No estaba muerta políticamente, como se decía el año pasado dentro y fuera del peronismo. Pero tampoco estaba tan viva, como porfiaban sus fanáticos y temían sus odiadores. Esa performance ambigua de la ex Presidenta en las PASO demuestra que su resiliencia emocional ante la adversidad y su inteligencia táctica le podrían garantizar una supervivencia larga, tras la salida de un ciclo largo de dominio K, que hoy deja los platos rotos sociales y económicos para que los barra el que sigue. Y una cuenta impaga en Comodoro Py.
También va quedando claro que el techo a su eventual crecimiento futuro no le permite vender sueños presidenciales al peronismo disperso y desorientado. Pero esa indefinición, que puede sonar a derrota para un político en ascenso, es en realidad un éxito para una figura que gozó el poder todo lo que quiso durante una larga década, y que ahora entra en la dura etapa de rendir cuentas. Como Menem, de quien Cristina aprendió mucho –acaso demasiado-, ella tiene la habilidad de convertir su techo electoral en su piso inamovible, al cual aferrarse cuando arrecia la tormenta fría del despoder, que trae cascotazos traidores del peronismo y del frente judicial. Por eso la aparente agonía de Cristina, como la de Menem, durará años, tantos como pueda hacerla durar la ex Presidenta. Para alargar ese adiós, CFK tiene un aliado paradójico: el gobierno macrista, que la necesita como cuco ideal para disciplinar a los votantes díscolos y para seguir empiojando la reconstrucción del peronismo. Algo parecido a lo que hizo Néstor Kirchner con Menem, a quien le ganó sin ganarle, y a quien luego utilizó como el fantasma neoliberal contra el que polarizaba el populismo de la década ganada.
Cristina también genera un efecto de contención de esa masa pobre del conurbano, encapsulando con su imagen heroica y vengativa el reclamo social urgente de la indigencia estructural, que ni ella solucionó ni Macri se acerca a resolver. La Jefa también ayuda con su larga duración a los propagandistas del kirchnerismo, no a todos pero sí a los más rastreros y codiciosos, que seguirán cobrando en efectivo por sus servicios verbales a la causa del viejo y querido relato nac & pop. Eso tiene un costo en términos de transparencia: esa resistencia mediática K es el partenaire perfecto para la nueva obsecuencia, esa que día tras día infla globos amarillos sin descanso. En vivo y en directo.
por Silvio Santamarina*
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