Allá lejos y hace tiempo, había una parrilla en la Avenida Entre Ríos que era el epítome del restaurante argentino. Decorada en un exuberante estilo normando, “La Cabaña” era visita obligada para todo invitado internacional al que hubiera que impresionar con nuestra carne, desde Charles de Gaulle y Fidel Castro hasta Joan Crawford y Madonna. Leyenda urbana o no, fueron los “inventores” del bife de chorizo, o mejor dicho los responsables de bautizar con ese nombre al hasta ahora conocido entrecôte, proveniente de una parte de la vaca que, antes de cortarse, tiene forma triangular y cilíndrica, como el chorizo. En los años 40, incluso tenían su propio borgoña y riesling, las cepas más consumidas de la época. Un auténtico baluarte de la gastronomía porteña.
Ochenta años después, “La Cabaña” sigue vivita y coleando. Ahora está en Puerto Madero, donde no sólo sobreviven algunos objetos emblemáticos, como la jaula de hierro que conserva botellas de Chianti, sino los valores. La comodidad y el servicio siguen siendo prioridades de la casa. Las carnes son de la raza Aberdeen Angus, exclusivamente de pastura, las porciones son abundantes y las cocciones se respetan.
Como obliga la época, en la carta hay carnes maduradas en su propia cámara, además de cortes para deslumbrar, como el bife de lomo de 1.000 gramos y el Ojo del Rey, de 800 de gramos. También hay platos de cocina, entre ellos algunos históricos como el cóctel de langostinos con salsa golf, el medallón de lomo Eduardo VII y las costillas de cordero. La clientela no está integrada sólo por turistas, también hay largas mesas de porteños.
Llegar gozando de tan buena salud a los 80, merecía un brindis. Y para ello nada como revivir la opulencia de antaño con un vino propio, esta vez un Malbec, cepa insignia de la Argentina. La reconocida enóloga Dany Rolland, propietaria junto al célebre enólogo Michel Rolland de varios chateaux en Francia y de selectos viñedos en Valle de Uco, estuvo a cargo de su realización. El Malbec de “La Cabaña” nace en los viñedos Mariflor y se madura durante 12 meses en barricas nuevas de roble francés. Es un varietal frutado, jugoso, fácil de tomar, es decir, perfecto para acompañar un buen asado. Se comercializa únicamente en “La Cabaña” así que pruébelo allí mismo y lleve una botella.
Otro servicio de la casa son las Grill Cookery Lessons, es decir, las clases de parrilla que incluye un delantal parrillero, un diploma y un almuerzo o cena en el restaurante.
Cocina ★★★
Servicio ★★★★
Ambiente ★★★★
por Cayetana Vidal Buzzi
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