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PERSONAJES | 24-01-2015 19:01

Nicolás Palacios: “Siempre traté de no hacer nada de mi vida”

El hijastro surfer de Franco Macri rompe el molde familiar. Bailes populares, aviones, Mauricio presidente y el estigma del apellido.

Nicolás Palacios es un Macri por derecho; siempre lo fue. Hijo de Cristina Greffier, la segunda mujer de Franco Macri y madre de Florencia, fue criado como uno más del clan, con todos los beneficios correspondientes, las clásicas demostraciones de lujo y poder. Pero ningún Macri andaría por el camino principal de Manantiales con una motito vieja, oxidada, de más de treinta años, con su ropa en una bolsa de supermercado calzada en el manubrio. A su motito, Nicolás tiene que empujarla un poco para que arranque. Justo a su lado, aceleran argentinos cuarentones en sus Harley-Davidson relucientes, con tatuajes en el antebrazo. Nicolás los ve pasar, mientras empuja su motito y va. No tiene cuenta bancaria, no tiene la impronta seria de su hermanastro Gianfranco, o las ambiciones presidenciales de Mauricio. Ni siquiera tiene tarjeta de crédito. Y, pese a todo esto, es un Macri. Pero Nicolás ni siquiera piensa en la contradicción que esto implica, en haber sido criado como un hijo de una de las familias más ricas y poderosas de la Argentina y vivir casi como un hippie. Romper ese molde, por lo menos, requiere identidad. Nicolás la tiene.

“Lo que más me divierte de NOTICIAS es que es brava, incisiva. No es una revista servicial. Me divierte que sea más inteligente, no tan condescendiente”, dice, antes de sentarse a charlar en su más reciente restaurante, el Manantiales Fish Market que montó junto a un socio. El lugar es encantador: la mayoría de las mesas están al aire libre, entre dos mini-estanques con peces koi japoneses. Muchos comensales le aplauden la carta; el pulpo asado al hierro y la polenta grillada son platos nobles. Detrás hay estantes de botellas de vino de todo el mundo que Nicolás se tomó: “Me gasto el 30% de la plata que hago en vino”, afirma. Tiene otro restaurante sobre Manantiales, el No Me Olvides, una pizzería alegre, descontracturada, algo distinto en espíritu a todo el protocolo y ceremonial high-class de Punta del Este.

Nicolás pasa aquí seis meses del año; el resto, reside en Buenos Aires o está viajando. Vivió rápido algunas veces en su vida. Fue novio de Carolina “Pampita” Ardohain hace más de diez años. Terminó preso una noche en el 2010 por manejar borracho; se llevó puestos varios conos naranjas. Y en Punta del Este, sobre la pasarela de madera justo enfrente del balcón de su padrastro Franco, mientras posa para las fotos, lo saludan trapitos, familias enteras, vecinos. Surfea las aguas de la zona desde los 9 años. El 2 de enero organizó, para festejar los 15 años de su primer restaurante, el Gran Baile No Me Olvides, un festival de bandas bailables con feria de atracciones -samba, vuelta al mundo y enanos incluídos.

Noticias: ¿Qué tal estuvo el baile?

Nicolás Palacios: Impresionante, estuvo bueno en serio. En realidad, la gente fue lo impresionante. Todavía no hicimos los números finales, pero metimos entre seis mil y diez mil.

Noticias: El público de Punta del Este sigue siendo el público de Punta del Este, su perfil no varía. Pero el No Me Olvides fue algo mucho más anárquico, irreverente.

Palacios: Es la manera en que nos gusta divertirme a mí y a mis amigos. Para los 15 años del restaurante decidimos hacer esto. Hasta me puse un vestido de chica, de fiesta de 15. Era la idea entre nosotros. Algunos se animaron, otros no. Lo principal era ponerse a bailar en la pista. Y estaba todo el pueblo, gente más de nuestra edad que se copó y salió de joda. Había desde tipos de 70 hasta pendejos de 20. Estaban todos.

Noticias: De nuevo, no fue el típico evento corporativo de Punta.

