La aparición de la variante Ómicron, un año después de que el mundo se embarcara en vacunaciones masivas para combatir la pandemia causada por el virus SARS-CoV-2, ha puesto en evidencia las inequidades en la distribución de la vacuna en los países en desarrollo lo que, en palabras del director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesu, permite que el virus que causa Covid-19 se “propague y evolucione de maneras que no se pueden predecir ni prevenir”.
Hasta fines de noviembre, los países de bajos ingresos habían recibido solo el 0,6 por ciento de las vacunas anti-Covid del mundo, mientras que las naciones del G20 habían recibido 80 por ciento, señaló Adhanom.
Durante una reciente sesión especial en la ONU, el funcionario de la OMS hizo hincapié en que “ningún país puede vacunar para salir de la pandemia por sí solo” y que “ninguna región, ningún país, ninguna comunidad ni ningún individuo está a salvo hasta que todos estemos a salvo”.
Desde Kochi (India), el epidemiólogo Said Manu Raj, asegura: “África estaba pidiendo vacunas y ninguno de los países ricos escuchó; simplemente acumularon más de lo que necesitaban. Cualquier nación que se retrase en la vacunación probablemente será caldo de cultivo de más mutaciones. El mundo tendrá que ser más equitativo o seguiremos viendo cosas malas”.
Retrasos en América Latina
Hasta el 16 de diciembre de este año, y de acuerdo con los datos de la OMS, se habían aplicado un total de 8.337.664.456 vacunas en el mundo. El número parece bueno, pero la inequidad es su marca. El 56% de la población de América Latina y el Caribe está completamente vacunada. Sin embargo, a pesar de esta cobertura de la vacunación, Clarissa Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) advirtió que "millones de personas en nuestra región aún no han recibido una sola dosis". Y completó: "La inequidad en torno a las vacunas continúa dividiéndonos y, si no abordamos estas brechas evidentes, no lograremos controlar este virus".
Guatemala, Jamaica, San Vicente y las Granadinas, Nicaragua y Haití muestran una cobertura por debajo del 20 por ciento. “Tuvimos dificultades de acceso desde el principio”, comenta Jarbas Barbosa da Silva, subdirector del organismo sanitario. De acuerdo con Barbosa, y durante las primeras etapas, los países ricos acapararon toda la producción de los laboratorios Pfizer y Moderna, ignorando a COVAX, mecanismo global creado para garantizar la distribución equitativa de las vacunas contra la Covid-19, dirigido por Gavi, la Alianza de Vacunas.
Además, AstraZeneca tuvo una importante escasez porque la India, principal comprador de su fabricación, suspendió las exportaciones en marzo. “Este año, América Latina debería haber recibido 80 millones de dosis de esa empresa, pero no recibió ni el 10 por ciento”, señaló.
“COVAX no pudo apalancar su capacidad de negociación, que debería haber sido la suma del poder adquisitivo de varios países”, señala Felipe de Carvalho, coordinador de campaña de acceso de Médicos Sin Fronteras.
Dado que continúan las demoras, los países latinoamericanos han recurrido a fabricantes en Rusia (Sputnik V) y China (Sinovac, Sinopharm), y la OPS está trabajando con instituciones públicas y privadas en Argentina y Brasil para desarrollar vacunas de ARNm como parte de una estrategia para reducir su dependencia.
A fines de noviembre se registraron los dos primeros casos de Ómicron en Brasil, lo que se suma a la preocupación por la rápida propagación de la nueva variante, especialmente en países de la región con bajas tasas de vacunación.
Ómicron, una variante que presenta 50 mutaciones —la mayoría de ellas, más de 30, en la proteína “espiga” (spike) que ayuda al virus a infectar las células humanas—, apareció a principios de noviembre de 2021.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) la cantidad de casos registrados de duplica cada 1.5 y 3 días en aquellas áreas en las que hay transmisión comunitaria. Esto llevó a diversos países a volver a imponer restricciones de viaje, reforzar la vigilancia, dictar cuarentenas parciales y estudiar la vulnerabilidad de la variante a las vacunas existentes.
Lecciones desde la India
India, donde a principios de 2021 surgió la muy contagiosa variante Delta, aprendió por las malas las consecuencias de llegar tarde a las vacunas. Ese país, importante fabricante y exportador de vacunas, reaccionó ante Delta con vacunas gratuitas hasta el 21 de junio. Para entonces, aproximadamente cuatro millones de personas habían muerto debido a que los hospitales estaban saturados y se agotaron los suministros de medicamentos esenciales y oxígeno.
Sin embargo, las vacunaciones masivas realizadas en el país, que figuran entre las mayores campañas de este tipo en el mundo, tuvieron un efecto positivo. En una nación que registró un promedio de 40.000 nuevos casos por día durante los meses pico de la segunda ola (entre abril y septiembre del 2021), ahora el número ha bajado a un promedio de 10.000 nuevos casos por día y sigue disminuyendo de manera constante.
