Tuesday 30 de April, 2024

OPINIóN | 12-04-2024 10:25

Los aprietes, de Videla a Milei

Los ataques a la prensa en general y a NOTICIAS y Perfil, en particular, no son nuevos. Viejos métodos para acallar a los críticos.

En 1973, al llegar a su fin otro de los tantos períodos de dictaduras militares en la Argentina, María Elena Walsh escribió “Cómo la Cigarra”. Arrancaba así: “Tantas veces me mataron, tantas veces me morí / Sin embargo, estoy aquí, resucitando / Gracias doy a la desgracia y a la mano con puñal / Porque me mató tan mal / Y seguí cantando…” La canción tuvo éxito porque se la interpretó como la resiliencia de la sociedad frente a los gobiernos autoritarios, y se hizo célebre durante la última dictadura militar que comenzó en 1976.

Las manos con puñales que pretendieron matar a editorial Perfil, a su fundador Jorge Fontevecchia y, desde su creación en 1989, a la revista NOTICIAS, también lo hicieron muy mal. Y, como María Elena, les agradecemos a ellas su torpeza, porque en lugar de matarnos, lo que siempre lograron esos intentos fallidos fue fortalecernos. Por eso, no es original el intento de un presidente como Javier Milei de destruir a una editorial independiente y crítica del poder de turno. Lo hicieron muchos antes que él.

Lo hizo la dictadura, cuando clausuró repetidamente a la revista La Semana (predecesora de NOTICIAS) y Fontevecchia, su joven director, primero terminó detenido en el centro clandestino “El Olimpo” y luego fue obligado a exiliarse en los Estados Unidos hasta el regreso de la democracia.

Lo hizo el menemismo, cuando esta revista fue el medio que más juicios debió soportar de aquel gobierno con mayoría automática en la Corte Suprema, además de las continuas amenazas y los atentados con bombas sufridos en Perfil. Fue en ese período en el que se recibió el peor de los castigos: el asesinato de nuestro fotógrafo José Luis Cabezas, tras haber sido ésta la única redacción dispuesta a investigar a la mafia Yabrán.

Lo hizo el kirchnerismo, cuando las represalias cobraron forma de discriminación con la publicidad oficial que se distribuía entre casi todos los demás medios, con prohibición de acceso a las fuentes oficiales y a la propia Casa Rosada y con ataques públicos a NOTICIAS, al diario Perfil y al fundador de esta editorial: “Me llevo bien con todos los periodistas, salvo con uno, Fontevecchia”, dijo Néstor Kirchner; “Fontevecchia es peor que Magnetto”, escribió Cristina en su libro. Ahora con el mileismo –como antes con la dictadura, el menemismo y el kirchnerismo–, el poder de turno vuelve al ataque.

Pero si bien el objetivo de Milei es el mismo (la destrucción de un medio que no suele otorgarle luna de miel a los mandatarios más duros y empoderados), esta vez tiene la particularidad que le aporta este hombre: una violencia discursiva y gestual muy distinta a cualquier otro. Siendo él mismo el principal protagonista de esa avanzada autoritaria contra aquellos que no piensan igual. La otra particularidad que le aporta Milei al apriete es que, si bien él parece darle un énfasis mayor a sus ataques hacia Perfil y NOTICIAS, también puso en la mira a muchos otros medios y periodistas.

Incluso a aquellos que claramente muestran una actitud positiva o directamente oficialista, pero que igual ofuscan al líder de La Libertad Avanza por ejercer la libertad con alguna palabra o entonación que el Presidente considera inadecuada. Ese tipo de agresiones ya le valieron múltiples repudios y llamados a la reflexión de entidades como la Academia Nacional de Periodismo, FOPEA y ADEPA, entre otras.

Nada de eso hará cambiar a alguien que, por naturaleza y por estrategia, decidió confrontar con aquellos factores sociales que inciden en la cultura de una sociedad, como sus periodistas, intelectuales y artistas. Milei confronta con herramientas similares a sus antecesores. Acusa con nombre y apellido, usa a comunicadores oficialistas para maltratar a los que critican al Gobierno e infunde el temor para generar autocensura.

Y algo más: como hizo el kirchnerismo, comenzó en las últimas semanas a discriminar con la distribución de publicidad oficial a través de los organismos descentralizados del Estado. Imagínense quiénes son los que, otra vez, no recibirán nada… La diferencia es que gracias a la conocida "causa Perfil" por la que aquel gobierno fue condenado, ya nadie puede volver a cometer ese delito. No, al menos, sin exponerse a una nueva condena.

En fin, para pesar de Milei, esta editorial resistirá igual que lo hizo con todos los que la atacaron en el pasado. No será fácil, porque nunca lo fue y porque al apriete oficialista se le suma una situación económica que afecta a todas las empresas argentinas por igual. En cualquier caso, lo grave no sería la reiteración de esos ataques. Lo más grave sería que haya un sector social que lo naturalice, como ya ocurrió en el pasado. Sería no haber aprendido de los errores. Sería repetirlos.

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Gustavo González

Gustavo González

Presidente y CEO de Editorial Perfil. En Twitter: @gonzalezenzona

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