Palacios: Para nada. Pero nosotros en No Me Olvides salimos solos de ese casette, por más que sea un restaurante exitoso y todo lo que quieras. Me parece que es el único lugar en Punta que está vivo, en donde pasan cosas. Todo lo que ves en Punta es muy careta, pretencioso. Hay lugares lindos, donde vas a comer bien, pero no pasa nada.

Noticias: Pero lo pretencioso, lo “careta”, aún funciona y vende. Sigue siendo la norma. ¿Cómo se mueve entre esos límites?

Palacios: Depende de mi ánimo. Ahora estamos en Fish Market, que es mi otro restaurante. Nada malo puede pasar, no podés fumar en la mesa. En No Me Olvides queremos que la gente se exprese, hasta los empleados. Lo hicimos entre amigos. No fue una reacción, sino algo instintivo. No es que dije que había que hacer esta fiesta para romper con todo. Ponele que el barrio se nos puso de moda. No es que dijimos: “Ah, vamos a hacer la fiesta rebelde de Punta porque es re cheto”. El establishment, lo prolijo, es muy agradable también. La gracia es usar las cosas a tu favor.

Noticias: Usted creció en el establishment.

Palacios: Y fue hermoso. Divino. “Pasá por la oficina”, “pasá por la concesionaria”. Así fue. Pero siempre lo tomé como algo ajeno a mí. Mi madre estuvo casada con Franco desde mis 6 hasta mis 18. Siempre pensé: “Ésto es algo que se va a terminar”. Mi abuelo vino de España, puso una metalúrgica y se la fundió en el casino. Mi viejo trató de seguir la metalúrgica, se fue apagando y la cerraron. Mi vieja se separó y se casó con Franco. Ahí empezó a pasar toda esta cosa medio surrealista que me tocó vivir.

Noticias: Habla de vivir en el mundo de los Macri como algo casi externo.

Palacios: ¿Ves? No haber perdido el foco me salvó. No fue una decisión consciente no perderlo, pero lo agradezco. ¿Si pude perder el foco?, hoy -si miro para atrás con 41 años cumplidos- te digo que sí. Me pudo haber comido el personaje, pensar que la guita es todo o relacionarme con la gente de otra forma. Hoy la guita me chupa un huevo. Antes también me chupaba un huevo, pero no me daba cuenta.

Noticias: Entonces, ¿qué cultura del dinero le inculcaron?

Palacios: Franco era un tipo súper austero, hasta socialista, mirá lo que te digo. Los aviones privados eran una consecuencia de que tenía que llegar rápido a algún lugar. No lo hacía de canchero, de “mirá toda la guita que tengo”. Te juro que era cero así, cero. Trataba de la mejor forma a sus empleados. Es socialista, aunque no lo creas.

Noticias: ¿Lo trató como a un hijo?

Palacios: Creo que sí. En ese sentido, diez puntos.

Noticias: El vínculo de un adolescente con su padrastro puede ser algo problemático.

Palacios: Yo le reconocía la autoridad. Era el jefe de la casa, como mi padre en la suya.

Noticias: ¿Todavía surfea?

Palacios: Sí, empecé a surfear acá en La Brava, con los chicos de No Me Olvides cuando teníamos 9, 10 años. Empecé a venir cuando Franco hizo Terrazas de Manantiales. Ahí conocí a Bruno, que hoy es mi socio acá en Fish Market. Éramos como la bandita de chicos de acá, quince pendejos. Ibamos a pescar, nuestros viejos nos hacían asaditos. Esto era todo calle de tierra. Y el surf sigue hasta hoy. Aclaro: no soy surfista, eh, hago surf. El agua me cambia la energía. Vas con los cables pelados y salís armonizado y optimista.

Noticias: Los comensales hablan muy bien de Fish Market, por ejemplo.

