Saturday 27 de April, 2024

MUNDO | 18-03-2024 07:49

Las guerras y las urnas

Entre los conflictos en Ucrania y la Franja de Gaza transita el proceso electoral norteamericano. Lo que implican Trump y Biden en ambas tragedias bélicas.

Una sensación engañosa recorre la historia norteamericana: los demócratas son más proclives a las guerras que los republicanos. Esa idea es esgrimida ahora por la propaganda trumpista apuntada al electorado centrista. Si en noviembre triunfa Joe Biden, Estados Unidos seguirá perdiendo miles de millones de dólares en una guerra ajena, o terminará involucrando en ella a la OTAN y, por ende, a fuerzas norteamericanas.

Ni la visión sobre republicanos y demócratas ante las guerras es una verdad indiscutible, ni la paz en Europa depende de que Washington abandone a los ucranianos entregándole la victoria a Vladimir Putin. El demócrata Woodrow Wilson involucró a Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial, bregando luego por una paz justa y duradera que quedaba lejos de lo que impuso el Tratado de Versalles: la vía rápida a la siguiente gran conflagración.

Fotogaleria El presidente ruso, Vladimir Putin, celebra su conferencia de prensa de fin de año en la sala de exposiciones Gostiny Dvor, en el centro de Moscú

Fue otro demócrata, Franklin Roosevelt, el que zambulló a Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, pero… ¿había otra alternativa con Hitler deglutiendo Europa? John Kennedy inició en pequeña escala la intervención militar para frenar la expansión del comunismo en la Península Indochina, y fue su vicepresidente sucesor, Lindon Johnson, quien involucró de lleno a la potencia occidental, desatando en Vietnam una guerra criminal a la que puso fin el republicano Richard Nixon.

Bill Clinton se involucró en las guerras de disolución de Yugoslavia, derrotando a Serbia. Barack Obama envió fuerzas a la guerra civil en Siria, mientras que Biden retiró a Estados Unidos de Afganistán (una decisión trágica tomada por Trump) y es el principal sostén de la resistencia ucraniana contra Rusia.

Esto parece confirmar el belicismo demócrata. Sin embargo, la historia es más amplia. William McKinley declaró la guerra a España por Cuba, Theodore Roosevelt blandió el “garrote” sobre Latinoamérica y Harry Truman lanzó las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. Todos eran republicanos, como Ronald Reagan, quien invadió Grenada, y George Bush padre, autor de la invasión de Panamá para sacar al general Noriega y de la Operación Tormenta del Desierto que venció al ejército iraquí en Kuwait. Cierra la lista Bush hijo, quien tuvo razones para entrar en Afganistán, pero mintió las causas de la invasión que derrotó a Saddam Hussein al precio de desatar en Irak un infierno que aún supura violencia extrema.

Back Obama en Cuba

El camino norteamericano hacia las urnas es un tortuoso sendero entre dos guerras. Ucrania tambalea entre las cuerdas, el Papa pide a Zelensky que tire la toalla a su ejército, pero a Rusia parece faltarle fuerza para dar el golpe del KO. Por eso la OTAN muestra músculo escandinavo con la incorporación de Suecia y ejercicios militares nórdicos, mientras Macron habla de enviar tropas al país invadido y los generales alemanes piensan cómo hacer para que sus poderosos misiles Taurus puedan destruir el puente que une el territorio ruso con Crimea en el estrecho de Kerch.

Mientras, los bombardeos israelíes siguen demoliendo la Franja de Gaza, donde decenas de miles de civiles mueren entre los escombros. Lo padecido por el pueblo gazatí muestra la dimensión del crimen de guerra que implican los ataques devastadores de Israel y la estrategia de Hamás, cuyos líderes usan sus catacumbas para ponerse a salvo dejando a los civiles en la superficie para que sus muertes tallen sobre la imagen del Estado judío la palabra “genocida”.

Nadie ha causado mayor daño a Israel que el gobierno extremista que encabeza Netanyahu. El pogromo sanguinario que perpetró Hamás el 7 de octubre y el incuestionable derecho a la defensa de Israel, no alcanzan para justificar la muerte masiva de civiles entre los cuales hay muchos miles de niños. El sufrimiento y la hambruna se suman a la estremecedora estadística que describe por sí misma un crimen de guerra. Los responsables son Hamás y el gobierno israelí.

Blinken y Netanyahu

Las dos guerras que concentran la atención del mundo marcan diferencias sustanciales Biden y Trump. En ambas, la posición del presidente demócrata está más cerca de lo que la cultura occidental considera razonable y justo. Mientras que la posición del ex presidente republicano tiene en sus raíces el anhelo decimonónico de “la arcadia americana”, que en la década del 20 del siglo pasado impulsó el aislacionismo de los gobiernos republicanos de Warren Harding y Calvin Coolidge.

La realidad es más compleja. El supuesto pacifismo del magnate neoyorquino incluye guerras contra los desvalidos inmigrantes que intentan ingresar desde México, atacándolos con violencia y llegando a la atrocidad de separar niños de sus padres, encerrándolos en espacios de reclusión muy distantes entre sí. El conservadurismo de este tiempo promete cortar la ayuda financiera y militar a Ucrania para no gastar dinero en otra cosa que no sean los norteamericanos. Esa visión implica abandonar a los ucranianos ante la agresión rusa y debilitar la OTAN de manera funcional al proyecto geopolítico de Putin, acrecentando el riesgo de que sienta el camino allanado para avanzar sobre otros países europeos.

Fotogaleria el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, se toma una selfie frente a los restos del avión durante una visita en el segundo aniversario de la invasión rusa de Ucrania

Si Trump sigue bloqueando en el Congreso la ayuda a Ucrania y luego alcanza la presidencia, Rusia podría llegar por lo menos hasta Odessa, para atacar desde allí a Moldavia con el objetivo de anexionar Transnitria. Si lo logra, podría animarse incluso a ir por parte del territorio lituano, atacando a ese país báltico miembro de la OTAN desde el enclave ruso de Kaliningrado. Por esos riesgos es que Macron habla de enviar tropas a Ucrania y Alemania busca la manera de asistir al país invadido con misiles de largo alcance.

En cuanto a la guerra en la Franja de Gaza, Biden no hizo lo suficiente para evitar la masiva muerte de civiles palestinos y conjurar la hambruna que se ve venir desde hace meses. Pero al menos intenta treguas y presiona por la apertura de corredores humanitarios y por la “solución de los dos estados” para que exista un estado palestino independiente. Trump, por el contrario, es la carta blanca para que Netanyahu y su gobierno extremista sigan siendo coautores, con Hamas, de la tragedia del pueblo gazatí y del mayor daño causado a la imagen de Israel ante el mundo.

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Claudio Fantini

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