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MUNDO | 29-09-2021 15:09

Nicolás Maduro: la piedra de la discordia

El presidente venezolano se cruzó con varios mandatarios de la región. Tensión en un organismo que se reacomoda. Factor OEA.

El 18 de septiembre se realizó la sexta cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en la ciudad de México, presidida por el presidente de ese país, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). La cumbre del organismo, que excluye a EE.UU. y Canadá, se produjo con la mayor asistencia de los últimos tiempos, habiendo concurrido 33 países, 16 de ellos a nivel de presidentes y primeros ministros. El presidente argentino Alberto Fernández no concurrió debido a la crisis interna de la coalición de gobierno.

La presencia del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, fue fuertemente disruptiva causando diversos cruces entre los gobiernos de Venezuela y Cuba y los de Uruguay y Paraguay. Esto reveló la tensión ideológica en la región entre países con gobiernos más conservadores y aquellos alineados con Venezuela, como Cuba y Nicaragua.

Tensiones

Los cruces comenzaron cuando Mario Abdo, presidente de Paraguay, tomó la palabra y criticó directamente a Maduro: “Mi presencia en esta cumbre, en ningún sentido o circunstancia, representa un reconocimiento del gobierno de Nicolás Maduro. No hay ningún cambio de postura de mi gobierno y creo que es de caballeros decirlo de frente”, dijo. Posteriormente en esa línea, Luis Lacalle Pou, presidente de Uruguay, remarcó en su discurso que su presencia en la CELAC no significaba que fuera “complaciente” con algunos gobiernos. A lo que agregó: “En determinados países no hay una democracia plena, no se respeta la separación de poderes, desde el poder se usa el aparato represor para acallar protestas y encarcelar opositores, no se respetan los derechos humanos (...), debemos decir con preocupación que vemos gravemente lo que ocurre en Cuba, Nicaragua y Venezuela”.

Las respuestas no se hicieron esperar por parte de Maduro, que ya durante las declaraciones de Abdo había respondido alzando la voz, pero con el micrófono apagado. Así, al tomar la palabra les respondió a ambos mandatarios: “¡Ponga usted la fecha, el lugar y la hora para un debate sobre la democracia en Paraguay, en Venezuela y en América latina! (...) ¡Ponga usted, presidente Lacalle, la fecha y el lugar! para un debate”. Posteriormente, el venezolano agregó: “No debemos constituir clubs ideológicos, no debemos ideologizar las políticas internacionales (...) debemos pasar la página del divisionismo que se insertó en América latina, del acoso a la revolución bolivariana y ahora del acoso incesante a la revolución cubana y a la revolución nicaragüense”.

Más allá de estas declaraciones, si bien Maduro resaltó la intención de dialogar, también planteó una "contradicción" entre las Organización de los Estados Americanos (OEA) y la CELAC, comparándola con la contraposición que, según él, hay entre el “monroísmo y el bolivarianismo”. Según la mirada de Maduro, injerencia de EE.UU. vs unidad latinoamericana. Propuso entonces reforzar la CELAC mediante una secretaría general. Y si bien hubo otros momentos de tensión, con acusaciones cruzadas entre los mandatarios de Cuba y Uruguay, la cumbre finalizó cordial.

Cuestionamientos

Más allá de estas batallas discursivas, la cumbre buscó consolidar a la CELAC, en especial por parte de los países caribeños, que ven en ella, una oportunidad única de acceder al envío de vacunas contra el Covid.

El otro gran tema de la cumbre fue la discusión sobre la eficacia de la OEA como organismo regional. El propio López Obrador declaró: “Deberíamos construir en el continente americano algo parecido a lo que fue la comunidad económica que fue el inicio de la actual Unión Europea”.

Esta propuesta de desplazamiento de la OEA es una idea que viene creciendo en la región desde la creación de la CELAC en 2010, y ha tenido un nuevo impulso después de las últimas actuaciones del actual secretario general de la OEA, Luis Almagro.

La figura de Almagro se ha vuelto polémica debido a la doble vara con la que acusó o defendió a distintos países. Por un lado, condenó rápidamente la represión de protestas opositoras contra los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua, pero cuestionó en forma muy mesurada y tardíamente la represión hacia manifestaciones opositoras contra los gobiernos de Colombia y Chile. Pero el cuestionamiento más fuerte que pesa sobre él fue su actuación ante el golpe de estado en Bolivia, donde acusó al presidente Evo Morales de haber hecho fraude en las elecciones presidenciales, sin pruebas contundentes, y no condenó el posterior golpe de estado producido en ese país. Las críticas por el "uso parcial" de la Carta Democrática por parte de la OEA se escucharon en la cumbre del mismo organismo este viernes 17, previo a la de la CELAC.

El propio Luis Almagro declaró que en la coyuntura actual no puede permitirse “bajar la guardia” mientras que la canciller de Colombia, Marta Lucía Ramírez, apoyó la posición de Almagro y calificó de “preocupante” y equivocada la postura de que la OEA debe ser reemplazada. Pero ya anticipando la actual intencionalidad de la CELAC, la diplomática mexicana Luz Elena Baños, criticó que la OEA se haya convertido en “un instrumento” que actúa como “un ente inquisitorial” que descalifica a algunos y disculpa a otros. Además de acusar a Almagro de extralimitarse en sus facultades, utilizándolas como herramientas políticas.

Así la actual coyuntura revela un creciente cuestionamiento a los posicionamientos de la OEA para resolver los conflictos regionales, mientras la CELAC comenzó a ganar terreno. Habrá que ver si las diferencias entre sus miembros le permiten seguir avanzando.

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Ignacio Ramundo

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