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TECNOLOGíA | 29-01-2017 00:00

Cómo llevar más mujeres a la industria del software

Carolina Hadad integra la ONG "Chicas en Tecnología", que busca acercar aumentar el porcentaje de mujeres en carreras de sistemas.

Aunque cualquier argentino informado sabe que atravesamos una creciente problemática laboral global, hay un nicho específico del mundo profesional que muestra una clara excepción a esta regla: la informática. En este segmento, cada año se repite el particular hecho de que las empresas del sector no logran cubrir sus puestos vacantes por la creciente demanda de expertos informáticos de todo tipo y habilidades.

Como prueba de este proceso basta repasar los datos recopilados por la Cámara de la Industria Argentina del Software. Según CESSI, el 2016 culminó con un déficit de más de 4.000 profesionales del rubro. Y, por otra parte, hace apenas un par de semanas el Ministerio de Trabajo publicó otra cifra significativa: “el empleo en la industria del software creció, el año pasado, un 8,9%. Esto se tradujo en unos 7.000 nuevos puestos de trabajo”.

¿Cómo conciliar esta brecha creciente y, de paso, contribuir a disminuir el desempleo? Uno de los caminos más originales es el que propone la ONG “Chicas en Tecnología”, a través del diseño y la realización de una serie de actividades y programas intensivos especialmente pensados para despertar vocaciones “tech” entre las adolescentes de 13 y 16 años.

“Sabemos que la demanda en materia de tecnología es, al menos el doble que la oferta actual de personas disponibles. Y esos puestos figuran entre los trabajos mejor pagos”, le resumió a NOTICIAS Carolina Hadad (28), una de las cuatro co-fundadoras de la ONG. Esa situación llevó a cuatro amigas a armar esta ONG, cuyo foco de trabajo se centra en tratar de despertar en las chicas la vocación y el gusto por el desarrollo tecnológico y por el emprendedorismo.

¿Por qué enfocarse, sobre todo, en mujeres? Es que hay estadísticas recopiladas por la Secretaría de Políticas Universitarias que indican que el género femenino constituye apenas el 18% del total de los estudiantes de informática. Y hay lugares donde esa desproporción es –todavía- mayor. Según Hadad, que estudió la carrera en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, “hoy apenas el 10% de quienes cursan la Licenciatura en Informática en esa institución académica son mujeres”.

Razones

¿Por qué se da el fenómeno de que los varones formen la mayoría del mundillo informático? Para Hadad, esta es una realidad que se verifica en muchos países del mundo. “Pensamos que tiene que ver con los estereotipos culturales. No tiene nada de malo que una nena juegue con muñecas pero sabemos que si su única opción son las muñecas, disminuyen las probabilidades de que, años más tarde, desarrolle una vocación relacionada con la ingeniería o la informática”.

Y también le atribuyen parte de la situación a las imágenes que popularizan el mundo de los negocios y la programación: “si le preguntamos a un adolescente algún ejemplo de personas exitosas en los negocios tecnológicos, siempre saltan los comentarios sobre Mark Zuckerberg (creador de Facebook) o de Bill Gates (fundador de Microsoft), y nunca aparecen mujeres en el imaginario popular. Es cierto que son pocas, pero existen aunque no suelen estar representadas en los medios de comunicación”.

Esta situación genera que haya un faltante de modelos a seguir y una ausencia de una red de pares donde las chicas puedan referenciarse al momento de elegir este tipo de carreras. Algo que, justamente, tratan de suplir desde esta particular ONG.

¿Qué hacen las “Chicas en Tecnología” para despertar vocaciones? “Tenemos varias actividades y todas son gratuitas. La central son nuestros PUMM”, explicó Hadad. Básicamente el “Programando Un Mundo Mejor –PUMM- es un programa que armamos que se extiende durante cuatro días y comprende varias actividades intensivas, realizadas en un ambientes físico estrechamente relacionado con la tecnología (por ejemplo en salas de reunión prestadas por empresas informáticas).

“Comenzamos el PUMM armando grupos de tres integrantes y pidiéndoles que identifiquen un problema que consideren importante y que vean que pasa en su colegio o en su barrio o comunidad. A partir de allí, con charlas y talleres cortos y datos concretos les vamos explicando cómo usar herramientas básicas para que ellas mismas puedan programar una página web, pensar un software o hacer una nueva aplicación para los Smartphones que permita ayudar a solucionar ese problema en especial”.

Por supuesto que pensar estas “soluciones” no solo implica aprender nociones de programación, sino que los mentores de los grupos de trabajo también transmiten desde principios de diseño gráfico a cómo debería funcionar correctamente una interfase con los usuarios e, incluso, aprenden a exponer y defender ideas innovadoras ante el resto de sus compañeras.

Como una muestra de que tipo de problemas preocuparon durante el año pasado a las chicas que pasaron por los diferentes PUMM, hubo una interesante coincidencia. Pese a que todas venían de diferentes backgrounds económico-sociales y llegaban desde diversas escuelas de CABA y del conurbano, “la mayoría eligió enfocarse en buscar soluciones para temas de embarazo adolescente, acoso callejero, bullying, anorexia y bulimia, apoyo solidario y otros de similar tenor”.

Con la expansión del programa, esperan poder replicarlo en varias localidades del interior del país durante este año- desde la ONG planean ir conformando una amplia red virtual integrada por todas las que pasaron por “Chicas en Tecnología”. La idea que el grupo pueda acercarles a todas las participantes nuevas oportunidades para seguir progresando en el área digital. “Desde la comunidad les vamos enviando información sobre becas y oportunidades laborales, invitaciones a charlas sobre opciones de carreras y datos concretos con convocatorias a pasantías en empresas del rubro”.

Algo que destacó Hadad es que “es importante mostrarles que la tecnología está ligada a muchos otros rubros y que es una carrera transversal: si querés hacer otras cosas, por ejemplo medicina, la tecnología también tiene un rol. Y eso se repite en todo, hasta en el arte”. De hecho, Hadad recuerda que ella misma trabajó varios años como desarrolladora de software para una organización internacional dedicada a diseñar aplicaciones para la resolución de problemáticas humanitarias en países muy pobres de Asia y Africa. “Trabajé sobre temas de cuidados infantiles y sobre terremotos y catástrofes. Aporté mi granito de arena desde la tecnología para buscar soluciones a graves problemas sociales”.

por Enrique Garabetyan

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