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PERSONAJES | 06-05-2016 18:31

Leandro Erlich: “Una obra profunda no debería ser aburrida”

El artista que desapareció la punta del Obelisco hace del juego con la realidad su sello personal. Obras invendibles y vanguardia.

Su obra seduce a grandes y chicos con la misma intensidad. Es que el trabajo de Leandro Erlich recupera y despierta algo innato en todos: la capacidad de asombro. Lo hace a través de obras como “Swimming Pool”, la pileta de agua real por la que pueden verse personas caminando secas debajo (y que es parte de la colección de un museo de Kanazawa, Japón); “Bâtiment”, la fachada de un edificio que mediante un espejo permite que la gente se pueda “colgar” de ella; o incluso la más reciente, “La democracia del símbolo”, que “desapareció” la punta del Obelisco para trasladarla a la entrada del Malba. Con la exploración de los límites como una de sus premisas, el suyo es un arte que no sólo une generaciones sino también nacionalidades, dada su enorme presencia y proyección internacional, con obras que se extienden de Japón a Francia y de Jerusalén a Seúl, entre otros destinos del mapa. “Uno podría imaginar que hay sociedades más extrovertidas y otras más recatadas. Pero la verdad es que la percepción visual nos unifica a todos”, analiza mientras despliega su agenda de los próximos meses, que incluye una muestra en el Museo de los Inmigrantes, la presentación de una obra inédita por los 25 años de arteBA, un proyecto para los Juegos Olímpicos de Río, otro en China, otro en San Pablo y otro en Dinamarca. Y la lista sigue.

Noticias: ¿Costó mantener el secreto de la obra del Obelisco

Leandro Erlich: Evidentemente la sorpresa era parte del proyecto, pero no había un ánimo de esconder. Creo que fue interesante como parte de la repercusión el hecho de que los medios lo tomaran un poco como un truco. Es más, creo que TN mandó un drone para descubrir cómo era. Y este proyecto en realidad no tenía que ver con esto. En mi obra en general, hay un aspecto que está relacionado con la percepción y hay algo de ilusión, pero sobre todo está relacionada con las ideas y los conceptos, y con involucrar a la gente dentro de una experiencia con un cierto sentido. No es parte de la intención que la gente no sepa cómo las cosas están hechas, todo lo contrario, a mí me interesa que la gente descubra. El truco siempre está a la vista. Sí, lo del Obelisco pasó de un día para el otro y cada uno tenía sus teorías, pero incluso habíamos hecho un video de cómo se había hecho, para hacerlo público.

Noticias: ¿Hay un tema que englobe sus obras o cada una cuenta algo distinto?

Erlich: Creo que cada obra plantea una historia diferente, pero a la vez hay un eje rastreable en todas ellas, que está vinculado a la manera en cómo percibimos las cosas y creemos que son, y a la forma en la que podemos llegar a interpretar lo que entendemos como realidad. En ese sentido, creo que la parte lúdica o que genera ese clic en la gente como para involucrarse, tiene que ver con un desplazamiento del orden de lo real. Hay un momento en el que las cosas no son como las conocemos. Y si bien ese elemento de sorpresa podría tomar una dirección incómoda, en mis obras la gente suele interpretarlo de la forma en la que lo planteo, que es de una forma positiva respecto de esa alteración.

Noticias: ¿Cómo se lleva con el proceso de venta?

Erlich: No soy un artista que tenga una relación con el mercado como la que pueden tener otros. Es que muchas de mis obras son invendibles, no por costos, sino por espacio. Y muchas otras son de carácter efímero. Quizás después del proyecto se destruyen.

Noticias: ¿Entonces puede vivir de su arte?

Erlich: Sí, por fortuna vivo de mi trabajo de artista. Así como hay obras invendibles, produzco también obras que son adquiridas por coleccionistas y museos.

Noticias: Su arte atrae especialmente a los jóvenes, ¿le interesa ese público?

Erlich: No tengo hecho un estudio, pero veo que la gente joven se siente interpelada. Es que no necesariamente una obra seria y profunda tiene que ser aburrida.

Noticias: ¿Ha pensado obras demasiado delirantes para llevar a cabo?

Erlich: Muchísimas. Hay ideas que uno tiene y no son viables y también hay muchas que no lo fueron en su momento y más tarde encontraron su oportunidad. El Obelisco es una de ellas, era un proyecto que quería hacer hace mucho, pero requería de muchísimas cosas.

Noticias: ¿Siempre pensó sus obras a esta escala?

Erlich: Hay un tema relacionado al tamaño de las obras que en la mayoría de los casos tiene que ver con plantear algo que funcione a escala humana. Si se trata de una puerta, no es la representación, sino una puerta real. Todo lo que construyo está hecho a escala del hombre. Pero fue un camino sinuoso. Empecé muy chico, y a los 18 años tuve una beca del Fondo Nacional de las Artes, y un poco más tarde otra de la Fundación Antorchas.

Noticias: ¿En ese entonces ya hacía lo que hace hoy?

