Hilda Horovitz compró un dron con la intención de sobrevolar la casa de Oscar Centeno en Olivos y filtrar las imágenes a la prensa. Ella tiene la teoría de que el ex chofer de Roberto Baratta no está oculto en algún lugar perdido del país y con una nueva identidad como parte del programa de protección de testigos. Horovitz cree que está viviendo otra vez en su casa de Olivos en la calle Nicolás Repetto, a una cuadra de la autopista Panamericana. El mismo lugar donde convivieron tiempo antes de que la causa Cuadernos estallara por los aires.
En los últimos dos años, la vida de Hilda transcurrió sin demasiados sobresaltos. La pandemia la dejó en una situación económica de muchísima debilidad. Algunos días de la semana almuerza en un comedor y cada tanto hace alguna changa que complementa con el cuidado de la hija de una vecina. Pero en las últimas semanas, tras la revelación de los mensajes de WhatsApp del teléfono de Roberto Baratta, su vida se volvió a convulsionar. Le intentaron abrir la puerta de su casa un sábado a la tarde mientras ella estaba en el lugar. Preguntó quién era y del otro lado no le contestaron. Se asustó mucho, por lo que decidió denunciar el hecho a través de su abogado Adrian Biancotto, quien se presentó ante el Tribunal Oral Federal 7, que tiene el expediente Cuadernos, en el que Horovitz es uno de los testigos. La intención del letrado es que la ex pareja de Centeno entre en el programa de protección de testigos, al igual que el ex chofer de Baratta, pero por ahora solo le pusieron una consigna policial y le dieron un botón antipánico.
El chofer. El presente de Centeno es un misterio, pero Horovitz puede estar en lo cierro en cuanto a su paradero. En la cuadra donde está la casa del ex chofer de Baratta, los vecinos aseguran que él está viviendo ahí, en su casa. NOTICIAS visitó el lugar y se encontró con una casa a simple vista con poco movimiento, las persianas bajas y un poco de basura sobre el césped en el jardín de la entrada, pero con el pasto bien cortado. En la casa hay instaladas tres cámaras de seguridad que cubren diferentes ángulos del ingreso principal y están siendo monitoreadas en todo momento por un equipo de seguridad que cuida a Centeno. Mientras un cronista de esta revista hablaba con diferentes vecinos de la cuadra, de un momento para el otro, una persona se acercó hasta la casa de Centeno a preguntar qué estaba averiguando. “Estamos haciendo una nota sobre el ex chofer de Baratta”, se le dijo a la persona. El hombre se puso nervioso y contestó tartamudeando y tocándose la cabeza. “Acá no vive Centeno”, respondió sin que se le mencionara el apellido del autor de los cuadernos y agregó. “Vivo yo”.
Noticias: ¡Ah! ¿Y vive desde hace mucho?
Persona: Desde hace más de un año.
Noticias: ¿Y le alquiló directo a la familia?
Persona: No, por inmobiliaria.
Lo llamativo de la situación fue que la persona nunca ingresó a la casa y dijo que había visto por las cámaras que había gente merodeando. Antes de despedirse volvió a preguntar el nombre del periodista y al irse no entró a la casa que supuestamente alquila sino que se fue caminando y hablando por teléfono. Uno de los vecinos consultados afirmó que hace poco más de un mes lo vio a Centeno y que incluso tiene el pelo más canoso que en las fotos que se conocen de él.
La seguridad de Centeno está en manos de un grupo especial llamado “Los Lobos” y fue creado dentro de la órbita del Servicio Penitenciario Federal que depende del Ministerio de Justicia con la única finalidad de brindar asistencia al programa de protección de testigos.
Centeno está aislado desde hace más de tres años y estuvo viviendo en diferentes lugares.
Cuenta pendiente. Para Hilda la historia con el ex chofer no está cerrada. Quedó dolida por el maltrato y quiere revancha. Las entrevistas y la ventilación de sus chats con Baratta la dejaron en un lugar incómodo. Su hija se enojó con ella porque “se expone demasiado”, pero a Hilda no le importa. El enojo con Centeno es más fuerte. Todavía no aprendió a usar el dron, pero lo tiene guardado en un cajón mientras intenta estudiar la manera de hacerlo volar y así poder sacarse la duda de si su ex está o no en la casa que compartieron durante casi nueve años.
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