El primer stop en esta carrera electoral conjunta de la derecha europea será en un dos meses en Holanda. Y Geert Wilders se perfila como el mejor posicionado para convertirse en el primer ministro de su país, lo que tendrá consecuencias a nivel continental como nacional.
Las elecciones en tierras de Máxima son el 15 de marzo, y Wilders directamente usa como slogan una adaptación del de Trump: "Make the Netherlands Great Again". Las semejanzas de Donald y el líder del partido de ultraderecha PVV van más allá de su apariencia física: ambos se presentan ante sus electores como víctimas de la elite gobernante y de los discursos políticamente correctos.
A su vez, los dos basaron sus proyectos políticos en una agenda aislacionista: en el caso del holandés incluye separarse de la Unión Europea (UE) mediante un referendo secesinista basado en el Brexit, que pondría en curso durante 2017 en caso de ser elegido.
Wilders también tiene un estilo confrontativo e islamofóbico: propuso ilegalizar el Corán, aplicar un impuesto al velo islámico, y prohibir la construcción de mezquitas.
Por estas declaraciones, en 2016 lo condenaron por discriminación racial. Pero lejos de debilitarlo, le permitió subir 9 puntos en las encuestas.
Ciberataque. El “presunto interés de países como Rusia" en el proceso electoral, como ha señalado el ministro de Interior de Holanda, Ronald Plasterk, ha llevado al Gobierno de este país europeo a recuperar el recuento manual de votos en las legislativas del próximo 15 de marzo.
Al temor a un ciberataque contra los programas informáticos oficiales utilizados desde 2007 en las elecciones, se han sumado las pruebas presentadas esta misma semana por la cadena RLT. Han demostrado que puede hackearse el programa destinado a contar los sufragios.
Una vez advertidos, los ayuntamientos tendrán que organizar su trabajo para evitar grandes retrasos durante la noche electoral. Cerca de 12,6 millones de ciudadanos están llamados a las urnas para escoger entre 31 partidos.
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