Dos semanas antes de que comenzara el raid de allanamientos en el Sur ordenado por el juez federal Sebastián Casanello y comandado por el fiscal Guillermo Marijuan, Martín Báez tuvo que hacer una visita a su cardiólogo personal en Buenos Aires. Hace poco más de un año, durante una operación en una de sus manos le descubrieron una arritmia y además tiene que controlar su hipertensión. El estrés por su tormentoso presente desacomodó su ritmo cardíaco y, para evitar una recaída, se hizo un chequeo preventivo.
Hoy, el hijo mayor de los varones de Lázaro Báez pasa sus días encerrado en una propiedad a nombre de su padre en O'Higgins al 1700 en el barrio de Belgrano, en Buenos Aires. Allí lo acompaña su esposa –quien le ayuda a controlar la diabetes– y su hijo de dos años. Ellos son su principal sostén emocional y lo ayudan a pasar las horas mientras su nombre y apellido inunda los canales de televisión y los portales de noticias. Al lado del edificio donde vive está La Casa de Adann, un discreto restaurante al que solía ir con su padre cuando estaban de visita en la Ciudad. Hoy casi ni va y apenas sale de su casa.
Una de las pocas visitas que recibe es la de su abogado Daniel Rubinovich a cargo de la defensa familiar y quien se disputa ese rol con el mediático defensor Fernando Burlando. Para la familia Báez, los servicios de Burlando podrían ser invalorables: no sólo necesitan alguien que los represente en la Justicia, también les hace falta una voz que los muestre menos malos ante la opinión pública. Por eso, Martín Báez tuvo algunas reuniones con especialistas en comunicación, pero no lograron llegar a un acuerdo. Martín no aportó mucho en esos encuentros: es un hombre tímido, de pocas palabras y desconfiado. Por ahora no cambió de abogado, pero el asunto no está definido.
Otra vida. Una de las pocas cosas que Báez Junior hace hoy desde el tercer piso del departamento familiar en Belgrano es hablar por teléfono con su madre, Norma Calismonte, quien insiste en la inocencia de toda su familia. Atrás quedaron los viajes por el mundo, los millones gastados (y contados) y los autos de lujo. Según documentación a la que tuvo acceso NOTICIAS, en los últimos 10 años, Martín Báez realizó unos 40 viajes a diferentes países de latinoamérica, Europa y Asia. De esas salidas, hay tres momentos que llaman la atención:
En 2006 viajó a Panamá, pero no salió desde Buenos Aires. El 18 de septiembre de ese año cruzó a Chile en el vuelo LA560 de LAN Chile y de ahí se fue al célebre paraíso fiscal. Regresó el 25 de septiembre en un vuelo LP 427 de LAN Perú.
En 2008, el 17 de mayo viajó por Air France rumbo a París. Regresó el 6 de junio. El 26 de julio volvió a viajar a Francia y regresó el 2 de agosto. El 25 de ese mismo mes se tomó un avión a Madrid y volvió el 30. El 10 de octubre viajó a Roma y regresó al país el 24. En cinco meses, recorrió tres países europeos. ¿Placer o negocios?
En 2014, se tomó dos vuelos privados rumbo a Paraguay. El 24 de febrero viajó en el avión matrícula LV-ZSZ, el mismo que denunció Federico Elaskar, como vehículo de los bolsos con dinero. Salió de Resistencia, Chaco, y aterrizó en Asunción. Regresó el 26 de febrero pero a Rosario. El 10 de marzo voló en el avión matrícula LV-CKK. Salió desde San Fernando y regresó el 12.
En 2015 viajó solo a Chile y fue seis veces. El último viaje fue en una camioneta Dodge Ram doble cabina; se fue el 18 de diciembre del año pasado y regresó al día siguiente. Desde entonces, casi no se movió de su casa.
por Rodis Recalt
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