Un día antes de que el presidente Mauricio Macri llegara a China para la cumbre del G20, su embajador en Pekín, Diego Guelar, abogó para que se reconociera al gigante asiático como economía de mercado, con lo que se reducirían las posibilidades de imponerles a sus productos barreras admitidas por la Organización Mundial de Comercio (OMC). "Estuvimos 12 años con el discurso nacional y popular y no hicimos nada en el campo de la industrialización, ¿y les vamos a echar la culpa de esto a los chinos?", argumentó Guelar.
"No comments sobre Guelar", sonrió Paolo Rocca, dueño de Techint, cuando NOTICIAS lo consultó en la celebración del Día de la Industria, el 1 de septiembre. Pero tanto en su grupo como en la Unión Industrial Argentina (UIA), sede del festejo, confían en que Macri contradecirá a Guelar. Sólo que evitará decirlo en público hasta que primero lo hagan grandes potencias, como Estados Unidos o la Unión Europea.
China se incorporó en 2001 a la OMC y aceptó que durante los primeros 15 años no se la reconociera como economía de mercado, dada la fuerte intervención estatal. Esto implica que si un país la denuncia por dumping (venta por debajo del costo, que es considerada competencia desleal) puede tomar como punto de comparación el valor del producto cuestionado en otra economía que sí es considerada de mercado. Pero ese período finaliza en diciembre próximo y está en debate si el resto del mundo aceptará el cambio de status. En 2004, el entonces presidente Néstor Kirchner reconoció por escrito a China como economía de mercado, pero esa admisión jamás entró en vigencia.
Las manufacturas chinas, mientras tanto, despiertan polémica en territorio argentino. El economista Dante Sica, de la consultora Abeceb, presentó el 29 de agosto en la Bolsa porteña, en una jornada que la UIA y otras entidades organizaron sobre el impacto chino en la industria latinoamericana, una investigación que demuestra cómo, pese al proteccionismo kirchnerista, los productos del gigante asiático habían desplazado con fuerza del mercado argentino a la producción local de sectores como los de equipos eléctricos, maquinaria e instrumental médico entre 2001 y 2014. Estos tres rubros emplean en blanco a 109.000 trabajadores en la Argentina, según datos del Ministerio de Trabajo.
Otras ramas fabriles argentinas sufrieron, aunque en menor medida, la penetración china, como la textil, la química y las de fertilizantes, neumáticos, productos metálicos y cueros. "Las barreras (contra las importaciones) son necesarias, pero sin otras medidas no alcanza", concluyó Sica ante un auditorio que también incluyó a Rocca. En cambio, se mantuvieron resguardados de la amenaza china las autopartes, el calzado, el acero o los vehículos.
Descompuestos. Uno de los sectores en los que el kirchnerismo apostó a China, en lugar de la resurrección de la industria nacional, fue el de la fabricación de trenes. Primero el secretario de Transporte Ricardo Jaime y después el ministro del Interior y Transporte Florencio Randazzo compraron locomotoras y vagones chinos. Pero el material que adquirió Jaime vino con defectos de fabricación y el que contrató Randazzo llegó en buen estado, pero ha comenzado a deteriorarse porque rueda sobre vías en malas condiciones.
Siete de las 18 locomotoras chinas compradas por Jaime sufrieron incendios en los tres años que llevan rodando en la línea San Martín porque presentan defectos en las turbinas, según reconoce el presidente de la operadora estatal Trenes Argentinos, Marcelo Orfila. Por eso, el Gobierno de Macri ha negociado con la fabricante, CSR, un recambio de las turbinas de las 18 formaciones.
Ferrari sobre tierra. Los ferrocarriles adquiridos a la misma empresa por Randazzo y que desde 2014 comenzaron a andar por las líneas Mitre, Sarmiento y Roca son "una Ferrari pero que anda en camino de tierra", critica el secretario de prensa del gremio de maquinistas La Fraternidad, Horacio Caminos. Por tanto, se rompen también. "En el Sarmiento, los pasos a nivel no se renovaron y cuando pasan por ahí las locomotoras se te rompen los buggies, que son como los trenes delantero y trasero, y así se producen descarrilamientos", cuenta el secretario general de la sección Oeste de la Unión Ferroviaria, Rubén “Pollo” Sobrero.
Orfila, de Trenes Argentinos, advierte de que el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner compró los trenes nuevos pero sin los suficientes repuestos. "Tuvimos que desarmar locomotoras nuevas para conseguir piezas mientras se encargaban los reemplazos a China", cuenta Sobrero, y agrega: "Los trenes salieron baratos, pero quedás atado a comprar los repuestos, por los que te rompen la cabeza".
Caminos, de La Fraternidad, se queja de que desde hace 40 años que falta inversión en la infraestructura ferroviaria, más allá de las formaciones nuevas. Los datos de la Asociación Argentina de Presupuesto (ASAP) demuestran que lo invertido en trenes aumentó en términos reales (ajustados por inflación) en 2013, al año siguiente de la tragedia de Once, pero después cayó en 2014 y 2015 y siguió bajando en los primeros siete meses de 2016. Orfila alega que primero revisó los contratos heredados y después puso en marcha órdenes de compra y licitaciones, por lo que promete que la tendencia se revertirá a partir del último trimestre del año y en 2017. "Mientras tanto, tenemos que usar los trenes chinos a menor velocidad y hacerles más mantenimiento", agrega el funcionario.
Pero el Gobierno de Macri quiere sostener en buenos términos la relación con China. "Es, sin lugar a duda, nuestro primer socio financiero", destacó Guelar.
Financiante. Más de un tercio de las reservas del Banco Central, unos 11.000 millones de dólares sobre un total de 31.000, depende del canje de monedas que el kirchnerismo acordó con el régimen chino. Además, bancos estatales de ese país financiarán obras por 25.000 millones de dólares en los próximos años en la Argentina, según Guelar. Eso incluye las dos hidroeléctricas de Santa Cruz, dos reactores nucleares, los gasoductos de Córdoba, el ferrocarril Belgrano Cargas, parques de energía solar, un acueducto y obras viales. A cambio, Pekín pide que se contrate a sus compañías, la mayoría estatales. Pero pese a los préstamos, menos del 3% de la deuda pública neta de la Argentina está en manos chinas, unos 1.700 millones de dólares, según aclaran en las huestes del ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, uno de los que viaja a China con Macri.
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