El teléfono de la mano derecha de Vidal suena varias veces. El hombre se acerca y atiende, anticipando una charla picante. La voz gruesa de Elisa Carrió va, fiel a su estilo, directo al grano. “Escuchame, ¿por qué vos no me querés como candidata en la Provincia?”, arremete sin filtro la diputada. El funcionario tarda varios segundos en reaccionar al ataque, y luego diluye la charla entre justificaciones que fueron aceptadas a regañadientes. Las elecciones de octubre están cada vez más cerca y el entorno de Vidal lo nota.
“Sabemos que todas las miradas están puestas en Buenos Aires. María Eugenia también lo sabe. Es una presión extra para hacer bien nuestro trabajo”, explican desde su gabinete. La provincia va a ser, una vez más, la madre de todas las batallas, con el fantasma de Cristina Kirchner en las sombras. A pesar de que todavía faltan varios meses y de todos los conflictos con los que tienen que lidiar, las legislativas empiezan a debatirse y planearse en la tierra de la gobernadora. Por eso cayó como un balde de agua fría la decisión que bajó Presidencia, muy influenciada por Carrió, de bajar a Jorge Macri. El primo del Presidente había sido el jefe de la campaña de Vidal, y había trabajado codo a codo junto al gurú ecuatoriano Jaime Durán Barba y el jefe de gabinete provincial, Federico Salvai. Era “uno de los nuestros” para el riñón de Vidal, aunque en el PRO varios tenían sus dudas en cuanto a la postulación del intendente de Vicente López.
“Buscamos un candidato que sepa transmitir lo mismo que María Eugenia. Que sea auténtico, real, que pueda tener una conexión con los votantes y que exprese lo nuevo. No necesitamos que sea muy conocido o que tenga un perfil muy alto”, aseguran los que manejan la incipiente campaña. Por ahora, dicen, no hay un candidato definido, aunque se manejan “cinco o seis nombres”. Además afirman que ya tienen elegidas “las quince obras que se van a inaugurar en esta campaña”. Todo muy planificado.
por Carlos Claá, Juan Luis González
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