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OPINIóN | 12-08-2017 00:23

Venezuela: del “mayoritarismo” de Chávez al totalitarismo

El chavismo partió del “mayoritarismo” con Chávez y avanza hacia el régimen totalitario, tras fracasar la dictadura con Maduro.

Desde que Venezuela inició la travesía chavista, pasó del liderazgo mayoritarista a la dictadura y ahora intenta pasar de la dictadura al totalitarismo. ¿Cuál es la diferencia entre mayoritarismo y dictadura? ¿Qué separa a la dictadura del totalitarismo?

Hugo Chávez fue un líder mayoritarista. Ese modelo político no es plenamente democrático. Se erige sobre el respaldo de la mayoría, pero es prepotente con las minorías, a las que segrega y fumiga con anatemas, para mantenerlas a raya, asediadas por el desprecio de las masas.

El mayoritarismo es autoritario, pero no necesariamente dictatorial. Por contar con el apoyo de la mayoría, Chávez no necesitó reemplazar la democracia pluripartidista con división de poderes. La Constitución que impulsó en 1999, mantuvo esos pilares institucionales de la democracia liberal.

La deriva empezó en la economía. Al grito de “exprópiese”, el creador de la revolución bolivariana la condujo hacia un callejón sin salida. Y en esa dirección la mantuvo su sucesor.

Nicolás Maduro no creó el modelo que colapsó ni bien el precio del petróleo cayó de la estratósfera, desde donde había bendecido las presidencias de Chávez. Pero la ineptitud y la ceguera ideológica le impidieron corregir esa marcha, que sólo podía desembocar en el colapso.

El hambre, la escasez de productos y el derrumbe de la salud pública y privada hicieron que, con Maduro, el chavismo perdiera el respaldo de la mayoría. Su decisión, y la de la nomenclatura corrompida e inepta de la que forma parte, fue enterrar la constitución y mantenerse en el poder de manera dictatorial.

La última regla democrática que cumplió el chavismo fue la elección legislativa del 2015. Y como en las urnas arrasó la oposición, el gobierno comenzó a convertirse en régimen haciendo lo mismo que hizo Fujimori, pero de otro modo. En lugar de clausurar el Congreso como el déspota peruano en 1992, Maduro lo dejó abierto, pero le quitó la facultad de legislar. Y una legislatura que no puede legislar es un holograma político; una farsa institucional explícita.

En ese punto, el gobierno comenzó a perder la legitimidad de origen.

Dueño de las urnas. La conversión en régimen tuvo otros dos pasos: primero, suprimió la constitución al impedir el referéndum revocatorio para el cual la oposición había cumplimentado todos los requisitos establecidos en la carta magna.

Como perdió el respaldo mayoritario por la hiperinflación, el hambre, la falta de medicamentos y de todo tipo de productos, sumados a la corrupción dirigencial, la violencia delincuencial desenfrenada y la incapacidad total del poder imperante para cualquier otra cosa que no sea la escenificación ideológica y la represión, Maduro completó el enterramiento de la constitución democrática suprimiendo el calendario electoral.

Los comicios regionales y locales del 2016, sencillamente no se hicieron. Maduro podría decir, como Galtieri, “las urnas están bien guardadas”. Y las escondió porque ya no tiene el apoyo de la mayoría, por ende el voto no le daría poder, sino que se lo quitaría.Desde entonces, el sufragio fue reemplazado por la censura y la represión.

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Las estadísticas de muertos y presos políticos confirman que con Maduro, Diosdado Cabello y la cúpula militar, el chavismo dejó de ser un liderazgo mayoritarista para convertirse en una dictadura lisa y llana. Aún así, no pudo poner fin a la protesta. La represión sumó muertos, heridos y presos, pero no restó intensidad a las manifestaciones. Por esa impotencia es que el régimen decidió dar un paso más, disponiéndose a pasar de la dictadura al totalitarismo.

La diferencia entre un estadio y otro del autoritarismo, es que la dictadura reprime en la calle, mientras que el totalitarismo reprime en la intimidad y en la mente de las personas. El totalitarismo es la dictadura absoluta. La represión pasa de la policía a los aparatos de inteligencia, que infiltran hasta la privacidad de las personas para espiar, intimidar y amenazar, disuadiendo la protesta antes de que se produzca.

Como la dictadura no le alcanza para retener el poder, el régimen intenta cambiar la institucionalidad que dejó Chávez, por un régimen de partido único, en el que el Estado detente un control total sobre cada ciudadano. Eso intentará la asamblea constituyente. Necesita conjurar el espectro de las urnas, porque ya no hay mayorías que garanticen el triunfo.

El caso ecuatoriano

En Ecuador, Rafael Correa manejó la economía con mucha más inteligencia y racionalidad. Aún así, la caída del precio del petróleo puso en riesgo el liderazgo mayoritarista que había erigido. Por eso debió designar como candidato a sucederlo a Lenin Moreno, un dirigente dialoguista que no expresa la prepotencia autoritaria del mayoritarismo.

Desde el inicio de su presidencia, Moreno reveló la fragilidad de la economía, su inmenso endeudamiento y la necesidad de correcciones. Además de rectificar el rumbo económico, el nuevo presidente inició la desarticulación del dispositivo de poder que dejó Correa para controlar a su sucesor.

El ex presidente acusa a Moreno de traidor, mientras éste intenta rediseñar mecanismos de consenso y abrir la economía. A pesar de haber heredado un modelo mayoritarista menos autoritario y una economía más activada y racional, Lenin Moreno enfiló en sentido contrario al que eligió Maduro.

Se verá donde desemboca. Lo que ya está a la vista es la desembocadura del continuismo chavista que escogió Maduro: el derrumbe económico y el desastre social. Un callejón sin salida donde el liderazgo mayoritarista devino en dictadura y, como la represión no alcanza para recuperar el control, intenta ahora avanzar hacia el totalitarismo.

La travesía de Maduro redimió a la oposición ante la mayoría que le daba la espalda. Al victimizarla, el régimen la visibilizó como salida. Le queda ahora demostrar que superó el error que la extravió y le regaló al chavismo el escenario político. Ese error fue no entender la causa que originó el fenómeno Chávez.

El chavismo no salió de un repollo sino del fracaso de la clase dirigente que dilapidó décadas de renta petrolera sin diversificar la economía ni generar conocimiento y equilibrio social.

Aquella dirigencia era democrática, pero el límite del sistema estaba en la oligarquía socialmente mezquina, económicamente infértil y políticamente obtusa que controlaba los resortes del poder.

El endeudamiento causado por la baja del petróleo en los ´80 llevó a la aplicación del Plan Brady y al consiguiente feroz ajuste que detonó el “caracazo”. En esa hoguera se forjó el chavismo, iniciando el trayecto que pasó por la dictadura y ahora merodea el totalitarismo.

por Claudio Fantini

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