Dos de julio, vísperas de mi cumpleaños. Mi madre sentada en la cocina, mientras yo improvisaba el menú de la cena, estábamos hablando de algo como lo hacemos habitualmente. De espaldas a ella, le pregunto algo, y me responde con lenguaje balbuceante, desarticulado. Giro sobre mis talones, y observo una asimetría facial, que segundos antes no estaba, y rápidamente se instaló un desequilibrio en su posición corporal. Estaba siendo testigo del ACV (accidente cerebro vascular) de mi mama.
Llame a mi hija, recosté a mi madre en el piso, con la cabeza girada para evitar complicaciones respiratorias. Delfina, de once años, sabía que tenía que hacer. Llamar a mi hermano y al 911. Mi hija se presentó y dijo “manden la ambulancia que dice mi mama, que la abuela está haciendo un ACV”.
En el lapso de no más de cinco minutos, ventajas de vivir en el interior, mi hermano y la ambulancia del hospital estaban en mi casa. Mi amigo médico me miró, entendía claramente la gravedad del cuadro. Ambos sabíamos que mi madre cursaba un accidente cerebro vascular, pero desconocíamos de que tipo. Se había tapado una arteria, dando lugar a un ACV isquémico (las neuronas tienen insuficiente llegada de oxigeno), o se había roto, produciéndose un ACV hemorrágico (sangrado, en el cual las neuronas tampoco reciben la irrigación adecuada).
Nos subimos a la ambulancia, trabajo que hago habitualmente por otros, pero esta vez, la paciente era mi vieja. No sé cómo funciona mi cerebro, pero la “deformación medica” me hace desapegarme y actuar. Mientras sonaba la sirena, rápidamente organizamos clínica de destino, lugar en el cual yo hago terapia intensiva, pedimos rápido ingreso a tomografía y valoración por neurocirugía, terapia intensiva y cardiología.
Lo que les relato es el protocolo que debe cumplirse en un paciente que se sospecha un ACV. La tomografía permite diferenciar rápidamente si hay sangrado o no en el cerebro, fundamental requisito para saber la terapéutica a instaurar. Si el ACV es isquémico, se puede tratar con medicación trombolitica, es decir para destapar la arteria obstruida. Si es hemorrágico, valora el neurocirujano para hacer cirugía de descompresión del cerebro. Y el paciente, siempre se interna en terapia intensiva para monitoreo.
Mi mama tiene factores de riesgo cardiovascular. Es hipertensa, sedentaria, cumplió 70 años y tiene antecedentes familiares. La hipertensión arterial es la principal causa de ACV. Mi madre está muy controlada por sus médicos, y al momento del ingreso a la clínica su presión estaba muy baja. El cerebro de un hipertenso está acostumbrado a altas presiones, y cuando la tensión arterial está baja, también puede producirse una baja en la llegada de oxigeno que propende al ACV, si bien en la mayoría de los casos, los pacientes con ACV se presentan como emergencias hipertensivas, es decir, la presión está muy alta y hay algún órgano noble afectado.
El tomógrafo marco que no había sangrado. Así que la terapéutica debía ser medica. Surgió un “pequeño” problema. La medicación trombolitica indicada universalmente, por su costo, suele no estar disponible, es importada, así que súmenle la situación actual con la importación.
Los médicos debemos estar preparados para la opción B, por eso con la medicación que contábamos, tratamos. En dos horas mi mama estaba como si nada hubiese pasado. La sospecha precoz, la derivación rápida a un centro de alta complejidad y la inteligencia y el compromiso de mis colegas permitieron revertir una situación grave. Lo que tuvo mama, Silvia, se llama, es un accidente cerebro vascular isquémico reversible. Quedo sin secuelas.
Internada en terapia intensiva, la madre de la médica, o sea yo, una vez recuperada, me dijo sácame de acá. Y la respuesta fue, no se puede, falta hacer estudios. ¿Por qué se había tapado la arteria? ¿Había que buscar donde estaba la obstrucción? ¿Era un problema en el corazón? No, el electrocardiograma no mostraba arritmias. El ecocardiograma, mostraba un corazón normal. ¿Era un problema en las carótidas? (las arterias que llevan sangre al cerebro), sí, la carótida interna derecha mostró en un Ecodoppler de vasos de cuello, tener una obstrucción del 60 %. Los estudios que les comento son también parte del protocolo de diagnostico de un ACV.
El problema que se suscita en presencia de un ACV isquémico es que puede progresar o hacerse hemorrágico con el correr de las horas. Tener los estudios adecuados, y el paciente internado en terapia intensiva, utilizar scores de medición estandarizados sobre el riesgo, ayudan a la prevención para que la situación no se complique. ( Sí muchachos, alguno estará pensando en Cerati, y con lo que les cuento queda claro. Si revisan los archivos, que ante la importancia del paciente, se buscó su confort y no su salud, y no se cumplieron los protocolos. Se internó por un accidente vascular isquémico transitorio, en una habitación común, los amigos le llevaban comida. Se le tapó una carótida completa, produciendo un daño cerebral máximo que lo dejó en estado vegetativo).
Gracias a la medicina mi mamá está muy bien, en tratamiento médico para desobstruir su carótida. Soy consciente de los riesgos, y estoy atenta.
Les cuento esto, para remarcar el valor del conocimiento y el tener una red de contención armada. No es necesario ser médico para darse cuenta que alguien puede estar sufriendo un ACV. No es necesario ser médico para que tu entorno sepa qué hacer ante una emergencia.
Les dejo un link muy práctico en el que pueden encontrar más información sobre el ACV.
http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/000726.htm
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