El punto de mayor temor en la familia de Máximo Kirchner se dio con la muerte del fiscal Nisman. Por esos meses, Rocío García, la pareja de Máximo, tenía tanto pánico de que algún fanático anti K tomara represalias contra su hijo Néstor Iván que prohibió a las empleadas de la casa salir a pasear con el nieto de la entonces presidenta. La paranoia llegó a tal extremo que se le quitó copia de la llave de la casa a todos los que la tenían: empleadas domésticas y custodia. Una tarde, la presidenta quiso ir a visitar a su nieto y cuando llegó se encontró con la casa cerrada. Néstor Iván estaba adentro con una empleada. Nadie podía entrar ni salir. Cristina Kirchner le preguntó a la custodia por qué no tenía llave y ellos respondieron: “órdenes del señor Máximo”. Cristina lo llamó a su hijo y el reto fue tan duro que tuvo que volver todo a la normalidad. Cada cual recuperó su copia de la llave de la casa.
Hoy, con CFK fuera del poder, la paranoia es similar a la de aquella vez. Las preocupaciones de Máximo pasan por las causas judiciales que lo involucran a él y a su madre, las internas de su propia agrupación, La Cámpora, las alianzas con miras a las parlamentarias del año próximo, y su hija recién nacida, Emilia.
Rocío García dio a luz el 21 de este mes, en compañía de Máximo y su madre, la ex presidenta, quien se quedó para colaborar. A los cuatro días, Máximo ya estaba de vuelta en Buenos Aires. El miércoles 26 por la tarde se reunió con Fernando Espinoza y su esposa Verónica Magario, intendenta de La Matanza, para organizar el acto que al día siguiente se iba a realizar en Villa Palito para homenajear a Néstor Kirchner a 6 años de su muerte.
por Rodis Recalt
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