Agustín Laje volvió a irrumpir en el debate público con un repaso detallado de lo que, según él, constituyen los grandes avances de la “batalla cultural” bajo el gobierno de Javier Milei. En un posteo acompañado por un largo hilo, el intelectual liberal respondió a quienes sostienen que el presidente no está dando esa pelea. Para Laje, ese sector representa apenas “el 5% de la derecha” y actúa por “ignorancia o mala fe”.
El escritor planteó que el triunfo de Milei marcó un punto de inflexión y que, por primera vez, la agenda cultural de la derecha logró instalarse con fuerza social. En su repaso, Laje divide los avances por niveles. Entre los ejemplos que destacan su mirada está el cierre del INADI, la revisión de contenidos de la TV Pública y el fin de la pauta estatal para medios. En ese mismo eje incluye uno de los puntos más virales: “Se corta el negocio de los ‘artistas’ que viven del Estado a cambio de apoyo político”, escribió, en referencia directa al sistema de subsidios culturales.
Otro de los fragmentos que más resonó es su lectura sobre la educación y la formación de sentido. Laje celebra la creación de mecanismos para denunciar “adoctrinamiento” en las escuelas y la auditoría de universidades públicas, a las que acusa de estar atravesadas por “uso ideológico”. Su enumeración también menciona la resignificación del ex Centro Cultural Kirchner como “Palacio Libertad” y el recorte de investigaciones “ideologizadas” en el CONICET.
Según Laje, todos estos cambios responden al proyecto que él impulsa desde hace más de una década: instalar valores conservadores, cuestionar el feminismo y recuperar lo que considera “tradición occidental”. El giro simbólico —fin del lenguaje inclusivo, restitución del Día de la Raza, banderas LGBT retiradas de organismos públicos— completa la lectura de un país que, según él, está dejando atrás el “relato progresista”.
Para el escritor, lo ocurrido desde diciembre de 2023 demuestra que la derecha ya dejó de ser marginal: “La juventud argentina ha girado fuertemente a la derecha”, afirmó. Su conclusión es tajante: “Quien niegue que la batalla cultural se está dando, solo puede hacerlo por ignorancia o mala fe”. Y remata: todos estos cambios, subraya, sucedieron “en menos de dos años”.














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