Palacios: En relación calidad-precio estamos bien. Los padres de Bruno tenían una pescadería muy conocida en Punta. Les quedó una heladera especial para pescado. Así que me dijo de hacer algo. Esto fue en el 2009, con No Me Olvides ya bien arrancado. Tuve otro restaurante en el medio, el Cultural Manantiales, que fundí. Era pendejo, tenía 25 años, traté de abaratar costos. No puse un gerente, por ejemplo. Duró cuatro o cinco años así. Me faltó un socio operativo para el día a día. Yo hago la parte de los vinos, la comida, la estética. Pero los números para mí son chino básico. Vos me decís que no sé qué de la DGI, que el 21 por ciento del IVA te lo devuelven y no puedo entenderlo. Estudié publicidad, pero me instalé acá full time a los 25. Ahora voy y vengo, seis meses acá y seis en Buenos Aires.

Noticias: Punta del Este está particularmente cara este verano.

Palacios: Ese límite siempre existió. Me acuerdo cuando tenía 7 años que mi viejo para venir acá llenaba el Renault 12 con sal, aceite y arroz, como si fuésemos a la guerra porque me decía que estaba todo carísimo. Eso mismo existe ahora. Siempre pasó.

Noticias: ¿Franco lo ayudó a montar su primer restaurante?

Palacios: Sí. Cuando me quedé a vivir acá me dijo: “Si te vas a quedar a vivir en Punta, hacé algo, que tu vieja está preocupada”.

Noticias: ¿Qué pasaba? ¿Su mamá se preocupaba porque no hacía nada de su vida?

Palacios: Siempre traté de no hacer nada de mi vida. Después fui agarrándole la mano. No me gusta laburar. Sin embargo, dicen que lo que hago es trabajar. Pero esto me da placer. Para mí, trabajo es sacrificio. Me falta esa palabra para el trabajo feliz. Será un hobby remunerado, no sé.

Noticias: O sea que nunca tuvo un trabajo serio.

Palacios: Traté. Apenas terminé el secundario, me bajan el mandato familiar de trabajar y al mismo tiempo estudiar. Me quería matar. Empecé a estudiar publicidad y a trabajar en una agencia muy grossa. No veía la luz del día. Salía de estudiar en la Universidad de Palermo, donde iba a pajerear y me metía en la agencia. En las materias que me gustaba me sacaba todos diez. El resto, ni bola. Duré dos meses, en cuanto pude pensar un poco me vine acá. Encontré esta veta de anfitrión. Pero no sé todavía si ésto será lo definitivo para mí.

Noticias: Pero es muy difícil hacer borrón y cuenta nueva a los 41.

Palacios: Me han ofrecido poner restaurantes mil veces en Buenos Aires. Si tuviese una cabeza gastronómica empresarial diría “sí, dale”. Debería hacer algo. Pero no. Tampoco tengo hijos. Si me dijeses “te doy 20 millones de dólares por hacer nada sentado en una casa”, te juro por Dios que no lo haría: la plata no es un tema. Rasco unos mangos y vivo todo el año. Estoy solo, no tengo hijos. No tengo nada.

Noticias: En los `90, ser Macri parecía un beneficio. Veinte años después, años de discurso K mediante, parece un estigma.

Palacios: Puede ser. Hubo un cambio de cultura, totalmente. La hija de Mauricio fue mesera en mi restaurante. Los hijos de Mauricio son lo más austero que hay. Vamos a comer, a jugar al fútbol y a veces no tienen un peso. Mauricio la tiene complicada. Antes, Franco era empresario, daba laburo. Si era chorro o no era chorro, no importaba. Pero ahora, si te metés en la cosa pública o dirigís Boca, bueno, sarna con gusto... A Mauricio le encanta. A mí no me repercutió, ¿sabés? No tanto.

Noticias: No portar el apellido...

Palacios: (interrumpe) No tener el apellido Macri para mí fue fundamental. Pobrecita mi hermana Florencia, que sufrió el tema. Pero ya le va a agarrar la onda. A mí me agarró de costado, por suerte. Es mejor tener un amigo millonario que ser un millonario, tener que mantener el yate y todo eso. Y ojalá que Mauricio tenga la oportunidad. Le tengo fe. Entiendo que haya gente que lo odie, pero yo le pongo el voto. Será poco carismático. Pero es un tipo capaz.

por Federico Fahsbender

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