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PERSONAJES | 07-09-2012 14:26

“Puedo ponerle música a la guía telefónica”

Pianista, compositor y director de orquesta, repasa su rica vida artística. Química y exilios con Nacha, mantras y una mujer joven.

Recuerda que para el Maharishi Mahesh Yogui “La música es el despertar del silencio, y es la definición más bella que conocí en mi vida”. Vida la suya, bien vivida, con intensidad y el mérito de seguir entre pentagramas, sin apartarse nunca de su pasión, a pesar del exilio y sus bemoles. A los tres años ya estaba sentado al piano sobre el escenario del Coliseo Podestá de La Plata; hasta los 12, sus padres –Fermín Favero y Elcira Ramos– fueron sus maestros. Músico precoz, a los 17 recibió el Premio Nueva Figura del Centro de Estudios Especializados en Jazz de Buenos Aires. “Papá era el violinista de la familia y mamá, soprano de ópera; mi hermano Fernando es concertino de la Sinfónica del Teatro Argentino de La Plata y mi hermana Nélida, violista y tecladista. Creo que mi tía abuela era la famosa Mafalda Fávero, soprano de la Scala de Milán, madrina artística de Luciano Pavarotti con quien él grabó su primera ópera”.

Noticias: ¿Fávero, con tilde?

Alberto Favero: Sí, porque el apellido es del Véneto. Mi abuelo era de Villa del Conte, cerca de Cortina d´Ampezzo. El 66% de la población es Fávero. Después pasó a España como Fabro y llegó a la Argentina, circa 1875, como Favero.

Noticias: ¿Cuántas parejas tuvo?

Favero: Me casé a los 19 años con Adriana Durán, no tuvimos hijos. Éramos demasiado jóvenes, no llegamos al año de matrimonio. Después empecé la relación con Nacha –una mezcla de telones con sábanas– que dio muy buenos frutos artísticos y biológicos: tenemos a Juan Pablo (40) nuestro hijo. Nacha ya era madre de Ariel del Mastro (50) y de Gastón Briski (46). Estuvimos juntos 18 años o sea que crié a los tres. Todavía –si hay un tema– me piden una opinión. Seguimos trabajando juntos porque nos sentimos como una cúpula de excelencia técnica. Ariel es extraordinario haciendo luces y Gastón con el sonido. En el `86 me casé con Laura Rivero (51) que escribe, canta y baila.

Noticias: Esos años con Nacha, con hijos, expulsados por la triple A, habrán sido bien difíciles.

Favero: Nos fuimos a Perú pero no llegamos a estar ni 15 días porque fue el tremendo terremoto del `74. Partimos a México pero volvimos a la Argentina, para poner “Las mil y una Nachas”, una marca registrada del musical argentino. Hicimos solo dos funciones: la primera para la prensa y en la segunda nos pusieron una bomba.

Noticias: Y otra vez Ezeiza.

Favero: Sí, a México. Actuamos en una peña de Ángel Parra en Coyoacán, en una capilla del siglo XVI. Su hermana, Isabel –ambos hijos de Violeta– se enamoró de “Te quiero” y la cantó. Vivir en el exilio es complicado, sobre todo cuando los hijos llegan a la adolescencia. Tenía veintipico y de repente me vi con una familia en el extranjero. Me la banqué porque había mucha conexión y eran unos chicos magníficos.

Noticias: ¿Juan Pablo hace música?

Favero: Como hobby. Toca la guitarra, canta rock cristiano. Estudió Psicología en USA, es psicólogo deportivo y técnico de soccer femenino en San Diego.

Noticias: ¿Le gustó vivir en Manhattan?

Favero: Demasiado estrés y violencia. Viví entre el `80 y el `82. Después se calmó con el alcalde Rudolph Giuliani. Pero eso de ponerme el jogging y las zapatillas fue una pesadilla. Llegaban las cuentas con una regularidad nazi y me volvían loco; para colmo, me agarró la época de la recesión con Ronald Reagan. Veníamos de México, donde hubo una devaluación muy grande y nos cancelaron contratos.

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por Sissi Ciosescu

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