Tuesday 21 de January, 2025

MUNDO | 06-12-2024 07:40

La sombra del jihadismo

Cuando la guerra en Siria parecía atravesar tenues estertores, las milicias sunitas apoyadas por Turquía y comandadas por un ex miembro de Al Qaeda, sorprendieron con una ofensiva relámpago.

De lejos parecía un monumento de Saladino luchando contra los cruzados. Pero el personaje de la estatua que cayó en Alepo no era del gran guerrero kurdo que inició la dinastía Ayubí, sino del primogénito del dictador que creó el régimen sirio. Tenía el grado de coronel y el título de ingeniero, pero las pasiones de Bassel al Assad eran manejar autos de alta gama a gran velocidad y cabalgar a campo abierto y en pistas de equitación. Por eso su estatua en Alepo lo mostraba en un caballo rampante.

Manejando un bólido se mató en 1994 y, tres décadas más tarde, el monumento que lo mostraba cabalgando fue derribado por los jihadistas suníes que barrieron al ejército nacional de la segunda ciudad más importante de Siria.

Fotogaleria La gente intenta extinguir los incendios tras un ataque aéreo que tuvo como objetivo la ciudad de Idlib, en el norte de Siria, controlada por los rebeldes

Bassel estaba destinado a suceder a su padre, Hafez al Assad, pero aquel accidente generó un vacío cuando, seis años después, murió el creador del régimen alauita. Para que el Partido Socialista Sirio Baaz no se partiera ni se formaran facciones militares para enfrentarse por el poder, hubo que recurrir al hermano menor de Bassel: el actual presidente Bashar al Assad, quien después de algunos intentos democratizadores fuertemente resistidos por la nomenclatura que había rodeado a su padre, se convirtió también él en un dictador.

Por eso la “primavera árabe” generó inmensas rebeliones en Siria, y fueron Rusia, Irán y Hezbollah los que salvaron al régimen cuando la guerra civil estuvo cerca de derribarlo.

Pero ahora, con Rusia concentrada en Ucrania y los golpes que recibió Hezbollah en el último capítulo de su guerra contra Israel, se aflojaron el cerco de los bombarderos rusos y la presión que los combatientes chiitas libaneses mantenían desde 2020 sobre la milicia ultra-islamista que controla la provincia de Idlib. Por ese flanco avanzó la ofensiva rebelde ni bien recibió la aprobación de Turquía y, posiblemente, también de Israel.

Erdogan y Putin

A pesar de la enemistad entre Netanyahu y Erdogán, al Estado judío le resulta conveniente que el régimen de Al Assad pierda terreno, para que se complique el tránsito de armas y municiones desde Irán al Líbano. No obstante, es una conveniencia sólo en el corto plazo, porque la consolidación de un Estado ultra-islamista cerca de sus fronteras podría acabar siendo una amenaza mayor.

Esa es una de explicaciones de la “blitzkrieg” con que los jihadistas sunitas ocuparon decenas de aldeas y también Alepo, donde lograron una postal cuyo impacto simbólico es demoledor para el régimen alauita. A las estatuas derribadas del tirano iraquí Saddam Hussein; el déspota tunecino Zine Ben Alí; el autócrata egipcio Hosni Mubarak y el dictador libio Muammar Jadafy, se sumó la estatua de Bassel al Assad en Alepo. La derribaron los jihadistas de Hayat Tahrir al Sham (HTS), una coalición de milicias sunitas cuyas raíces llegan hasta la guerra iraquí que supuró violencia y fanatismos de distinta graduación.

En el origen más remoto está Abú Musab al Zarqaui, el lugarteniente jordano de Osama Bin Laden en Afganistán que, tras la caída ymuerte de Saddam Hussein, creó Al Qaeda Mesopotamia para combatir en Irak contra las fuerzas norteamericanas y chiitas. Después de morir Al Zarqaui en un bombardeo sobre Baquba, muchos de sus jihadistas se trasladaron a la guerra civil en Siria. La facción liderada por Abú Bakr al Baghdadí se radicalizó, rompió con Al Qaeda y se convirtió en ISIS, mientras que la facción comandada por Abú Mohamed al Jawlani mantuvo el vínculo con el sucesor de Bin Laden, el egipcio Aymán al Zawahiri, se convirtió en la milicia Jabhat (frente) al Nusra y se trasladó a Siria para combatir al régimen alauita.

Bin Laden

Para el mundo, Jabhat al Nusra era el brazo de Al Qaeda en esa guerra civil.Los peshmergas kurdos y las tropas norteamericanas destruyeron el califato de ISIS. Y en el 2016, con bombardeos de saturación, las fuerzas rusas devolvieron a Al Assad el control sobre Alepo, ciudad que fue arrasada pero sirvió como base para recuperar otras porciones de territorio del norte sirio.

Allí comenzó un cambio de orientación en el Jabhat al Nusra. Dejó de ser el brazo sirio de Al Qaeda y adoptó una posición moderada, aunque sin renunciar al reemplazo del Estado laico por un Estado islámico donde rija la sharía (ley coránica). Aspirando a un liderazgo aceptable incluso para Occidente, Al Jawlani pasó de predicar limpiezas étnicas contra las minorías alauita, cristiana, drusa, kurda y yazidí, a proponer un Estado tolerante con todas las etnias.

Con este paso, Al Jawlani logró aliarse con milicias pro-turcas y obtuvo el apoyo de Turquía. Es probable que también haya podido establecer una conexión secreta con Israel y Estados Unidos. Su transformación, real o actuada, desde el salafismo más cerrado hacia la moderación y cierto pluralismo, le permitió sumar a su coalición al Ejército Libre Sirio, formada por militares que desertaron del ejército para combatir al régimen.

Fotogaleria Imagen de un vehículo y una casa destruidos por un ataque aéreo israelí, en Chamaa, Líbano. Cuatro sirios fueron asesinados y cuatro civiles libaneses

Así nació el Hayat Tahrir al Sham (Comité de Liberación del Levante), coalición que lleva años controlando la provincia de Idlib, desde donde lanzó la ofensiva relámpago que hizo desbandar al ejército del régimen, logrando llegar al corazón de Alepo además de ocupar decenas de aldeas en el norte de Siria. Los agentes y estrategas de la mujabarat (servicio secreto sirio) no parecen haber detectado los planes que urdía HTS. Tampoco la inteligencia rusa ni la VEVAK (aparato de espionaje iraní) pudieron anticipar lo que se preparaba en Idlib.

Es posible que la inmensa contraofensiva que lanzó el régimen alauita junto a las tropas con divisiones de blindados que envió Irak, más el apoyo de los bombarderos rusos, acaben obligando al HTS a replegarse en sus bastiones. No está claro que pueda sostener su ofensiva y derribar a Bashar al Asad. Pero ya derribó la estatua en la que su hermano mayor cabalgaba como el “gran Salahadin” enfrentando a los cruzados de Ricardo Corazón de León. De ese modo le avisó al mundo que la guerra en Siria aún no ha terminado.

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Claudio Fantini

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