Sunday 16 de March, 2025

MUNDO | 10-02-2025 06:01

Trump, Milei y la derecha anti-occidente

La batalla cultural de los ultraconservadores es contra la cultura occidental gestada en las revoluciones culturales del siglo XX. En esa trinchera están Trump, Musk, Putin y Milei, entre otros.

La “batalla cultural” de los ultra-conservadores es contra la cultura occidental. Mientras agitan el espectro del comunismo, sus cañones apuntan y disparan contra la materialización última de los valores occidentales.

Las teorías conspirativas se convierten en la versión oficial. Donald Trump impulsa la desglobalización y genera una nueva Yalta para dividir el mundo en tres, o a lo sumo cuatro grandes polos, mientras Elon Musk desmantela la agencia que supervisa programas humanitarios que prestan asistencia en 120 países, acusándola de fomentar causas progresistas y de financiar armas bacteriológicas como el Covid.

Paralelamente, avanza en el desmantelamiento de programas referidos a la diversidad sexual, racial y cultural. De manera vertiginosa, la homofobia y el racismo se convierten en plan de la administración norteamericana, además de flamear en las banderas de las agrupaciones ultraconservadoras que se multiplican y crecen en Europa y en las Américas.

Lo que están atacando con visceral desprecio los líderes de la ola reaccionaria, desde Javier Milei a Musk, pasando por Santiago Abascal, Viktor Orban, Vladimir Putin y Giorgia Meloni entre otros, es a los valores occidentales que germinaron en las revoluciones liberales de los siglos XVIII y XIX, alcanzando su esplendor en las revoluciones culturales que sacudieron el siglo XX.

Abascal y Milei

De las raíces judeocristianas de la civilización europea y de los laboratorios y libros científicos del Renacimiento fluyeron las savias  que diversificaron la idea de poder que había atravesado el Medioevo, llegando hasta el absolutismo monárquico.

Con la llamada Revolución Gloriosa en la Inglaterra del siglo XVII, comenzó el Big Bang de las ideas liberales que engendraron la ilustración y protagonizaron la Toma de la Bastilla y la Independencia de Estados Unidos.

Esa fue la antesala de lo que Karl Popper llamó “sociedad abierta”, el escenario donde los movimientos intelectuales y artísticos del siglo XX generaron las revoluciones culturales que derribaron prejuicios y supremacismos. En la sociedad abierta, las mayorías no desprecian a las minorías y defienden la cultura de la tolerancia y el respeto a las diversidades.

Esa es la cultura occidental que se forjó en las revoluciones culturales del siglo XX. Esas rebeliones creativas no ocurrieron en los sistemas marxistas ni en teocracias orientales, sino en Europa y en las  democracias de Canadá y Estados Unidos. La China de Mao Tse-tung, la Cuba de Fidel Castro y la Unión Soviética, igual que las dictaduras fascistas, fueron regímenes fuertemente antifeministas y homofóbicos. También las teocracias islamistas, tanto en la vertiente chiita como en el sunismo, discriminan a los otros grupos religiosos, establecen la desigualdad entre el hombre y la mujer restando derechos y garantías a la mujer, y persiguen a los homosexuales condenándolos a la prisión o a la pena de muerte.

Fotogaleria Un viejo automóvil estadounidense pasa cerca de un cartel del difunto líder cubano Fidel Castro, el expresidente Raúl Castro y el actual presidente Miguel Díaz-Canel en La Habana

Las revoluciones culturales del siglo XX erradicaron en Occidente los moralismos y las segregaciones que amputaban libertades y derechos individuales. Las verdaderas revoluciones culturales ocurrieron el siglo pasado en las democracias que dan lugar al pensamiento crítico, la oposición y los movimientos contestatarios que se expresan en las calles, los libros y las artes. Desde el surrealismo hasta el hipismo, el arte pop y el rock son parte de la efervescencia cultural que generó la cultura occidental. Desde Los Beatles hasta Andy Warhol, pasando por el existencialismo y la sicodelia, fueron usinas de liberación.

Contra eso embisten los líderes recalcitrantes que fermentan en los pliegos de la democracia y la corroen desde adentro. Luchas como la del feminismo y valores como libertad, igualdad, diversidad, pluralismo, inclusión y tolerancia no son marxismo cultural sino espíritu liberal. Repudiar esos valores es atacar la cultura occidental. Eso hace la “batalla cultural” de las ultraderechas europeas, la alt-right norteamericana, los indigenismos retardatarios que rechazan las legislaciones actuales, y el furioso extremismo conservador que expresan Milei y Musk, entre otros.

Musk

Están en la misma vereda del jefe del Kremlin y de los neonazis alemanes que lidera Alice Weidel. Por eso el dueño de Tesla y el presidente ruso financian al Alternativ Für Deutschland (AfD). Y en esa vereda está Trump, colaborando con el rediseño del mapamundi que quieren los líderes de Rusia, China y la India.

Los tres son ultranacionalistas pero Putin y Narendra Modi comparten, además, el supremacismo de matriz religiosa (cristiano ortodoxo, uno; hinduista, el otro) que impera en esas potencias.

El expansionismo bélico que hizo correr sangre en el Cáucaso y ahora en Ucrania, es la versión rusa de la amenaza de Xi Jinping sobre Taiwán, su represión a la etnia uigur en Xingiang y la expansión marítima a costa de Filipinas y Vietnam, así como también del supremacismo hindú que segrega a musulmanes, sikhs y budistas en India y en el área que la rodea.

Ver a Trump torciendo el brazo a México y Canadá con la amenaza de los aranceles, al mismo tiempo que obligaba a Panamá a divorciarse de China mediante la amenaza de expropiarle el canal interoceánico, estará preocupando a Japón, Corea del Sur y Filipinas.

Trump

Xi se retirará gustoso del Canal de Panamá cuando termine de convencerse de que un Estados Unidos que impere desde el istmo hasta Groenlandia y el ártico canadiense dejará a China librarse de los uigures de Xingiang, recuperar Taiwán por la fuerza y seguir construyendo islas artificiales para expandir sus fronteras marítimas  hasta las costas de Japón, Corea del Sur, Vietnam y Filipinas.

En el mapamundi que empezó a dibujar Trump, Estados Unidos tiene el derecho natural a controlar desde el Caribe hasta el Ártico americano. El mismo derecho natural le concede a Rusia en el mundo eslavo, a China en el extremo oriente y a India en el espacio que la rodea, lo que pronto empezará a preocupar a Pakistán, Bangladesh, Sri Lanka, Nepal, Bután y Myanmar.

Más allá de las disputas económicas, los enfrentamientos de Trump con Xi Jinping probablemente tengan más de capoeira que de Kick Boxing.

La única pelea de verdad es la batalla cultural que, con aliados como Milei, Abascal, Putin y Weidel, el conservadurismo de Trump y Musk libra contra la cultura occidental forjada en las revoluciones culturales del siglo XX.

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Claudio Fantini

Claudio Fantini

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