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MUNDO | 04-03-2016 17:29

El Durán Barba de Lula, preso por corrupción

Joâo Santana llevó al poder a siete presidentes y es autor de las "campañas del miedo". Se dice que Scioli lo habría llamado. Está envuelto en el escándalo de Petrobras, igual que Da Silva.

T iene 63 años, 200 millones de votos recaudados y una fortuna estimada en 15 millones de dólares distribuida en propiedades y cuentas bancarias del mundo. Hasta este momento, el publicista brasileño Joâo Santana cosechaba sólo grandes éxitos: siete de sus clientes se convirtieron en presidentes. Pero esta semana su vida dio un importante vuelco. Sospechado de formar parte de una red de corrupción, está preso junto a su mujer (y socia), Mónica Moura.

Lo de Joâo Santana no es tan simple como la “publicidad”. Es un asesor de marketing político, con permiso para inmiscuirse en todos los aspectos de una campaña presidencial. El creador de perfiles de candidatos, con licencia para generar “campañas del miedo” y con la habilidad para trabajar siempre al borde del precipicio.

¿Genio o vil? Quienes lo admiran, consideran que el trabajo de marketing político del publicista es espectacular y, sin dudas, efectivo: en su trayectoria consiguió acompañar a la presidencia a Lula da Silva y luego a Dilma Rousseff en Brasil y a Mauricio Funes en el Salvador, en 2009. En 2012 coordinó las campañas de Danilo Medina en República Dominicana, de José Eduardo dos Santos en Angola y de Hugo Chávez en Venezuela. Además, en 2013 tras la muerte de Chávez, asesoró a Nicolás Maduro, su séptimo presidente electo.

Quienes lo critican argumentan que sus prácticas son poco éticas e inmorales. Las clásicas campañas del miedo y la búsqueda de denostar a los demás candidatos con sus publicidades le han valido comparaciones con Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda del nazismo.

La idea de trabajo de Santana, el “ministro sin cartera”, como lo llaman en Brasil, trata de captar la esencia popular y llevar hacia allí al candidato. Lo hizo con Lula Da Silva, cuando el fundador del Partido de los Trabajadores buscó la reelección. Lo mostró acorralado por el neoliberalismo, la lógica de amigo/enemigo funcionó: “Lula de nuevo, con la fuerza del pueblo”, fue el slogan.

La oposición lo acusa de que, para conseguir la presidencia de Dilma, tiró golpes bajos a sus contrincantes: hubo spots contra Aecio Neves y Marina Silva que decían explícitamente que, si cualquiera de ellos ganaba, el pueblo pasaría hambre.

También lo hizo en Venezuela con Hugo Chávez, pero de manera más evidente tras su muerte por cáncer, en la campaña de su sucesor Nicolás Maduro. “Él nacerá de nuevo”, decía la canción en los spot de televisión, mientras se sucedían imágenes del ex presidente.

Caída. El escándalo Petrobras, que salpica diferentes escalones del gobierno brasileño y hace tambalear a Dilma Rousseff, fue el que provocó la caída del publicista estrella brasileño. La justicia sospecha que Santana recibió 7,5 millones de dólares de Odebrecht para pagarle deudas de campaña del Partido de los Trabajadores, que lideran Dilma y Lula. El dinero habría sido girado a una cuenta en un banco suizo que el publicista y su mujer tendrían a través de la empresa offshore Shellbill, con sede en Panamá.

La orden de detención se dictó a fines de febrero. Surgió después de que la Policía Federal encontrara una carta de Mónica Moura en la que había anotaciones con cuentas en el exterior. En Brasil, no declarar una cuenta bancaria representa un delito, pero agravaría la situación que el dinero recibido fuera en negro y de manera ilícita.

Santana tardó unos días en presentarse en la Justicia, porque estaba en República Dominicana trabajando en la reelección del presidente Danilo Medina. Apenas pisó su país fue interrogado por la policía y quedó en prisión de manera temporal en la localidad de Curitiba.

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