Manohar Agnani, secretario adjunto del Ministerio de Salud del país, dijo en un seminario web que “casi 80 por ciento de la población adulta elegible en India ha sido vacunada contra Covid-19 con una primera dosis, mientras que 38 por ciento ha sido vacunada por completo”. Sigue siendo realmente poco, y más ante la variante Omicron, que de acuerdo con los estudios preliminares requiere de la aplicación de terceras dosis de refuerzo.
Los primeros casos de infección por Ómicron en ese país —un médico y un ciudadano sudafricano— fueron anunciados en conferencia de prensa el 1 de diciembre por el Ministerio de Salud. “Para un país donde todas las personas están infectadas y la mayoría de las que quedan están vacunadas, no hay por qué temer”, opina Raj. Las extensas encuestas serológicas de la India sugieren que 70 por ciento de los 1.300 millones de habitantes habrían adquirido anticuerpos contra el coronavirus SARS-CoV-2 en abril.
“Si bien es inevitable que surjan nuevas variantes, como ocurre con la influenza, no está claro si todas presentarán el mismo riesgo que vimos con la Delta”, puntualiza Ramanan Laxminarayan, epidemiólogo, fundador y director del Centro de Dinámica, Economía y Política de Enfermedades en Washington DC. Y agrega: “De todos modos, nuestra mejor apuesta es aumentar la cobertura de vacunación, porque protege, al menos parcialmente, también contra nuevas variantes”.
África desfavorecida
Catherine Kyobutungi, directora ejecutiva del Centro Africano de Investigación de Población y Salud con sede en Nairobi, dijo que COVAX no cumplió con las expectativas de África, lo que obligó a los países a recurrir a las donaciones de los países ricos que tenían exceso de existencias. “Estas donaciones son impredecibles y erráticas y muchos países han tenido que lidiar con períodos de demasiadas dosis y con falta de existencias”, precisó.
Según la OMS, nueve países africanos, incluidos Marruecos, Sudáfrica y Túnez, habían alcanzado el objetivo tener al 10 por ciento de su población vacunada a principios de septiembre. A finales de mes, seis países más habían logrado o superado ese objetivo. Las islas Mauricio y Seychelles registraron más del 60 por ciento de su población vacunada.
Pero para Kyobutungi, ese objetivo es demasiado bajo para lograr la inmunidad colectiva contra el SARS-CoV-2. “Se necesita tener alrededor del 90 por ciento de la población completamente vacunada”, especifica.
Países como Burkina Faso, Gambia, República Democrática del Congo, República Centroafricana, Madagascar, Níger, Sudán del Sur, Sierra Leona y Uganda tienen menos del uno por ciento de su población completamente vacunada, observó.
“África se ha visto defraudada por el resto del mundo. Al no tener su propia capacidad de desarrollo y fabricación de vacunas ha quedado al final de la fila”, apunta Kyobutungi.
Nigel Garett, jefe de patogénesis e investigación de vacunas en el Centro para el Programa de Investigación del SIDA en Sudáfrica, dijo que la falla radica en que los países africanos “no son vistos como un mercado comercial por las empresas prominentes, especialmente las que producen vacunas de ARNm”.
El nuevo objetivo de la OMS de vacunar al 40 por ciento de la población de cada país para fines de diciembre tiene muchas más posibilidades de éxito en las regiones del Mediterráneo oriental y América Latina que en África.
El “Objetivo de Diciembre” se considera un paso clave para la Estrategia de la OMS de lograr la vacunación mundial contra Covid-19, que tiene como meta cubrir al 70 por ciento de la población mundial para mediados de 2022.
De los 22 países de la región del Mediterráneo oriental de la OMS, siete lograron antes de tiempo el objetivo marcado para el fin de diciembre, mientras que otros siete están en camino de conseguirlo, dijo Amjad Al Khouli, asesor de epidemiología de la OMS en la región de Medio Oriente. Pero los otros ocho países de la región están luchando por ponerse al día, remarcó.
Además de la epidemia de noticias falsas, que llevan a la población a dudar de la eficacia e incluso necesidad de las vacunas, los conflictos en la región fueron otro problema. “La principal razón de la situación en países que están lejos de lograr el objetivo es la fragilidad de los sistemas de salud, el clima de conflicto y las repercusiones de diversas emergencias”, sintetiza Al Khouli.
También culpa al suministro insuficiente de vacunas debido a la distribución “injusta”, la mala logística y las dificultades para llevar las dosis de las vacunas a áreas geográficas inseguras. Los retrasos, además, causaron que se venzan vacunas, que son frágiles y tienen plazos de vigencia determinados.
Ranjit Devraj, Gilbert Nakweya, Pablo Corso y Hazem Badr para SciDev
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