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TEATRO | 19-07-2013 15:57

Vanidad y literatura

“Los elegidos”, de Theresa Rebeck. Dirección: Daniel Veronese. Con Jorge Marrale, Victoria Almeida y elenco. En el Paseo La Plaza, Corrientes 1660.

Por Theresa Rebeck es la responsable de “Smash”, la notable serie televisiva producida por Steven Spielberg, que gira en torno a la producción de un musical sobre Marilyn Monroe; es una guionista clave de la franquicia “La ley y el orden”, y también es autora de una importante cantidad de piezas teatrales. “Los elegidos” (título original “El seminario”), una de sus obras más recientes, cuenta la historia de cuatro jóvenes aspirantes a escritores que realizan un taller (carísimo) con una figura célebre del mundo literario. Víctor (Jorge Marrale) es un profesor despótico y por momentos grosero, que usa la crueldad para movilizar y calificar a sus estudiantes: Mara (Victoria Almeida) es una joven de familia adinerada, dueña del lujoso departamento donde se realiza el taller, que aburre al profesor con su apego a Jane Austen. Tomás (Lautaro Delgado) trata de cultivar los privilegios de un apellido ilustre y se gana el desprecio del maestro. Nati (Manuela Pal) es una máquina sexual que obtiene la aprobación del profesor sin mayores dificultades. Y Martín (Benjamín Vicuña) es el más misterioso de todos ellos, en principio porque nadie ha visto sus textos. Por otra parte, es el único que se anima a cuestionar profesionalmente a Víctor, señalar sus desprolijidades y mencionar sus ridículos honorarios.

Son las actuaciones las que dan textura y consistencia a esta obra: Victoria Almeida, dueña de una gracia impar, puede ser una pequeña rata de biblioteca de aspecto derrotado, o una joven atractiva, alta y segura, un poquitín impertinente. Lautaro Delgado juega en el borde de la sofisticación y no se le escapa un gesto de más. Manuela Pal es bonita y convincente; Benjamín Vicuña le da a su personaje la ira y la distancia necesarias. Y Jorge Marrale, como siempre, se apodera del escenario con la garra y el humor de un grande. La historia en sí poco tiene que ver con la literatura; en todo caso se concentra en su costado político, es decir, los secretos para prosperar en el negocio editorial. La pasión del escritor pasa por muchas tormentas interiores antes de pensar en publicar o no publicar; y si llega a tener obra escrita, no se entienden muy bien las razones para no publicarla.

Daniel Veronese dirige con destreza esta comedia que ironiza sobre el mundo de la escritura pero no toca más que superficialmente el corazón de la literatura. La escenografía de Alberto Negrín es perfecta en su lujosa sencillez y es apropiado el vestuario, aunque no todos los cambios de ropa son necesarios. Impecable la versión de Fernando Masllorens y Federico González del Pino.

por Cecilia Absatz

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