados soberanos que fraccionan el mapamundi, cuando la vida en el planeta enfrenta amenazas que atraviesan las fronteras, volviéndolas absurdas por inservibles y contraproducentes.

El orden internacional vigente se ha vuelto absurdo porque es inservible y contraproducente para enfrentar el mayor desafío afrontado por la especie humana: salvar el bien común global.

Con la Puerta de Brandeburgo como telón de fondo, una representación performática mostró personas en un cadalso, paradas sobre bloques de hielo. Las personas con la soga al cuello representan la especie humana parada sobre el bien común global. Y la horca cumplirá su función letal cuando los hielos se derritan.

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Claudio Fantini

Claudio Fantini

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