Erlich: En el marco de esa beca fue cuando estaba pensando en este proyecto del Obelisco, aunque en La Boca. Después de ese proyecto seguí trabajando con espacios de la arquitectura cotidiana. Unos años después me integré a un programa de intercambio con un museo en Houston, donde desarrollé las primeras instalaciones que tomaban un espacio, por la posibilidad de trabajar en un estudio y con ayuda económica. En el 2000 me invitaron a participar en la Bienal del Museo Whitney, después la Argentina me invitó a representar al país en la Bienal de Venecia en 2001. A partir de ahí participé de muchas exposiciones en distintos lugares del mundo: La Habana, Liverpool, San Pablo, Japón, etc.

Noticias: De hecho, da la sensación de que primero se lo conoció en el exterior.

Erlich: Sí, me fui a los 24 años y volví a los 33. Las artes visuales tuvieron una gran revolución en la Argentina en ese tiempo. En el mundo en general ha habido una democratización de las artes visuales. Hay más lugar para Latinoamérica y más vías de acceso para que los artistas den a conocer su trabajo. Siempre creí que si alguien tiene algo para decir y una mínima tenacidad para exponerlo, va a haber alguien que pueda verlo. El trabajo que uno tiene como artista es cuidar la calidad de su obra. Sí es cierto que en la medida en que se produce más, también hay más ruido. Hay cosas que se ponen de moda y artistas que tienen carreras en las que todo se da muy rápido. Pero en definitiva lo que dará relevancia o no es el tiempo.

Noticias: ¿Le parece que la vanguardia del arte pasa hoy por esta interpelación y sorpresa en lugar de por la erudición para comprenderlo?

Erlich: Hay muchísimo de intuición al generar proyectos, pero respecto a las vanguardias y el arte hoy, creo que no hay una fórmula ni una única manera. Sí creo que es un gran logro que un artista pueda entenderse con su tiempo y representar el espíritu de la época. Y hay mucho de lo que pasa en mi trabajo que tiene que ver con eso, como la interacción. Toda la revolución tecnológica nos ha modificado, y creo que en eso sí veo de qué forma la gente se relaciona con la obra. Muchos se sacan selfies y las comparten. Aunque también hay obras que no son así y siguen siendo sumamente contemporáneas. Es que la línea entre la obra que tiene un grado de impacto y la que cae en el precipicio del sinsentido es muy fina.

Noticias: ¿Qué otros artistas le gustan? ¿Qué veríamos en su casa, además de arte suyo y de su mujer (Luna Paiva, también artista)

Erlich: Argentinos como Jorge Macchi, Sebastián Gordin, Diego Gravinese. El trabajo de Luna me parece extraordinario. En la época en la que existían las escuelas, los artistas se iban definiendo en relación a aquellos con los que trabajaban. Pero hay muchos artistas que tienen una obra muy ajena a la mía que sin embargo me interesan. En general está vinculado a cómo exploran los límites, como Sophie Calle y Matthew Barney.

Noticias: Muchos artistas padecen la profesión. ¿Usted cómo la vive?

Erlich: La disfruto, me apasiona lo que hago. Me gusta quizás demasiado. Y es que le dedico mucho tiempo y el costo es que no tiene horarios ni fines de semana. Se hacen muchos esfuerzos.

Noticias: ¿Cómo lleva esto su familia?

Erlich: Por suerte acompaña. Tenemos dos hijos: Iara, de 9 años, y Romeo, de 5. Luna creció con un papá artista también, y ahora los cuatro hemos formado una familia particular. A mí a la vez me gusta acompañar a Luna en sus proyectos, aunque mantenemos nuestras vidas profesionales separadas, porque cada uno tiene que hacer su camino.

Noticias: ¿Cuánto se identifica con la figura del artista un poco obsesivo y ególatra?

Erlich: No mucho. A mí lo único que me importa es el compromiso que tengo con la obra. Por supuesto que me llena de satisfacción que me reconozcan y me hagas esta nota, pero no es parte del estímulo. Habiendo dicho eso, también te digo que sin ese reconocimiento sería muy difícil poder seguir adelante y tener oportunidades.

Noticias: ¿Para qué otra cosa es bueno?

Erlich: Creo que para poco. Aunque tengo un alter ego que disfruta mucho del campo y la naturaleza. En general me interesa la aventura. Creo que parte de la decisión de dedicarme al arte está relacionado con esa libertad de poder ahondar en caminos no explorados, con la incertidumbre e inseguridad que involucra poder ir construyendo un camino no establecido.

Noticias: ¿Y alguno de los chicos se perfila artista?

Erlich: Desde que nacieron están metidos en esto, y les resulta muy natural. Hay una anécdota graciosa: vinieron unos amiguitos de Romeo a casa, y en el living hay una foto de uno de los proyectos, con gente colgada de una fachada. Un chico miró la foto y preguntó qué era. Romeo contestó, muy tranquilo: “Ah, es una pavada, eso es un espejo, ¿no te das cuenta el truco?”. ¡Lo tiene naturalizado!

Vicky Guazzone di Passalacqua (@misskarma)

Fotos: Marcelo Escayola.

por Vicky Guazzone

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