Wednesday 8 de May, 2024

MUNDO | 22-11-2023 07:21

Pedro Sánchez y una investidura manchada

El mandatario español fue demasiado lejos para quedarse en el poder. Repudio a la amnistía por votos separatistas en el Parlamento

ue algunos hicieran el saludo fascista y cantaran “Cara al Sol” durante las manifestaciones, habrá tranquilizado a Pedro Sánchez. Siendo el destinatario de esos multitudinarios repudios contra la amnistía que otorgó a dirigentes catalanes que habían violado la Constitución, que hubiera manifestantes entonando el himno de la Falange Española haciendo el saludo de los nazis, fascistas italianos y franquistas, mostraba a sus enemigos como ultras con nostalgias de un tiempo oscuro.

Pedro Abascal y sus lugartenientes debieron decirle a las bases de Vox que no fueran negligentes y contuvieran sus impulsos ideológicos en las protestas, para no darle al jefe de gobierno argumentos para descalificar esas masivas demostraciones de repudio a lo que hizo para obtener otro mandato.

Por cierto, aunque el Partido Popular (PP) y Vox convocaban a las marchas contra Sánchez, muchos que no son conservadores ni ultraconservadores también manifestaron indignación contra el líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
Ocurre que, esta vez, Pedro Sánchez fue demasiado lejos para quedarse donde está: en la cumbre del poder.

La amnistía que le concedió al líder catalán que violó la Constitución y  huyó de España, para obtener los votos de los independentistas a su investidura, sienta un precedente grave. Sánchez ya había dado pasos hacia la impunidad de los independentistas catalanes que, violando la ley, realizaron el referéndum soberanista del 2017.

En el 2021, buscando apoyos parlamentarios a sus políticas, indultó a los “presos del Procés”: el ex vicepresidente de la Generalitat Oriol Junqueras y los ex consejeros Raúl Romeva, Joaquín Forn, Jordi Turull, Josep Rull y Dolors Bassa; la ex presidenta del Parlament Carmen Forcadell y los ex líderes de ANC y Omnium, Jordi Cuixardt y Jordi Sánchez.

Ninguno de ellos había huido de España. Todos se quedaron a enfrentar las consecuencias de sus actos, pasaron por el banquillo de los acusados y acabaron en prisión por su responsabilidad en la votación del 2017. Pero el máximo responsable, Carles Puigdemont había escapado y ahora obtuvo la amnistía sin haber pasado por los tribunales ni haber estado en prisión.

Esa injusticia implica el acuerdo que Sánchez alcanzó con el líder de Junts Per Cataluña, para poder seguir ocupando el despacho principal del Palacio de la Moncloa. Por eso es visto por muchos españoles, más allá del conservadurismo y la ultraderecha, como un “traidor a España”.

Incluso en la guardia vieja del PSOE, empezando por Felipe González, su máxima figura por los roles históricos que cumplió y por sus exitosos gobiernos, acusan a Sánchez de ir más allá de lo aceptable. Felipe González encabezó gobiernos durante trece años consecutivos y en varias oportunidades con mayoría absoluta en el parlamento. 

Muchas veces acordó con el nacionalismo catalán que lideraba Jordi Pujol con el partido Convergencia i Unió (CIU), así como también con el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y la Coalición Canaria (CC), pero las concesiones que otorgaba ampliaban autonomías y devolvían derechos culturales que habían sido conculcados por el régimen franquista. Jamás hizo acuerdos que pusieran en riesgo la unidad del reino. En cambio Pedro Sánchez parece haber pagado con la Constitución y la integridad territorial su nueva estadía en la Moncloa.

Decidió avanzar en esa dirección la noche misma de la elección que, en julio, lo dejó en segundo lugar por detrás del líder del PP.
Cuando las cifras del escrutinio se quedaron quietas, Alberto Núñez Feijoo festejaba su triunfo en la sede partidaria pero, desde el búnker del PSOE, Pedro Sánchez miraba el resultado con una sonrisa socarrona.

¿Quién se estaba equivocando? Núñez Feijoo. El líder de la centroderecha había sido el más votado, pero en las democracias parlamentarias no gana el que obtiene más votos sino el que logra más apoyos en el arco parlamentario. Salvo que un partido obtenga mayoría absoluta, la cuestión está en el margen de acuerdos que se puedan lograr.

La sonrisa socarrona de Sánchez surgía de un cálculo exacto que daba como resultado una cuadratura de círculo. El PP fue el más votado, pero para lograr la investidura necesitaba los votos parlamentarios de Vox y los de fuerzas regionales como el PNV, que jamás apoyarían un gobierno en el que esté el partido de la ultraderecha falangista, porque esa ideología que argumentó la dictadura centralista y castellanizante de Francisco Franco, se opone a las autonomías y restringe el reconocimiento de las culturas nacionales que componen la diversidad cultural de España.

La cuadratura de círculo que impedía a Núñez Feijoo llegar a la presidencia, es que sin Vox no le alcanzaba y con Vox se quedaba sin los apoyos también indispensables para conseguir la investidura. Por eso Sánchez actuó como ganador la noche del escrutinio. 

El líder del PSOE también había encontrado en las urnas una cuadratura de círculo. Pero en la ética sanchista las líneas rojas son borrosas. Sabía que los votos obtenidos para ese segundo puesto no sólo lo obligaban a un nuevo gobierno de coalición con Sumar, el partido de Yolanda Díaz, sino que debía obtener muchos apoyos más. 

Y esos apoyos estaban más allá de las líneas rojas que no se deben sobrepasar para mantener en pié la ética política.
Como las de Pedro Sánchez son borrosas, las traspasó para obtener apoyos tan controversiales como el de JxCat, cuyo líder está prófugo de la justicia española por la violación de la Constitución que implicó el referéndum soberanista que realizó en el 2017, siendo presidente de la Generalitat, el gobierno catalán. Para colmo, el acuerdo no cerró la puerta a futuros referéndums soberanistas. 

De haber obtenido de los separatistas un compromiso de desistir del independentismo, habría tenido una justificación. 
Pero tal como está, la amnistía alentará a futuras intentonas secesionistas en las comunidades autonómicas, porque violar la constitución por esa causa tiene un precedente de impunidad. Pedro Sánchez ha ido demasiado lejos para continuar donde está: la cumbre del poder.

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Claudio Fantini

Claudio Fantini

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