La mansión de Mario Quintana en Cariló es como un gigante que se erige sobre la playa bonaerense. A pesar de su inmensidad –el terreno es de 4.500 metros cuadrados, y la casa ocupa más de 700–, tiene un perfil que se adecua al de su dueño: la calle Águila, donde se ubica, no tiene salida, y “El Remanso” es el último hogar de ese pasaje de arena y tierra. Bien lejos de todo y de todos. De hecho, para entrar en la gigantesca construcción es necesario bordear un camino de diez metros de arbustos, y cualquier visitante queda expuesto, porque la enorme residencia se ubica a más de tres metros sobre la línea del suelo.
La mansión la construyó en 1989 Saúl Roij, un histórico de la zona que era el representante en Argentina de Pierre Cardin, un célebre diseñador de moda italiano. En aquel entonces, era la única residencia que se ubicaba en la “primera línea” de Cariló, sobre la playa. Roij se desprendió del “Remanso” hace diez años, y desde entonces una mitad pertenece a Quintana y otra a su “socio” –como lo llaman en Cariló–, Ignacio Marseillan, el director de la consultora “Spencer Stuart” y empresario exitoso, que pertenece a la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE). Ambos la pusieron a la venta hace más de un mes, y el precio, según dice la mujer que oficia de intermediaria, “no es negociable”: dos millones y medio de dólares, en efectivo.
“El Remanso” tiene diez habitaciones (seis en suite), siete baños, frente de casi 100 metros que da hacia el mar, parilla cubierta, garaje para tres autos –ahí Quintana guarda su imponente jeep azul–, una dependencia para el personal de servicio que incluye baño y lugar para dos personas, una amplia piscina descubierta y climatizada, de 15x15, ducha exterior con agua caliente, hogar a leña y calefacción con radiadores. Tiene dos pisos y espacio hasta para veintiún personas. Está amueblada con piezas de calidad y lista para habitar.
Tiene, además, sala de cartas, y dos playrooms, uno de los cuales viene equipado con un home theater. “La casa está muy bien puesta”, dice la publicación que está colgada en varias páginas web de venta de casas de Cariló donde se ofrece “El Remanso”, y aclara: “Incluye caseros (ella excelentísima cocinera), piletero y jardinero”. En la localidad costera la noticia ya corrió entre los inmobiliarios, que comentan el alto precio en el que fijó Quintana y Marseillan la venta.
En todos los dormitorios hay cortinas blackout, que evitan el sol y las miradas molestas. Es que la mansión, quizás por el paso de los años, quedó hundida en una especie de valle natural de arena, y si bien eso la protege de las inclemencias del viento, también permite que cualquier curioso con ganas de trepar ese montículo de diez metros de altura se asome a espiar la intimidad de la familia Quintana.
por Rodis Recalt, Juan Luis González
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