Thursday 12 de September, 2024

MUNDO | 17-08-2024 08:39

Un villano y un héroe

Que el liderazgo total de Hamas haya quedado en manos de Yahya Sinwar fue una de las malas noticias del mundo, en días en que la noticia buena llegó desde Asia.

“Lleva la muerte en los ojos”, dijo el agente del Shin Bet que más conoce a Yahya Sinwar. Y basta ver una foto del ahora líder absoluto de Hamás, para comprobar que, efectivamente, “lleva la muerte en los ojos”.

Michael Koubi también describió al archienemigo de Israel como “un fanático” que ve la guerra como cuestión religiosa y no como “cuestión política o de tierras”.

Del mismo modo la ven los partidos ultra-religiosos que mantienen a Benjamín Netanyahu en el gobierno. Para ellos, la cuestión es recuperar el “heretz Israel”, o sea el territorio bíblico del pueblo judío.

Como apiadándose de un mundo intoxicado de noticias horribles, apareció Bangladesh con una buena noticia: las movilizaciones populares lideradas por los estudiantes derribaron la autocracia encabezada por Sheikh Hasina y pusieron al frente del gobierno interino a Muhammad Yunus.

El pueblo asiático que es hincha de la selección argentina sacó del poder a una despótica mujer que ordenaba represiones, perseguía oposites y censuraba toda crítica, para coronar como primer ministro a un hombre cuya celebridad mundial se debe a los instrumentos que creó para ayudar a los pobres.

Yunus es un economista cuyo activismo social para combatir la miseria fue a través de invenciones financieras, pero en el 2006 se le concedió el Premio Nobel de la Paz, y no el de Economía. Algo tan extraordinario como revelador.

Los bancos otorgan créditos a quienes pueden devolverlos, por eso los más pobres siempre están excluidos de esa posibilidad. Muhammad Yunus creó el Grameen Bank y los microcréditos para convertir en emprendedoras a personas sumergidas en la miseria. Y con esos instrumentos financieros fueron millones las que salieron de la pobreza extrema en Bangladesh y otros países.

Sus aportes a la lucha contra la miseria ya le habían valido el Premio Príncipe de Asturias, pero fue el Nobel de la Paz el que elevó tanto su notoriedad en Bangladesh que la autoritaria primera ministra terminó viendo en él a un peligro que debía conjurar. Comenzaron así las denuncias y acosos contra Yunus.

El reverso del “banquero de los pobres” es Sinwar, el ejecutor de la estrategia concebida para que Israel cometa crímenes atroces contra la población gazatí. Netanyahu está dispuesto a esos crímenes y una guerra prolongada le sirve para seguir atrincherado en el gobierno de Israel, al que convirtió en su guarida para resguardarse de los jueces que lo acusan de corrupción.

Sabiendo todo eso, Sinwar lanzó el pogromo sanguinario que detonó esta guerra. ¿Qué fue exactamente lo ocurrido el 7 de octubre? La definición más precisa no es “ataque” sino “provocación”. Un ataque tiene como fin último el daño causado con esa acción, mientras que el fin último de una provocación no es ese daño, sino la consecuencia inmediata de ese daño.

Sinwar “provocó” a Netanyahu  para que lance al ejército a una operación que, inexorablemente, será criminal por la cantidad muertes civiles que ocasionará. La estrategia de Hamás convierte a los niños y demás civiles de Gaza en carne de cañón, para lograr lo que logró: manchar con sangre la imagen de Israel.

Que Sinwar haya escrito el guión que Netanyahu sigue al pié de la letra no resta criminalidad a la ofensiva israelí, pero muestra la naturaleza siniestra de Hamás.

Tan funcional es Netanyahu a Sinwar que acaba de convertirlo en dueño absoluto de Hamás, asesinando al jefe del ala política, Ismail Haniye.

Sinwar ya era jefe político y militar en Gaza, pero más allá de ese territorio, estaba Haniye manejando desde Qatar la totalidad de la acción política de Hamás.

Por cierto, Haniye no era una paloma. No hay palomas en Hamás. Pero Sinwar es el halcón más despiadado y más partidario de la prolongación de esta guerra. Su objetivo es que Israel destruya aún más infraestructura y mate muchos más civiles y niños gazatíes.

Lo que consiguió en materia de hundir a Israel en el aislamiento y el desprestigio, es inmenso. La guerra que aceptó Netanyahu tapó las masacres de civiles judíos, incluidos muchos niños, en las aldeas agrícolas del sur de Israel.

Haniye era el jefe de negociadores y, como tal, estaba obligado a cierta moderación, siempre rechazada por el halcón imperante en Gaza. La bomba que mató a Ismail Haniye en Teherán tuvo como inmediata consecuencia, no el debilitamiento de Hamas, si no el empoderamiento total del máximo responsable del pogromo del 7 de octubre.

Ahora el mayor instigador a que Israel arrase la Franja de Gaza y la vida de su población, controla totalmente a Hamas. Y eso es tan funcional a Netanyahu que lleva a especular sobre la razón de haber ordenado matar a Haniye.

En definitiva, muerto el jefe político, Sinwar quedaba como única figura fuerte. La posibilidad de que ocupara la posición que Haniye dejó era altísima. Con su poder ampliado, Sinwar podrá prolongar el conflicto para que sigan lloviendo bombas israelíes que masacran población civil.

Lo haya planeado o no Netanyahu para seguir atrincherado en esta guerra, está claro que le resulta conveniente que al monopolio del poder en Hamas lo tenga Sinwar.

Una mala noticia más en un mundo cuya única noticia buena provino de Asia.

Sheikh Hasina es hija de Mujibur Rahmán, uno de los padres de la independencia de Bangladesh. El territorio fue parte de la “Joya de la Corona” de la reina Victoria, hasta que el fin del colonialismo británico lo dejó bajo soberanía del Estado musulmán que nació con capital en Karachi. La guerra separatista de 1971 permitió al hasta entonces llamado Pakistán Oriental convertirse en Bangladesh.

Ser la hija de Mujibur Rahman permitió a Hasina llegar en el 2009 al poder como líder de la Liga Awami, partido conservador y moderadamente islamista. Pero al comenzar esta década ya era una déspota.

En un mundo con tantos problemas, fue bueno que el pueblo bengalí derribara a Hasina para encomendar el restablecimiento del orden democrático al “banquero de los pobres” Muhammad Yunus. La contracara del nuevo dueño de Hamás, ese hombre que “lleva la muerte en los ojos”.

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Claudio Fantini

Claudio Fantini

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