No son días fáciles para Alberto Fernández. Por donde mire le aparecen desafíos: acaba de ser imputado por una acusación que involucra a su secretaria histórica y una contratación sospechosa en la Anses, y también está buscando su futuro laboral y político mientras el grueso del Partido Justicialista hace presión para obligarlo a renunciar al frente del mismo. Parece que no es sencillo ser ex presidente de Argentina.
Millas. El periplo, luego de abandonar la Quinta de Olivos, había arrancado complejo para su antiguo inquilino. En las fiestas se filtró un video donde se lo veía cenando en un restaurante de lujo en España. Fernández luego explicó que había sido una invitación, pero la polémica se instauró igual. Encima, con el paso de los días volvió a levantar. Un turista lo grabó cargándole nafta a una camioneta Mercedes Benz que sale más de 100 mil dólares, y las redes no perdonaron.
En aquel país europeo se había instalado Fernández. Había recibido un guiño del PSOE, el partido que comanda su amigo, el presidente Pedro Sánchez, que incluso le prestó una oficina en la que se instaló el argentino y que usaba para trabajar. Cada tanto algún argentino pasaba a visitarlo, y el hombre aprovechaba para contar su visión del triunfo de Milei y del ocaso del gobierno que comandó: sostiene que el origen de todos los males su pelea con Cristina Kirchner, a la que achaca como responsable del conflicto.
Ahora volvió al país, aunque será apenas una escala. Irá primero a México, el lunes 4, y luego a Bolivia. En ambos países dará conferencias, una sobre el uso de fake news en la política y otra de corte más económico. El hombre también piensa mantener algunas reuniones con figuras políticas de la región como para volver a poner su nombre en el tablero.
El futuro -al menos laboral- de Fernández irá por el lado de las relaciones internacionales. De hecho, sigue siendo el representante en Argentina del Grupo de Puebla, el organismo que nuclea a políticos y ex mandatarios de Latinoamérica y que este año se encuentra en expansión.
En cambio, en política local viene más complicado. Su alejamiento del PJ, al menos como presidente, es un hecho para la mayoría de las tribus del peronismo, mientras que sigue sin dirigirse una palabra con CFK ni su hijo. Su círculo de contacto sigue siendo el mismo que cuando era presidente: Vilma Ibarra, Gabriela Cerruti, y Victoria Tolosa Paz.
En paralelo podría complicarse el frente judicial de Alberto Fernández: fue denunciado por una supuesta malversación de fondos públicos de la Anses, lo que parecería convertirse en un tema de agenda en lo inmediato. Fernández niega tener algo que ver y apunta a su histórica secretaria. Son días difíciles para el ex mandatario.
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